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Alicia Sánchez-Camacho, la mano que meció la Operación Catalunya y que el PP de Madrid rescató

Sánchez-Camacho ya no participa de la vida política catalana y es diputada y senadora autonómica por Madrid

Oriol Solé Altimira

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“Alicia Sánchez-Camacho tiene la pierna rota. San Martín va haciendo de las suyas”. Así se expresó en 2017 la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, en su comparecencia por la Operación Catalunya en el Parlament. Ambas mujeres habían pasado de compartir mesa, mantel y micrófono en el restaurante La Camarga a un enfrentamiento sin cuartel a cuenta de la autoría de la grabación. Nuevos audios del comisario jubilado José Manuel Villarejo han puesto en la picota a Sánchez-Camacho (Blanes, 1967), a día de hoy senadora autonómica y diputada del PP en la Asamblea de Madrid tras ser rescatada por Isabel Díaz Ayuso.

Sánchez-Camacho también forma parte del inagotable archivo sonoro de Villarejo. Como la mayor parte de interlocutores del comisario que no sabían que se les grababa, sale muy mal parada. Los audios, publicados por El Món, muestran que la exdirigente popular encargó a Villarejo investigaciones sin control judicial a varios políticos, empresarios y directivos de medios de comunicación. ElDiario.es ha pedido al grupo del PP en el Senado conocer la versión de Sánchez-Camacho, sin obtener respuesta.

La conversación entre Villarejo y Sánchez-Camacho se produjo en noviembre de 2012, en plena precampaña de las elecciones catalanas que Artur Mas decidió anticipar. La legislatura que terminaba había sido la de la luna de miel entre el PP de Sánchez-Camacho y el Govern de Mas. Sus votos permitieron aprobar los recortes con los que el líder convergente se presentaba ante Europa como alumno aventajado de la austeridad. La apuesta por el procés de Mas cambió las cosas. Se activaron los mecanismos del Estado –los previstos en la ley y los que no– para responder a la intentona soberanista.

En la reunión, Sánchez-Camacho pidió a Villarejo actuaciones contra el expresident, pero también contra dirigentes nada sospechosos de comulgar con el procés, como el exlíder de Unió Josep Antoni Duran i Lleida. Más que los políticos, una de las fijaciones de la líder del PP a lo largo de la charla fue el entonces director general de La Caixa Jaume Giró, a quien instó a investigar “pero ya”. Al no ubicar Villarejo a la víctima, la entonces líder del PP catalán le detalló que trabajaba en La Caixa y que era amigo de José Antich, en aquel momento director de 'La Vanguardia'.

“Ahora ya se ha vuelto totalmente independentista, y a mí me avisan para decirme que este tío [en referencia a Giró] está siendo ahora mismo el mecanismo, a través de su amistad íntima con Pepe Antich, que les está haciendo las encuestas en las que les dan a los convergentes 70 y 72 diputados, no los tienen”, aseveró Sánchez-Camacho. La Fiscalía de Barcelona ya investiga la denuncia de Giró contra Sánchez-Camacho y Villarejo, aunque previsiblemente las diligencias pasen a Madrid por la condición de aforada de la senadora del PP.

Sánchez-Camacho hizo el mismo viaje hasta la capital de España tras ver agotado su crédito en Catalunya. Nacida en Girona, una de las provincias más complicadas históricamente para el PP, estudió el bachillerato en el colegio vinculado al Opus Les Alzines y se licenció en Derecho en la Universidad de Barcelona. En la compleja vida orgánica del PP catalán, Sánchez-Camacho se encuadró en las filas de la familia liderada por Jorge Fernández Díaz, que con los años se convertiría en ministro del Interior y que hoy está procesado en la Audiencia Nacional por usar la brigada política para borrar pruebas de la corrupción del PP.

Todo empezó en La Camarga

Tras el tormentoso congreso de 2008, Sánchez-Camacho se hizo con las riendas del PP catalán, aupando a la formación hasta sus mejores resultados históricos en Catalunya con los 18 y 19 diputados que logró en los comicios al Parlament de 2010 y 2012. Las cosas empezaron a torcerse solo un año después: en junio de 2013 se hizo pública la grabación de la comida entre Sánchez-Camacho y Victoria Álvarez celebrada un 7 de julio de 2010 –hace exactamente doce años– en el restaurante La Camarga, considerada el prólogo de la Operación Catalunya.

En un primer momento negó la conversación, pero Sánchez-Camacho terminó por suscribir un pacto de silencio y dinero. La líder del PP catalán renunció a demandar a la empresa de detectives Método 3 por la grabación a cambio de 80.000 euros. La Fiscalía rechazó el acuerdo ya que Método 3 no admitía explícitamente la autoría del espionaje, sino que solo reconocía que dos de sus exempleados fueron los que grabaron colocando un micrófono en un florero del restaurante. Pero el juez dio carpetazo al procedimiento civil. La causa penal terminó igual: en el archivo. Antes ambas mujeres se intercambiaron varios mensajes, desvelados por elDiario.es. “Aguanta, Vicky”, le pidió Sánchez-Camacho.

En su comparecencia ante el Parlament en 2017, Sánchez-Camacho, además de asegurar que no sabía que la grababan, explicó que fue Jorge Moragas, jefe gabinete de Rajoy, quien le puso en contactó con Álvarez. Pero restó trascendencia a las revelaciones de la mujer sobre los supuestos movimientos de dinero en efectivo de Jordi Pujol Ferrusola en Andorra. “Yo he sido jueza sustituta y soy jurista, y esa información estaba llena de vaguedades. Le recomendé que denunciara, porque era ella quien debía hacerlo”, justificó al dirigente del PP.

Así ocurrió meses después. En el sumario del caso Pujol consta que la propia Álvarez cuenta que es Rafael Redondo, el socio del comisario Villarejo, quien la recoge en la estación de Atocha y la lleva a declarar a la sede de la UDEF. La versión de Álvarez es muy distinta. La exnovia de Pujol Ferrusola mantiene desde hace años que Sánchez-Camacho conocía que la grababan en La Camarga, y destaca que la actitud de la política a lo largo de la comida se dirigió únicamente a obtener información.

Cita con Villarejo

Los audios de la charla de Villarejo con Sánchez-Camacho también constatan que la dirigente del PP mintió en su comparecencia ante los diputados catalanes. Sin mandar a los diputados al psiquiatra como hizo Fernández Díaz, Sánchez-Camacho sí siguió la línea de su mentor político de negarlo todo en referencia a la Operación Catalunya. En realidad sí sabía cosas. Y muchas.

“Lo que dice usted de las cloacas, yo no sé a qué se refiere, porque yo no creo que en ningún caso se haya producido esta Operación Catalunya”, afeó Sánchez-Camacho a la diputada de la CUP Mireia Boya en 2017. Cinco años antes, según se oye en los audios, Sánchez-Camacho había dado a Villarejo el teléfono de Artur Mas y también había instado a investigar a otros empresarios y expolíticos como Carles Sumarroca o Enrique Lacalle, este último cercano al PP.

Ya en 2017 y antes de publicarse los audios de Villarejo, el Parlament no dio credibilidad a las tesis de Sánchez-Camacho. La Cámara catalana, en las conclusiones de la comisión de investigación de la Operación Catalunya, zanjó que tanto Moragas como Sánchez-Camacho “tenían conocimiento” de la Operación Catalunya. La Cámara catalana escribió así el epitafio político en la comunidad de Sánchez-Camacho, cuyo declive ya había empezado dos años antes, cuando abandonó el Parlament.

La dirigente del PP se centró desde entonces en su carrera como diputada en el Congreso, que no abandonó hasta 2019. El nuevo PP de Pablo Casado no la incluyó de nuevo en las listas de las elecciones, pero ahí apareció Isabel Díaz Ayuso para situarla en los puestos de salida de la candidatura 'popular' a la Comunidad de Madrid, repitiendo en los comicios de 2021. Alejada por completo del PP catalán que un día presidió, hoy los conservadores sufren para tener representación en el Parlament, y no son pocas las voces internas que piensan que en parte es consecuencia de los tejemanejes de Sánchez-Camacho.

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