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“Si han estado 2.000 años diciendo a las mujeres que callen, ponerte a hablar cuesta mucho”

Mercè Otero, Chari Ronda y Neus Moreno en Ca la Dona, desde donde preparan las jornadas

João França

Mercè Otero, catedrática jubilada de latín, es una de las cuatro mil mujeres que participaron en las Primeras Jornadas Catalanas de la Mujer en 1976 en el Paraninfo de la Universitat de Barcelona. Otero remarca la necesidad de aquellas jornadas, saliendo del franquismo, pero también la de seguir la reivindicación hoy. Las jornadas de 1976 fueron seguidas por unas en 1996, unas en 2006 y este 2016 se celebra la cuarta edición este fin de semana en la Universitat Pompeu Fabra para conmemorar 40 años de feminismos en Catalunya.

Bajo el lema Radical-mente feministas, mujeres de varias generaciones impulsan estas jornadas catalanas de mujeres, lesbianas y trans. Hablamos con algunas de sus organizadoras: además de Mercè Otero, Neus Moreno, que se incorporó al movimiento feminista un poco después de aquellas primeras jornadas, y Chari Ronda, que en 2006 participó de la organización de las cuartas tras algunos años de militancia feminista.

40 años después de aquellas jornadas, ¿qué ha cambiado y qué hay que seguir reivindicando?

Mercè Otero: Una cosa es salir de la dictadura fascista y tener una serie de carencias y reivindicaciones urgentísimas, y otra es una situación como ahora, con una democracia como esta que tenemos, en que a la hora de la verdad seguimos sin poder bajar la guardia, porque los cambios de mentalidad son muy lentos.

¿El peso de las reivindicaciones ahora está más en estos cambios de mentalidades que en las leyes?

Neus Moreno: Está en todo. Hemos avanzado muchísimo en derechos, ¡faltaría más! Pero debemos hablar, por una parte, de si las leyes son suficientemente justas y, por otro, de si realmente tenemos posibilidad de ejercer nuestros derechos sociales, y aquí es donde encontramos desigualdades importantes. La reivindicación de los derechos sigue vigente, pero desde mi punto de vista ahora es más amplia. Uno de los temas fundamentales de la evolución de los feminismos es el concepto de libertad. Quizás hace años hablábamos del derecho a poder decidir sobre nuestros cuerpos, nuestra sexualidad o nuestra vida, y ahora hemos dado un salto muy importante que es ver cómo podemos expresar esa libertad individual y colectivamente, o como la podemos trasladar a la vida cotidiana, incluso transgrediendo las normas culturales predominantes. En este sentido hemos dado un paso en esta jornada con la incorporación del colectivo trans. Es una manifestación concreta de cómo entendemos la libertad, de que las normas sociales imperantes no pueden mandar sobre nuestra vida.

Chari Ronda: También hay que remarcar que las reivindicaciones feministas siempre van más allá del objetivo legal. No es que las leyes surjan de la nada y las feministas tengamos que estar agradecidas. A la inversa, son fruto de muchos años de los movimientos sociales, y en este caso los feministas. Son necesarias, pero también insuficientes, sea porque no van acompañadas de los recursos para plasmar lo que enuncian o porque tienen limitaciones importantísimas, como la ley del aborto, que sigue atentando contra la libertad.

Destacáis la incorporación de las personas trans en esta edición de las jornadas. ¿La visión de los feminismos es diferente ahora que hace 40 años?

N.M.: Como cualquier movimiento social y transgresor, de alguna manera vamos acumulando experiencias, conocimientos y saberes, y eso afortunadamente nos abre, no sólo las organizaciones feministas sino cada una de nosotras. Y en relación a estos 40 años hay otro elemento que determina que no volveremos atrás seguro, más allá de quien gobierne o los cambios legislativos, y es que el número de mujeres que nos sentimos feministas y llevamos a la cotidianidad de nuestras vidas el luchar por nuestros espacios y nuestros derechos ahora somos miles y miles. Esto no tiene marcha atrás.

C.R.: También es importante que ya no hablamos de feminismo como si fuera un feminismo único y universal, hablamos de feminismos, entendiéndolos como algo heterogéneo y en continuo movimiento. No hemos decidido incorporar los trans, se incorporan solos porque sus necesidades y la opresión que sufren hacen que sea un colectivo minoritario con el que compartimos desgraciadamente muchas de estas presiones que ejerce el patriarcado.

En el programa de las jornadas podemos ver esta pluralidad. Por ejemplo vemos mesas con posturas contrapuestas sobre un mismo tema, como es la prostitución.

N.M.: Posiblemente es el tema en el que más hay esta contraposición. Esto es un debate real en la sociedad y es positivo que se exprese en el movimiento feminista, porque en este debate podemos crecer conjuntamente. En las jornadas de hace 10 años también estuvo presente, y para nosotras lo importante es que las compañeras de los grupos de prostitutas feministas se hayan apuntado a las jornadas y participen. ¿Saldremos de las jornadas con una única postura? Seguro que no. Es un tema lleno de matices, pero está bien que hablamos.

Internet se ha convertido en uno de los campos de batalla del feminismo. En las jornadas hay sesiones sobre Memes Feministas o diseño gráfico contra el patriarcado. ¿Las jornadas permitirán crear un punto de encuentro entre las que dominan más este mundo y las que no lo conocen tanto?

C.R.: Cuando les preguntamos a las veteranas feministas, están realmente preocupadas porque haya más mujeres jóvenes que nos vayamos incorporando. No queremos hablar de relevo generacional, porque parece como si hubiera un legado que se traspasará a las jóvenes, como si no aportaran nada, pero sí que nos preocupa el compartir, la transfusión, la mezcla o el enriquecernos. Será un reto para estas jornadas y hemos hecho un esfuerzo muy grande para que haya representadas mujeres de todas las generaciones. Hablamos de feminismos y mucho de este enriquecimiento y pluralidad tiene que ver con feminismos jóvenes y las necesidades e inquietudes que han puesto sobre la mesa.

Hoy cuando abres las revistas o webs de tendencias parece que el feminismo esté de moda.

C.R.: ¡Ojalá! Creo que muchas veces se hace un uso muy ligero de la palabra feminista. Muchas veces no se acaba de entender que el feminismo es una manera de vivir el mundo, de habitarlo, de relacionarte con los demás, con las parejas, las amistades, el entorno, la ciudad... Es esta mirada crítica, lo que llamamos las gafas lilas. Es hacer una apuesta porque hay otras maneras de vivir en el mundo, que se contraponen con estas maneras heteropatriarcales, gubernamentales, institucionales, con las que no estamos de acuerdo. Pero muchas veces hay quien se piensa que es feminista porque es mujer y defiende la remuneración igualitaria. Ya está bien, ¿no? Nosotras no tenemos la autoridad de dar carnés de feminismo. Pero la prueba del algodón del feminismo es como con el paso del tiempo tu compromiso aumenta y ya no puedes dar marcha atrás. Las modas pasan, y el feminismo tiene una permanencia en el tiempo.

N.M.: Añadiría que es importante diferenciar entre la palabra y la acción. Los feminismos pusimos sobre la mesa la necesidad de poner a las personas en el centro de las políticas pequeñas y las grandes políticas, que lo fundamental es garantizar que el conjunto de las personas tengan las necesidades básicas cubiertas, y todo ello relacionado con el trabajo de cuidados, tan imprescindible en nuestra sociedad. De repente, en los últimos 7 u 8 años hemos ido viendo como el objetivo de poner a las personas en el centro ha ido entrando a formar parte de los programas de la mayoría de partidos, pero no de sus acciones.

La sostenibilidad de la vida es uno de los ejes de las jornadas.

N.M.: El capitalismo y el patriarcado nos están diciendo que el conjunto de los sistemas sociales funcionan de forma independiente, y eso no es verdad. No es verdad que la producción de bienes y servicios sea lo que mantiene las personas. Son los cuidados, las redes sociales que cubren una parte importante de las necesidades básicas. El cuidado, la producción, el cómo producimos –si lo hacemos destrozando el planeta– y el papel de la migración son al menos cuatro patas que se deben tratar de forma conjunta.

Se trata de un evento no-mixto. ¿Por qué esta opción?

C.R.: Se hace una crítica en negativo, centrada en que es un criterio excluyente, pero este debate es muy perverso. Lo que defendemos es que queremos preservar la importancia de los espacios de relación y encuentro de mujeres, lesbianas y trans, en este caso, y los debemos preservar hoy y siempre. Esto no es incompatible con que tengamos alianzas con los aliados del feminismo, con hombres feministas y con movimientos mixtos, pero reivindicamos, y lo decimos en voz alta, la necesidad, el deseo y la decisión de que haya espacios sólo de mujeres, lesbianas y trans. Por otra parte, pensamos que los hombres tienen que hacer sus procesos, deben hacer su lucha y su recorrido. Nosotros ya llevamos muchos años haciéndolo y los acompañaremos si nos necesitan en algún momento y caminaremos juntos en algunos momentos del camino, pero nuestra decisión política es ésta.

N.M.: Además, la vida es mixta. Necesitamos encontrarnos entre nosotras y compartir saberes, experiencias y crecer. Es una manera de empoderarnos individual y colectivamente, y si no tuviéramos estos espacios sería muy difícil. Es una necesidad vital. Cada vez más movimientos sociales tienen grupos propios de mujeres, sean sindicatos, partidos, movimientos reivindicativos en los barrios, ...

M.O.: Los cambios de mentalidad cuestan mucho, y los agravios son históricos. Si han sido 2.000 años diciéndote que te calles, llega un momento que ponerte a hablar cuesta mucho.

¿En espacios mixtos que se definen como feministas se imponen también dinámicas machistas?

C.R.: Lo constatamos día a día. Es fundamental entender que el machismo es estructural, tiene que ver con valores socioculturales y está super arraigado. ¿Cómo podemos pensar que un espacio feminista o de izquierdas que es mixto está libre de machismo? Es muy difícil liberarse de esta carga. Recuerdo una profesora que tuve cuando era jovencita. Una alumna le preguntó si tenía que ver con el machismo alguna cuestión genética o de nacimiento, y ella contestó que ojalá, porque ya habrían inventado la medicina que curara el machismo. Es mucho más difícil incidir sobre una cuestión sociocultural que sobre una cuestión genética. Esto explica la dificultad de cambiar este arraigo del machismo.

Apuntabas que los hombres también tienen que hacer su camino.

C.R.: Si queréis, claro.

¿Se están implicando más hombres en esta cuestión? ¿Se está cuestionando más el modelo de masculinidad?

C.R.: No podemos generalizar, pero una parte minoritaria de los hombres está reflexionando y se está dando cuenta de que ellos también pierden con el heteropatriarcado. Pierden mucho menos que nosotras, claro, porque les da muchos privilegios, pero los que son inteligentes, reflexivos, también se están dando cuenta de que ellos también pierden. Ya me gustaría que fuera más generalizado, pero los neomachismos y micromachismos demuestran que bajo esta fachada de izquierdas de hombres alternativos se esconden formas de violencia o discursos machistas. Se trata de cambiar de forma de vida, como se relacionan con la pareja, con las compañeras de trabajo, ... como ejercen su poder.

¿Los feminismos son de izquierdas por definición?

M.O.: El feminismo se origina vinculado al socialismo, y clásicamente es de izquierdas, porque siempre se ha declarado con otro mundo posible, no con el mundo dominante. Pero también es verdad que entre las sufragistas, por ejemplo, había dos vertientes, que salían de las mujeres que estaban lavando la ropa pero también de las burguesas. Nosotros siempre nos hemos preguntado si en política sería posible que, como mujer, seas del partido que sea, votes una política en favor de las mujeres, que todas las mujeres voten conjuntamente, pero esto no ha ocurrido todavía.

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