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De la intimidad de un salón a un auditorio: la banda sonora de los últimos días de Arcadi Oliveres

Albert Oliveres, interpretando en directo 'Preludis d'un adeu'

Meritxell Rigol

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El mundo podría funcionar de forma radicalmente justa si aplicamos algunas recetas básicas. Eso es lo que durante décadas Arcadi Oliveres expuso ante cualquiera dispuesto a escucharle. Conferencias, clases y calles acogieron la modesta elocuencia y constancia de este profesor de economía y activista por la justicia global. Tras diagnosticarle un cáncer terminal, Oliveres no volvió a los escenarios habituales micrófono en mano. Pero permitió que su casa se convirtiera en un espacio para conversaciones con las que siguió ofreciendo su lucidez durante unas semanas más.

“Fue una muerte muy pública por decisión de Arcadi. En casa nos ayudó mucho que fuera algo abierto y compartido, aunque hubiera momentos que necesariamente tenían que ser íntimos”, cuenta su hijo, Albert Oliveres Künzi. Los 15 días antes de fallecer, hace dos años, las visitas quedaron reservadas a las personas más próximas. Mientras Arcadi reposaba en una butaca, Albert se sentaba al piano e improvisaba. El resultado fue una decena de piezas que posteriormente recogería en ‘Preludis d’un adeu’ (Primavera Labels). Vacía, la butaca se convirtió en portada del disco, ilustrada por su hijo Bernat.

Este 6 de mayo, sus preludis sonarán en concierto en la escuela de música l’Antàrtida del barrio de Sarrià de Barcelona, donde Oliveres Künzi estudió y trabaja de profesor. Un lugar que “es casa”, describe. Será en el marco de las actividades de la Semana por la Paz Arcadi Oliveres, que organiza Justícia i Pau, la entidad que el activista presidió durante años. “Poner este trabajo en un escenario requiere de un trabajo muy cuidado”, reconoce el músico.

“Cuando él estaba en el comedor y yo tocaba, no estaba haciendo un homenaje a mi padre, le estaba haciendo compañía. Es al hacerlo público que se convierte en homenaje”, remarca el músico. Como siempre suele hacer cuando pone las manos sobre las teclas, aquellos días Oliveres Künzi grabó sus improvisaciones con el móvil, “por si de allí salía algo interesante”. En esta ocasión, más allá de la música creada, lo que reescuchó en esos audios fue cómo sonaba la vida en la casa.

Una puerta. El teléfono. Alguna respiración profunda. “Que bonica, aquesta!” (“¡Qué bonita, esta!”). Un ataque de tos. Balbuceos de criatura. Una conversación de fondo. Pasos. “Seu, seu! Un concert. Improvisacions!” (“Siéntate, siéntate. Un concierto. Improvisaciones”). La cucharilla removiendo en la taza. Todas esos testimonios de la cotidianidad han sido conservados en el disco final. “Con los sonidos de ambiente, se explica mucho mejor el momento que estábamos viviendo”, afirma Oliveres Künzi.

Reconoce que si no fuera “con las grabaciones crudas”, los temas del disco probablemente no habrían visto la luz. “No al menos sin trabajarlos más”, afirma el pianista. Pese a ello, fue nominado en la última edición de los premios Enderrock, referentes de la música catalana, al mejor disco de música clásica.

Aparte del “público más agradecido” que tuvo en casa, los temas del disco solo han sido escuchados en directo en otra ocasión, el 6 de abril de 2022, en el primer aniversario de la muerte de Arcadi Oliveres.“Tras meses de tenerlos un poco aparcados, escucharlos para preparar el concierto y volver allí, a esos días en casa, remueve. Aunque a la vez creo que hacer el disco me ha ayudado en el proceso de duelo”, explica Oliveres Künzi. “He sentido emociones que estás obligado a sentir en momentos así y poderlas canalizar, hacer algo creativo de ellas, y obligarte a hablarlo es terapéutico”, aprecia el pianista.

Un retrato sonoro de los días antes del adiós

Arcadi Oliveres sabía que aquello que su hijo había creado junto a él, para hacerle más llevaderos algunos ratos, podría llegar a tener otro público. “Este trabajo es coherente con el proceso de hablar de la muerte que mi padre decidió hacer, por lo que al plantearle que me parecería bonito compartir lo que había grabado en casa, aún sin tener claro en qué formato, me dijo que adelante”, recuerda su hijo.

En 11 temas, ‘Preludis d’un adeu’ evoluciona, no solo hacia la muerte, sino hacia su aceptación. “Las primeras músicas son más caóticas y desordenadas, es un momento más tenso, y las últimas, de los momentos finales, en los que hemos aceptado lo que viene, transmiten más paz”, cuenta el compositor.

En la ceremonia del funeral, tocó la improvisación que cierra el disco, Adéu, el único tema que cuenta con un nombre. “Todas las piezas son especiales, pero esta es muy sentida, y se nota que cambia el espacio sonoro, ya no estamos en el comedor”, cuenta Oliveres Künzi, que explica que esta improvisación fue compuesta “con lágrimas brotando de las puntas de los dedos”.

El activista fue despedido en la capilla dels Caputxins de Sarrià. 50 años atrás, Arcadi Oliveres había participado allí mismo en la conocida como la Caputxinada, una de las principales demostraciones de fuerza de los universitarios antifranquistas. Para Arcadi Oliveres fue, sobre todo, un episodio de esperanza más fuerte que el miedo. Décadas después, este profesor de economía aplicada sería una de las caras referentes del 15-M y de las propuestas hacia vidas más vivibles para el 99%. Un referente que, gracias a sus palabras, sigue vivo hoy.

Mi padre no era una figura de cara a la galería, estaba muy comprometido, también con su familia”, destaca Oliveres Künzi. “Era una persona pública y muy atareada, y no siempre estaba. Pero en absoluto ha sido una persona ausente para nosotros”, añade. Dice que es tan referente para él como lo puede ser para muchas otras personas, “por su coherencia, por su compromiso, y por su optimismo”. “Para ser tan persistente, tienes que creer que es posible, y hace falta un punto de optimismo. Estoy muy contento de que me haya transmitido eso”.

Pasaron meses hasta que el piano que acompañó los últimos días de Arcadi tomó forma de disco y propuso a un público externo a la propia familia conectar con la cotidiana intensidad de un adiós que se acerca. “Poder despedirnos como lo hicimos es motivo de agradecimiento y alegría, es lo que querría para cualquier persona querida. Aunque, a la vez, hay emociones que llevan a la tristeza, a la rabia, a la incomprensión, y a la contradicción”, sintetiza el pianista sobre este recorrido personal, atravesado de un dolor y amor universalizables.

“Lo que vivimos y lo que explica fundamentalmente el disco es la importancia de tenerse las unas a las otras”, remarca Albert Oliveres, que se refiere así al sentido genuino de ‘entretenerse’, más allá de hacer más agradable el tiempo. De su trabajo, de lo vivido, una vital conclusión para quien escuche: “¡Entretengámonos, mientras podamos!”.

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