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40 años de un centro abierto al debate y a la innovación

El edificio de la Fundació, obra de Josep Lluís Sert, en plena construcción / Fundació Miró

Oriol Puig

Barcelona —

No se llega a conocer bien Barcelona si no se visita la Fundación Miró. Este centro artístico no es sólo un enclave en la montaña de Montjuïc desde donde se puede contemplar una excelente panorámica de la ciudad, con el Tibidabo al fondo, ni un museo con exposición permamente de la obra de uno de los más excepcionales artistas del siglo XX. La Fundación Miró, obra del arquitecto Josep Lluís Sert, es la síntesis de cómo el contenido, la estructura que lo alberga y la función que desarrolla pueden conseguir estar plenamente equilibrados.

No es extraño que esto suceda así. La idea de la Fundación Miró comenzó a gestarse con el entusiasmo del propio Miró, junto con el del arquitecto Josep Lluís Sert, amigo personal del pintor, y el promotor artístico Joan Prats cuando, después de asistir a la inauguración de una exposición de Miró en 1968, en la Fundación Maeght de Saint Paul de Vance, comenzaron a desarrollar el proyecto futuro para Barcelona. Dicho y hecho, Sert, decano de arquitectura en la Universidad de Harvard, puso la generosidad de su trabajo, el Ayuntamiento de Barcelona cedió el solar, y Miró, el gesto de desprenderse de su propia obra y el objetivo que su fundación no llegara a ser un mausoleo en vida, sino un espacio abierto para la investigación creativa.

Así nació el denominado Centro de Estudios de Arte Contemporáneo, que abrió sus puertas el 10 de junio de 1975. Sería justo un año después de que muriera Franco para “evitar dar protagonismo al régimen, que ya respiraba anacronismo y se veía como una rémora, y vincularlo a un centro concebido no como museo clásico, sino como un espacio abierto y dinámico”, evoca Jaume Freixa, presidente de la Fundación Miró.

Los atractivos de su visita son múltiples y cada persona tiene que descubrir su propio vínculo con un espacio que une todas sus dependencias con la magia de la luz que tan bien supo incorporar Sert a la arquitectura. Luz directa a las terrazas, donde en medio de esculturas contemplamos la ciudad; luz tamizada en las salas, y luz comprimida en los sótanos donde se encuentra el Espai 13, una zona dedicada en exclusiva a la presentación de propuestas artísticas jóvenes.

Desde su inauguración, el edificio ha vivido dos reformas, ambas realizadas por Jaume Freixa, discípulo de Sert. La primera se realizó en 1988 y supuso el aumento de un cincuenta por ciento en su superficie para exposiciones. La última, en 2001, lleva el nombre de Sala K en honor al coleccionista japonés Kazumasa Katsuta, quien cedió a la Fundación la mayoría de las obras de Miró que pueden contemplarse en el nuevo espacio.

En estas cuatro décadas ha organizado 617 exposiciones, 2.000 actividades y ha acogido 13 millones de visitantes, ha cumplido su objetivo de ser foco de referencia de la obra de Miró. La voluntad de la Fundación Miró, que el año pasado recibió 490.000 visitas, es “mirar hacia el futuro”, comenta su directora, Rosa Maria Malet. Por ello, este año conmemorativo culminará, en la primavera de 2016, en una nueva presentación y remodelación de la colección permanente, que, con la voluntad de “reforzarla y enriquecerla”, contará con unas 20 obras nuevas, cedidas en depósito por un tiempo indefinido por la familia del pintor, además de integrar el recorrido general las colecciones del japonés Kazumasa Katsuta, que ahora ocupan una sala concreta.

De la nueva temporada, con muchas actividades abiertas a la ciudadanía, destaca la exposición monográfica Miró y el objeto (del 28 de octubre al 17 de enero), comisariada por William Jeffett. Con 125 obras, que incluyen pinturas, collages, objetos, cerámicas y esculturas de la fundación y de colecciones de Europa y América, el recorrido investiga la evolución de la mirada del artista sobre el objeto, que llevó el artista catalán a explorar nuevas técnicas y materiales contribuyendo así a cambiar la concepción del arte.

La retrospectiva Alfons Borrell. Los trabajos y los días (del 2 de julio al 27 de septiembre), comisariada por Oriol Vilapuig, recuperará 200 obras de este representante de la abstracción pictórica en Cataluña. Mientras que la muestra del ganador del último Premio Internacional Joan Miró, el artista Ignasi Aballí (del 16 de junio de 2016 al 2 de octubre), será el colofón del año conmemorativo, el proyecto Cuando las líneas son tiempos, comisariado por Martí Manen, se podrá ver desde octubre hasta el 11 de septiembre de 2016 en El Espai 13.

El fondo de la fundación, -217 pinturas, 178 esculturas, 8.000 dibujos, obra gráfica ... - y el archivo dado por el artista y su familia, de 10.000 documentos, lo ha convertido en el centro de referencia internacional en cuanto a la conservación, el estudio y la organización de exposiciones de Miró. Mientras sigue la ampliación del catálogo digital, del que una gran parte ya se puede consultar en internet.

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