Que viene el Lobo
El Pasado 20 de septiembre se publicó en el BOE la orden por la que el Lobo Ibérico (Canis Lupus Signatus), pasó a formar parte del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE). Hasta ahora solamente estaban protegidas las poblaciones al sur del Duero, pero con su inclusión en el LESPRE se hace efectiva la prohibición de la caza del lobo en todo el Estado.
Sin duda es una gran noticia para el movimiento ecologista y para la biodiversidad de nuestro país. Han sido muchos años de movilizaciones y de lucha para conseguir que se dejara de matar lobos en España. Sin embargo, algunas Comunidades Autónomas, así como los cazadores y Sindicatos Agrarios no han tardado en levantar la voz. Nada nuevo bajo el sol. Esto es algo que ya se esperaba.
Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, se han unido para hacer frente común a la protección del lobo en un nuevo ejercicio de cinismo, de desconocimiento del medio, y con el único propósito de contentar a los cazadores y a algunos ganaderos que siguen sin querer dedicarse a su trabajo plenamente y continuar cobrando la PAC (Política Agraria Común). No hay que olvidar que uno de los requisitos para acceder a las subvenciones europeas (PAC), es la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres.
Recuerdo escuchar a un pastor de las Merindades en Burgos, que aboga vehementemente por la coexistencia con el lobo, y que llamaba a algunos ganaderos jocosamente “ganaeuros”. Decía que una cosa es ser ganadero y otra bien distinta ser propietario de animales o terrenos, y gestionar rebaños desde el bar mientras las ovejas están solas en el monte. Es importante destacar que él no ha sufrido ningún ataque de lobo gracias a un manejo profesional del ganado y a la inestimable aportación de los mastines, que cuidan del rebaño alejando cualquier peligro para las ovejas. De hecho, se estima que los ataques de lobo afectan a un porcentaje inferior al 1% de la cabaña ganadera en España y, además, las Administraciones Públicas ofrecen indemnizaciones para cubrir estos daños.
Son cada vez más los ganaderos y pastores que creen firmemente que la convivencia con el lobo es, no solo posible, sino necesaria y beneficiosa, tanto para ellos como para el medio natural en el que desarrollan su actividad.
En cuanto a los cazadores, es de sobra conocido que aportan poco al medio natural. A pesar de sus esfuerzos por hacerse adalides de la conservación del mundo rural y el control de poblaciones, son muchos los estudios que demuestran lo contrario. Además, se trata de una actividad en franca decadencia con una bajada constante del número de licencias, que solamente practica un 2% de la población y en la que la mayoría de los animales cazados provienen de granjas cinegéticas, es decir, son criados en cautividad para regocijo de unos pocos. Sin embargo, forman un poderoso lobby de presión y han conseguido que los terrenos cinegéticos aumenten hasta el 87% de nuestro territorio, evitando así, que muchas zonas rurales puedan desarrollar actividades más respetuosas con el medio natural. De hecho, se ha comprobado que el turismo relacionado con la observación del lobo deja mucho más dinero que su caza. Bien lo saben en la Sierra de la Culebra en Zamora, donde el turismo lobero se ha convertido en una importante fuente de ingresos para la comarca, en un motor de desarrollo rural y en una valiosa herramienta para la lucha contra la despoblación.
Por tanto, deberíamos poner en valor al lobo como un icono de la fauna ibérica, como un elemento de mejora de la biodiversidad e, incluso, como un motor económico para muchas regiones rurales en las que su presencia genera una importante fuente de ingresos sin necesidad de matarlo.
Dejemos de demonizar al lobo y vamos a convivir con él en armonía, porque el mundo rural y la biodiversidad saldrán ganando, y no existen razones objetivas para lo contrario por más que algunos se empeñen.
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