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T. 29 de abril. Sólo podemos ver los cambios acontecidos en una persona pasado cierto tiempo –mejor, muchos años– así nos distanciamos tanto de ella que perdemos la perspectiva; engordó, perdió peso, apareció demacrado, o al contrario, rejuveneció, mejoró su musculatura y su apariencia física; lo mismo ocurre con una ciudad pequeña o un pueblo grande, sólo al volver después de muchos años –todo lo que sabías de ella era a través de familiares y amigos, o noticias extrañas, o el eco del tiempo– puedes ver en toda su dimensión los cambios acontecidos mientras estuviste fuera: en esta ocasión, y visto todo en perspectiva el viajero que llegó ayer, M. R. se asustó al ver en lo que se había convertido T. ¡quelle horreur! Y de mi aseguró, nada más bajarse del tren en el andén donde lo esperaba, haberme confundido con el poeta William Blake que Francis Bacon realizó para su Study for Portrait II ahora colgado en el National Portrait de Londres.
Él, de alguna forma, seguían siendo para mi L'Homme qui marche de Giacometti, un nómada de largos pasos. De alguna manera él siempre pensó que yo vivía enjaulado en un espacio claustrofóbico y oscuro. Aquí lo antiguo no puede esconder lo horriblemente viejo. T. 1 de mayo. Me ha tocado ver el mundo desde aquí, entonces no vemos el mundo igual, pero al menos tu y yo vemos el mundo, ¿y cómo es tu río? Le pregunté, desde aquí no se ve río alguno contestó. Es primero de mayo, he cantado la Internacional en una plaza vacía, creo que estaba borracho; los azulejos de cerámica que alicatan los bancos y la fuente de la plaza, representan motivos bucólicos de caza en una naturaleza idealizada que podría ser confundida con el paraíso terrenal; la plaza se llama del pan, el pan siempre escondió el hambre, el hambre no deja pensar, los azulejos brillan en la noche. Canté la internacional y una señora me regañó desde un balcón.
T. 2 de mayo. Discusiones con L.H. sobre lo que no es sano y lo que si lo es. En francés salud es Santé, mientras santidad es Sainteté; las palabras se comen el terreno unas a otras. L.H. traduce finalmente Santé por santidad, y al contrario, Sainteté por sanidad, ahora todos llevamos dentro a un pequeño médico que diagnostica todos los males posibles. Me corté un dedo mientras escribía el art., dejé que la sangre cayera sobre el papel, la política actual es insana para las almas puras; flujos y reflujos de las mareas negras de los tiempos. Ahora una hoja tiene marcas de sangre seca, dejé que la incisión se cerrará por sí misma, las ciudades se abren y se cierran solas, T. es diferente, como eterna cicatriz rezuma sobre el río, algún día volverá a tener 30.000 habitantes, es su número natural; la historia es lo único que va hacia atrás.
Escribí lo siguiente en el cuaderno rojo: [un curso de agua que fuera hacia atrás. Más rápido aún, remontando todos los saltos por los que ha caído]. El fascismo es insano, la socialdemocracia sería el régimen más natural y saludable para un nombre de bien. Discuto con un cura joven disfrazado de cuervo en la plaza del reloj: la gran metáfora de T. es el reloj eternamente parado de esta plaza, le digo al cura joven; orejas con miedo en el pabellón de los insultos y bouquet de flores silvestres para el diablo, ¿y sabe usted? ayer yo escribía muy lentamente la verdad, y cada palabra pesaba una tonelada. El tiempo sube o baja, le invito entonces a que nos demos el primer baño de la temporada en el río sucio y a desnudarnos sin pudor en la orilla de arenas de oro, le digo: te purificaras más que yo, estás más sucio y cada vez que subes al pulpito tu fascismo es sublingual.
T. 4 de mayo. Hay días que no se debería escribir [nada] y sin embargo lo hacemos [lo hago] para destruir el mayor número posible de palabras. Muere un amigo y lloro. Me desahogo –que palabra tan llena de vida– desahogarse, subir a la vida a través del llanto [entlüften]: casi volver al aire, a la respiración absoluta de ti mismo con todas las cosas que respiran. En homenaje al amigo muerto, al maestro Pedro Tenorio que nos dejó el 25 de abril, busco en André Guide una frase o pequeño texto que nos restituya en algo la perdida y nos alivie “La tierra, emborrachada por la tormenta, se reviste de súbita primavera” A él le hubiera gustado esta frase esencial y limpia de Guide; lo despedimos en un acto civil sin curas, donde se leyeron poemas suyos y alguna elegía improvisada. Amo el sol, mi apartamento en la ronda fluvial es una jaula, escribo para nadie, incluso en un periódico escribo para nadie; en unos días comenzaré mi exilio en Castelo Branco, río abajo; no sólo de belleza vive el hombre, el alma es una pajarita de papel a punto de caer en el fuego. Me preguntaron en una encuesta cuál de los puentes de T. es el más bello. La belleza no es mensurable, ni por altura ni largura podemos aprehenderla. El puente futuro, que será de cristal, contesté.
T. 5 de mayo. La ciudad perdida de Luxor hallada bajo la arena –noticia del 9 de abril que me llega hoy con retraso– Al final de los tiempos estará todo catalogado, no quedará un vestigio de misterio bajo la tierra ni en los aires, después ya podremos acceder a la nada por grandes puertas de platino, largas filas del adiós a todo, el googbye, el propio a-dios a los dioses ¿Quién pintó el Salvatore Mundi? Los periódicos resultan cada vez más kafkianos.
T. 6 de mayo. Hoy una amiga me mandó a través del teléfono móvil algunas fotografías desde Lisboa; la primera era un espacio iluminado del rio a media tarde, desde el barrio de Alcántara, posiblemente tomada desde uno de los pilares del puente 25 de abril. Las otras eran tomas de una serie de tapices de color rojo del siglo XVI llenos de claveles bordados en hilo a su vez rojo y ahora expuestos en el Gulbelkian de Lisboa: me he transformado en hilos de luz que entran y salen de la tela, bordar y coser el tiempo duele. El día lo gané mientras hacia una larga caminata por lo que se llamó en su día el cerro de los locos, una serie de cárcavas y crestas de arenisca muy descompuesta desde la que se divisa la ciudad y el valle en toda su extensión.
T. 7 de abril. Para corresponder a la amiga hoy tomé fotografías de los campos al Norte de la ciudad; las acequias del canal general del Alberche ya corrían, agua que no se detiene, tiempo que no se detiene. Fotografías, instantes que vuelan rápido, ya no hay reposo, la comunicación fulgurante no deja estela, el lenguaje, los lenguajes rompen lo que después van a dejar vacío, inservible, arrasado; hoy en día la comunicación es sólo una riada de palabras que no fertilizan al otro; lo arrasamos al hablar con los otros, y los otros nos arrasan del mismo modo. Eran fotografía de campos de amapolas. Los teléfonos de hoy transportan riadas de palabras e imágenes que banalizan el mundo. No las debería haber tomado y mucho menos arrojado al aire como parva y grano. Pero lo hice, no soy puro.
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