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Está en boga, el patrimonio virtual vende y se vende. Es normal que los adelantos tecnológicos se apliquen a la gestión del patrimonio, tanto en trabajos de investigación y estudio, restauración de piezas, herramienta educativa o labores de difusión. Pero, también hay que alertar sobre la necesidad de que las instituciones calibren correctamente la necesidad de su uso, ya que fuera de una utilidad constatada, hay también oportunismo por parte de las empresas productoras, como también por el interés de algunas instituciones por deslumbrar a la ciudadanía con las últimas tecnologías, en muchos casos, ciertamente innecesario o, directamente, un despilfarro de unos recursos que debieran utilizarse en otros objetivos más perentorios en dicha gestión nuestro patrimonio cultural.
Está claro que las nuevas tecnologías han permitido, sobre todo en arqueología, detectar yacimientos arqueológicos, extraer una información precisa y exhaustiva sin necesidad de intervenir directamente en el objeto de estudio y realizar reconstrucciones “virtuales” del yacimiento en cuestión, acciones que hasta ahora hacían necesaria la destrucción de parte de los niveles de ocupación, se realizaban reconstrucciones idealizadas que dificultaban la restitución al estado original o, simplemente, no permitían, como lo hacen las nuevas tecnologías, una “reconstrucción total” de lo que representaban los restos arqueológicos.
Lo mismo sucede con la documentación y la restauración de piezas o monumentos. La reconstrucción digital nos permite reservar la información con más precisión que los instrumentos utilizados hasta el momento para en caso de pérdida o robo facilitar su reproducción o rescate, para tareas de gestión [geolocalización], o, como saben los restauradores, para facilitar la intervención sobre la pieza.
Hay que calibrar la necesidad del gasto en este tipo de actuaciones, hoy por hoy de coste muy elevado, ya que hay otras urgencias en la gestión del patrimonio
Pero, repetimos, hay que calibrar la necesidad del gasto en este tipo de actuaciones, hoy por hoy de coste muy elevado, ya que hay otras urgencias en la gestión del patrimonio, sobre todo en la realización de inventarios, conservación preventiva y otras labores de gestión patrimonial, acciones que creemos deben ser prioritarias. El gasto de un millón trescientos mil euros por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través del Centro Integrado de Innovación Educativa de Cuenca (CRIEC) para digitalizar yacimientos arqueológicos y elementos patrimoniales utilizando como reclamo la difusión del patrimonio cultural y su uso como herramienta educativa debe estar en segundo plano.
Las reproducciones digitales en realidad virtual pueden atraer a un público joven, pero nos preguntamos si realmente se llega a conocer y apreciar el yacimiento arqueológico, el monumento o la pieza del patrimonio cultural con más nitidez o intensidad. La visita al yacimiento, al monumento o al museo creemos que es insustituible, y es en esos espacios donde hay que destinar los magros recursos con los que cuenta la Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Lo demás, aun siendo novedoso, interesante o sugerente, puede esperar.
Otro tema no menos interesante que dejaremos para otro momento es la consideración del patrimonio como “realidad virtual” a la que nos aboca el consumo de parques recreativos o al proceso que sufre el patrimonio cultural como elemento de consumo, que hace que conjuntos monumentales, espacios o monumentos sean considerados ya más “virtuales” que “reales”.
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