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Frustración por el nuevo confinamiento en Lleida: “Da rabia. No sé cuándo podré ver a los míos”

Eva Clotet y Mar Lamas

Rosa Matas

Lleida —
6 de julio de 2020 22:22 h

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Fastidio y conformismo. Paciencia y rabia. Es lo que da vueltas en las conversaciones de la gente de la comarca leridana del Segrià desde el sábado, cuando el president de la Generalitat, Quim Torra, anunció el cierre perimetral que su consellera de Salud, Alba Vergés, negó más de tres veces horas antes, en una rueda de prensa en Lleida, mientras los Mossos d’Esquadra ya preparaban el operativo.

A Dolos Sumalla el anuncio del president le pilló en su autocaravana en la playa de L'Hospitalet de l'Infant (Tarragona) con su pareja y sus dos hijos, Adrià y Aleix. Habían llegado el viernes por la noche y tuvieron que correr para volver. “Volvimos con resignación –dice– somos responsables, hubiéramos preferido saberlo el viernes, no habríamos ido igual que mucha gente de Lleida que estaba en Salou y Cambrills”. Era su primer fin de semana de playa después de un mes sin moverse.

Más lejos estaba María Martín Vinuesa. Si lo hubiera sabido el viernes no se habría ido con su pareja y sus hijas, Leonor y Claudia de 6 y 4 años a Veguillas (Guadalajara). “Tuve que llevar a las niñas a Aldealcorvo (Segovia), con mis padres, por si cerraban la escuela de verano en la que había apuntado a las niñas, y volver corriendo a Lleida. Nos podían haber confinado el viernes, en vez del sábado a las 10 de la mañana. Tuvimos que correr para llegar mientras los restaurantes podían estar llenos. De locos”, relata.

Prisas también para volver desde la Vall de Boí en la familia de Noelia Frisec. “El sábado nada más comer nos volvimos. Da rabia, mi familia es de Huelva y no sé cuánto durará esto, no sé cuándo podré ver a los míos”, lamenta esta leridana.

En muchas terrazas las conversaciones giran alrededor del monotema. Mar Lamas y su amiga Eva Clotet viven la situación con malestar y conformismo. Lamas, dedicada al mundo editorial, considera que no va mal que confinen “porque realmente se estaba yendo de las manos”. “Para mí es preferible cortarlo un poco antes que dejarlo así y que tengamos que volver a llorar, aunque esta situación agobia y crea problemas a nivel de trabajo. Y de familia. Es lo que toca”, agrega.

Eva Clotet es trabajadora de Turisme de Lleida, Sin vacaciones a la vista, ella las disfruta en octubre, afirma que en Lleida mucha gente se pregunta qué se ha hecho tan mal para que haya tanto contagio. “Mucha gente culpa a los que han venido a recolectar la fruta. Sí, es un grupo importante que viene cada año, pero tal como estábamos se tenía que haber frenado esta llegada, aunque es difícil por el mensaje que llega al resto del país sobre el mucho trabajo que hay en Lleida”, explica.

Y Mar Lamas añade: “Ha habido mala gestión en las fuerzas de seguridad, no han cumplido su trabajo. Estábamos confinados todos cuando estas personas no estaban en Lleida y llegaron sin un lugar fijo donde estar. O no se les pidió ninguna documentación o se les dejó moverse. Tenían que haberles pedido que se dieran la vuelta porque estábamos confinados. Hubo mucha flexibilidad, en el lugar de origen se les había tenido que impedir moverse. Han llegado, muchos no tienen trabajo y muchos están enfermos y sin familia que les atienda”.

Cuenta también que a Lleida llega mucha gente de la Franja (Huesca) y que el Hospital Universitario Arnau de Vilanova es el que los atiende. “Es normal que haya pasado lo que ha pasado, es mejor prevenir, creo que confinar es una medida de prevención”.

Entre quienes miran con paciencia el encierro de la comarca, salvo para cuestiones laborales, está Vanja Milanovic, exjugador de la Unió Esportiva Lleida al que en su época en activo le llamaban Pepe Milanovic. Nacido en Sarajevo y con más de treinta años en la ciudad, cree que el confinamiento es para bien de todos. “Por mucho que te hayas planeado algunas cosas, si da buenos resultados pienso que hay que confinar a la gente para que no vaya a más. Hay que adaptarse, yo sé que es malo para la industria, para todo, pero peor será si esto va a más y hay confinamiento total”, afirma convencido.

“Hay que adaptarse, hay que respetar las normas, hay mucha gente que no respeta las indicaciones de mascarilla, distancia e higiene. Veo mucha gente, más que nada jóvenes que no lo respetan. Cuando alguien ve mi mascarilla puede pensar que lo hago por protegerme. No. Mi mascarilla te protege a ti y la tuya a mí”, asevera. Tiene planes de vacaciones en agosto. Su hija trabaja en Londres y su hijo en Madrid. Les espera en agosto para hacer una semanita juntos. “Iremos viendo, están pasando cosas, este año hay que improvisar”.

Se ha improvisado mucho estos días. Algunas empresas han aceptados cambios de vacaciones de última hora que han permitido a algunos leridanos irse a su segunda residencia de la playa en Cambrils. Es en el mundo empresarial es donde más descontento hay con la Generalitat. El presidente de la Cámara de Comercio de Lleida, Jaume Saltó, habla de improvisación en muchos aspectos, desde la toma de la decisión del confinamiento habiendo anunciado horas antes que no se haría, hasta la permisibilidad de que personas con coronavirus no se queden en sus casas.

“Nadie quiere ponerle el cascabel al gato, si es necesario, que se recurra al juez para ordenar aislamientos domiciliarios y no me refiero solo a los temporeros”, afirma. Para Saltó, la Generalitat no ha tenido en cuenta a los empresarios de Lleida que han hecho inversiones importantes para cumplir todos los protocolos. Se queja de que ni siquiera ha habido un encuentro con las empresas, habla de falta de sensibilidad y de falta de credibilidad del Govern refiriéndose al viernes, cuando Vergés afirmaba que no se confinaba el Segrià.

El empresario cree que habría sido mejor confinar el mismo viernes o que, anunciado el sábado, fuera efectivo del lunes. Insiste en que la hostelería tendrá que tirar producto, que las anulaciones de hoteles han sido elevadas y que las medidas han tenido un impacto muy fuerte en las rebajas del domingo.

Mientras, la Generalitat está pidiendo a líderes de opinión en Lleida entre los jóvenes que difundan medidas de seguridad para evitar contagios, especialmente en Instagram. El Senyor Postu, un personaje que se esconde bajo un sombrero del Aplec del Caragol y una máscara de Spiderman, con 75.200 seguidores en Instagram, 68.000 en Facebook y 24.000 en Twitter es uno de los influencer kilómetro cero que la Generalitat ha pedido ayuda. Estos días pide a la los jóvenes que queden con sus amigos “pero que corra el aire”.

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