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Custodia Moreno, en el pregón de La Mercè: “Las mejoras de los barrios son fruto de las utopías. Sed utópicos”

Custodia Moreno, durante el discurso del pregón de La Mercè

Pau Rodríguez

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De la rabia a la utopía. Ese es el mensaje de Custodia Moreno para todos los barceloneses, que arrancan este viernes sus fiestas de La Mercè, las segundas en pandemia. Desde el solemne Saló de Cent, en el Ayuntamiento de Barcelona, esta veterana activista contra el barraquismo ha tomado el relevo del payaso Tortell Poltrona (que lo cogió de Manuela Carmena, y esta de Leticia Dolera y Carmen Juares…) para entonar el pregón con más esencia de barrio –los que se hicieron a “puñetazos”– y de lucha vecinal de los últimos años.

Moreno, nacida en Granada en 1947, ha recordado durante el discurso su llegada a la ciudad, a bordo del tren 'Sevillano' como tantos otros inmigrantes andaluces, y sus años de vida en las chabolas del Carmel. De ahí ha saltado a la rabia, por el problema de la vivienda que se arrastra desde entonces, pero también por los feminicidios, la xenofobia y el auge de la ultraderecha. Y ha cerrado con una proclama esperanzadora: “Sed utópicos. Sí, utópicos”. “Las mejoras de nuestros barrios son fruto de muchas utopías, pero todavía quedan muchas por realizar”, ha recordado frente a la alcaldesa Ada Colau, las distintas autoridades locales, el president de la Generalitat, Pere Aragonès o la presidenta del Parlament, Laura Borràs.

En el exterior, varias decenas de personas se han concentrado para protestar contra el gobierno municipal. Sin poder acceder a la Plaza Sant Jaume, perimetrada debido al control de aforos, la protesta, alentada especialmente por Junts, ha exigido la dimisión de la alcaldesa.

La “vena andaluza” de Custodia

Al inicio del discurso, Moreno ha reconocido que estuvo tentada de decir que ‘no’ a la propuesta de Colau para el pregón. Pesaba más el ‘no’ que el ‘sí’. “Pero de pronto recordé todas las mujeres del mundo que no tienen ni voz ni derechos”, ha arrancado, “pensé también en las mujeres de nuestros barrios, que en silencio y muchas veces también sin voz hacen sus trabajos día a día, y que tanto han colaborado para el agrandamiento de esta ciudad”. 

Así pues, contra el “techo de cristal” y contra el síndrome del impostor ha disparado sus primeras palabras esta activista vecinal, alentada por su “vena andaluza”: “A ver, Custodia ¿Me quieres decir qué es lo que has estado haciendo la mayor parte de tu vida, si no el estar en la calle haciendo de pregonera defendiendo derechos y denunciando injusticias?”, se ha envalentonado. 

Moreno, Medalla de Honor de Barcelona en 2009, concejal de distrito independiente con Pasqual Maragall, expresidenta de la Asociación de Vecinos del Carmel y enfermera jubilada, ha tirado de los recuerdos de su llegada a Barcelona para declarar su amor a la ciudad. Una tierra que le dio oportunidades pero no le regaló nada. Toda una vida de aspiraciones condensadas en un inocente recuerdo: la Navidad en que su madre, después de pasar cada día por delante de un escaparate lleno de pasteles, les pudo comprar uno. “A medida que fui creciendo comprendí lo que aquellas lágrimas significaron”, ha rememorado. “Para nosotros llegar a esta ciudad fue como llegar a un pequeño oasis de oportunidades en medio del desierto tan espantoso del que proveníamos”. 

Más recursos públicos

Ya en el presente, la activista del Carmel ha elogiado a los trabajadores de primera línea contra la COVID-19 y ha cargado con igual intensidad contra los políticos “piquitos de oro” que les han prometido mejoras que no han llegado. “En nuestros hospitales y centros de salud sigue faltando personal, nuestros docentes han empezado el curso con la misma ratio que tenían antes y muchos trabajadores que siguen cobrando sueldos de miseria”, ha remarcado la pregonera.

Moreno, que según Colau representa el “alma” de la ciudad, ha endurecido en ese punto su discurso para expresar la “rabia” que sigue sintiendo hoy, a sus 78 años, especialmente por los desahucios, pero por muchas injusticias más. “Siento rabia, mucha rabia, cuando tenemos que salir protestando contra la violencia de género”, “cuando salimos a pedir salarios y pensiones justas”, “cuando seguimos usando la palabra ‘maricón’ en sentido peyorativo”... ha enumerado. Y también por la xenofobia, sobre todo cuando procede de los que llegaron con ella a Barcelona en los años 50: “Siento mucha, mucha más rabia, cuando veo como reaccionan ante esta nueva inmigración”. 

Al final, Moreno ha optado por cerrar el discurso con un alegato a favor de la escucha y la empatía, animando a los políticos a ser valientes y a los ciudadanos a ser utópicos. “A mi me llamaron utópica cuando pedía una biblioteca para mi barrio, en vez del aparcamiento que pedían muchos. Y hoy tenemos una de las bibliotecas más bonitas de esta ciudad: la Biblioteca Juan Marsé”, ha puesto como ejemplo la pregonera.

Sin corcel, ni pergamino, ni trompeta, como ha bromeado, Moreno no ha dudado en poners en el papel de tradicional pregonera para cerrar, solemne: “Se hae saber, por orden de la autorida, que empiezan nuestras fiestas, con alegría, orgullo y dignidad. Visca Barcelona y visca la festa major”.

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