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Plantas cerradas con cadenas y camas inoperativas en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa

Planta cerrada con un cadenado y camas inoperativas en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa

Josep Cabayol / Siscu Baiges

Algunas áreas del Hospital Verge de la Cinta de Tortosa están inoperativas y numerosas habitaciones están cerradas. Este hecho se produce mientras se mantienen las largas listas de espera en el hospital y con un servicio de urgencias a menudo cercano al colapso, que, durante los próximos meses, se verá agravado por la incidencia de la gripe. El cierre de plantas por medio de unos aparatosos candados que impiden el acceso deja, además, inoperativas las salidas, en caso de emergencia o evacuación.

El director territorial del Servicio Catalán de la Salud, Albert Gómez, justifica que no estén operativas todas las camas con el argumento de que “no se cierran, se gestionan”. Asimismo asegura que las camas pueden ser operativas en cualquier momento, ya que las tomas de oxígeno, por ejemplo, pueden ser activadas si es necesario. La realidad es, sin embargo, que las habitaciones cerradas están desprovistas de equipamientos o no cuentan con camas y otros materiales.

La dirección del centro insiste en que en el hospital “no se cierra ninguna planta”, y que parte de las camas no se pueden utilizar porque se están haciendo o se harán obras en el recinto, un argumento que ha servido, en ocasiones, por ejemplo en el Hospital de Bellvitge, para no reabrir todos los que se cerraron durante el verano en años anteriores.

En el Hospital Virgen de la Cinta hubo críticas, como en muchos otros hospitales catalanes, por el cierre de camas en verano pasado. Sindicatos, trabajadores y usuarios denunciaron que los 237 camas del hospital se cerraron 76, un 32%, y que los siete quirófanos habituales sólo en estuvieron funcionando dos durante el mes de agosto. Esto provocó que algunos de los pacientes que llegaban a urgencias y debían ser intervenidos de manera urgente, debieran permanecer en camillas en los pasillos.

Por otra parte, la tendencia a incrementar la actividad de la cirugía menor ambulatoria (intervenciones que cursan alta sin ingreso hospitalario) hace que el retorno de estos pacientes en su domicilio permita ahorrar dinero en el hospital, pero incrementa los gastos y la carga sobre ellos y sus familiares. Este hecho es especialmente grave en los casos de personas de edad avanzada o con movilidad reducida, donde el entorno domiciliario no es precisamente el más idóneo para su cuidado.

Numerosos pacientes han denunciado que las hospitalizaciones domiciliarias son precipitadas y que a menudo han tenido que reingresar al centro sanitario a través del servicio de urgencias para recuperarse adecuadamente.

Abrir camas supondría contratar más personal sanitario y la administración de la Generalitat no apuesta, precisamente, por aumentar el gasto en este capítulo, ni siquiera mantenerlo. De hecho, la dirección del hospital presenta el cierre de camas como un éxito ante los niveles superiores de administración de la Generalitat.

Las Terres de l'Ebre presentan, además, una distribución territorial que agrava las consecuencias del cierre de camas y la reducción de servicios. Se trata de un territorio grande y disperso, con muchas pequeñas poblaciones alejadas de las capitales comarcales donde se encuentran los centros hospitalarios. La población de referencia es de unas 200.000 personas distribuidas en un territorio de 3.300 kilómetros cuadrados, que representa el diez por ciento de Catalunya. Además, como recogía un artículo publicado por este diario, el nuevo modelo de gestión del transporte sanitario en las Terres de l'Ebre ha levantado críticas entre usuarios y trabajadores ya que según dicen el modelo ahora vigente cuenta con menos ambulancias.

A los usuarios del Hospital Verge de la Cinta de Tortosa les cuesta entender que haya pacientes en camillas en los pasillos del servicio de urgencias, que no se les ingrese en una habitación del centro o se les derive a otro centro hospitalario cuando hay equipamientos y habitaciones cerradas en el propio centro. Entre 2011 y 2014, el Hospital Verge de la Cinta recibió 1.142 reclamaciones por parte de los usuarios, sólo superado por el Hospital de Bellvitge (2.693), Vall d'Hebron (2.514) y Joan XXIII (2.488). Una reclamación por cada 175 habitantes, muy por encima de la proporción correspondiente al resto de los grandes hospitales más grandes del Instituto Catalán de la Salud (ICS).

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