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El Diari de la Cultura forma parte de un proyecto de periodismo independiente y crítico comprometido con las expresions más avanzadas del teatro, la música, la literatura y el cine. Si quieres participar ponte en contacto con nosotros en  fundacio@catalunyaplural.cat.

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Una emotiva lección de teatro

La agresividad se destapa en 'El loco y la camisa'.

Toni Polo

Teatro de emociones puras y duras. Un texto terriblemente realista que, a fuerza de carcajadas, nos muestra con toda crudeza el drama que esconde una familia vulgar de Buenos Aires (o de Barcelona, o de Berlín, o de Nueva York). Cinco actores gloriosamente absorbidos por sus personajes. Un público entregado desde el primer minuto a la causa del teatro emotivo, del teatro genuinamente sencillo, del teatro de proximidad, del teatro real, un público que acaba de pie aplaudiendo hasta sangrar. Y, entre tantos méritos, una queja: ¿por qué esta obra pasa por Barcelona en voz baja (¡sólo está en cartel hasta el domingo!), ajena al festival Grec, después de pasar ahora mismo por Tarragona sin que casi nadie haya dicho nada y (lo que es más grave) por la Nau Ivanov de Barcelona hace un par de años, dentro del Festival Ulls?

La obra transcurre en la casa de una familia humilde del sur de Buenos Aires en un día que debería ser muy especial porque la hija quiere presentar a su novio a los padres. Estos llevan una vida anodina, aburrida, típica: ella habla, él no la escucha, ella pregunta, él miente, ella calla, él otorga... La hija suspira por abandonar la casa y parece que lo ha conseguido enamorando a un buen chico de la zona norte, un gran partido, sin duda. Esta familia rabiosamente común, sin embargo, esconde un trapo sucio: el hijo loco. El hijo que no piensa lo que dice, sino que dice lo que piensa. Poco a poco, en una hora de función, el drama, la vergüenza de la familia irá aflorando gracias a las geniales interpretaciones, a la clarividencia y la crueldad inocente de este hijo loco. “Si nadie te pregunta, no tenés por qué andar todo el tiempo diciendo lo que pensás”, le recrimina, amargada, la hermana. Y nos resulta inevitable plantearnos preguntas que no tienen nada de retóricas: ¿quién es el loco? ¿Es más loco que vive en la mentira o quien dice la verdad? Al responder estas cuestiones, captaremos un mensaje duro, crudo, sangrante: malos tratos, desahucios, infidelidades, violencia de género ... Todo cabe tras las apariencias que tanto se esfuerzan en mantener.

La grandeza del teatro es la de hacernos ver la realidad, ni más ni menos. El humor, aquí, se convierte en la mejor herramienta para denunciar el drama. El espectador queda atrapado en la genialidad del hijo (presuntamente) loco, en la desesperación ciega y la ternura de la madre, en la intransigencia del padre, en los caprichos y las ilusiones de la hija, en la superioridad del novio. Personajes meticulosamente trazados, ensayados, vividos.

Los que disfrutaron con La omisión de la familia Coleman, del también argentino Claudio Tolcachir (quien vuelve, este sí, al Grec, del 24 al 27 de julio, en el Romea con El viento en un violín), saben de qué estamos hablando. Hablamos de teatro hecho desde las emociones, desde la interpretación pura, desde el convencimiento y desde la implicación de todos los actores. Desde Nelson Valente, director y autor (en un proceso de creación basado en la improvisación, a fuerza de ensayos y ensayos, al estilo de Jordi Casanova, por ejemplo), hasta el último miembro de la compañía, pasando , por supuesto, por los actores Julián Paz Figueira, Lide Uranga, Ricardo Larrama, Soledad Bautista y José Pablo Suárez. Hablamos del teatro que se desarrolló a raíz del corralito, hace más de 10 años, representado por pura pasión, no por dinero, en pisos (departamentos) de las ciudades argentinas hundidas bajo la depresión económica, con el público pegado a las paredes y respirando el aliento de los actores. Un teatro que, gracias a la gestión que se está haciendo de la crisis en Catalunya y en el resto de España, nos va sonando cada vez más. (Algo tendrá que agradecer, al final, el mundo de la cultura a la prima de riesgo, a los recortes, al 21% ...)

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