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El 90% de tortugas en centros de recuperación han ingerido plásticos: “Son un indicador del estado de los mares”

Una de las tortugas que se recuperan en el CRAM de Barcelona

Meritxell Rigol

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Una etiqueta de botella, un trozo de vaso y restos de bolsas han salido del estómago de una tortuga. En cuatro palmos de animal se acumulaba casi otro de plástico. Llegó al centro de la Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM), en El Prat de Llobregat (Barcelona), con heridas en las aletas. Había quedado atrapada en una red de pesca, como buena parte de las tortugas que atienden. La gran mayoría —por no decir todas— también comparten el problema de haber ingerido un gran volumen de residuos plásticos.

El equipo del CRAM lo detecta en más del 90% de tortugas rescatadas y advierte que estos animales suponen un buen “bioindicador de la contaminación de los mares”, con un impacto que no se limita a los habitantes marinos. “Un mar lleno de plásticos afecta de forma general a la biodiversidad, desde las plantas hasta los seres humanos, y dificulta la producción de oxígeno que proviene de las plantas acuáticas, muy importantes para el planeta”, detalla Lucía Garrido, responsable del área de clínica y rescate del CRAM.

Sobre el pequeño porcentaje de tortugas atendidas en el que no detectan plásticos, el equipo veterinario del centro remarca que no significa que estén libres de ellos. Ven probable que hayan estado demasiado poco tiempo en recuperación como para llegar a expulsarlos antes de volver al mar. “Las tortugas tienen un sistema digestivo muy resistente, por lo que un estómago lleno de plástico no las mata directamente, sino que las daña y debilita”, cuenta Garrido.

El alto porcentaje de tortugas con trozos de plástico en el estómago —fragmentos visibles, sin entrar en la presencia de microplásticos— es una viva muestra de la enorme cantidad de estos residuos, altamente persistentes, que han terminado en mares y océanos. Los desechos detectados en playas mediterráneas del estado español son, de hecho, principalmente plásticos.

Según recoge el último informe del CRAM, más de 1.300 especies marinas han interactuado con estos restos contaminantes, que actúan de “esponja química” de sustancias como el mercurio. Su ingestión amenaza a 134 especies, incluyendo las 7 de tortuga marina.

Etiquetas de bebidas, tapones de botella o restos de envoltorios y vasos de plástico son los productos que más frecuentemente expulsan los ejemplares que llegan al CRAM, desde donde tienen claro que la acumulación en los mares es “de tal magnitud” que tardaremos décadas en apreciar una reducción de su presencia en el medio natural.

Una ley que no protege a las tortugas

Hace poco más de un año que España aprobó la ley de residuos, como transposición del marco normativo europeo sobre plásticos, con el objetivo de limitar los productos de usar y tirar. Pero los principales restos identificados en las atenciones a tortugas pertenecen a productos que quedan fuera de la reciente restricción comercial, establecida para productos como cubiertos y vasos no reutilizables, pajitas y bastoncillos de plástico. “Los envases no se consideran de un solo uso y son plásticos muy habituales; de hecho, son los que más detectamos, porque flotan y fácilmente son succionados por las tortugas”, detalla Garrido.

Desde inicio de este año y también tras la entrada en vigor de la ley de residuos, España ha introducido un impuesto a los envases de plástico no reutilizable: 45 céntimos por kilo. Diversas organizaciones ecologistas lo han considerado insuficiente para minimizar el uso de este material. “Cuando vas al supermercado, el 90% de lo que puedes comprar contiene plástico, que es lo que resulta más barato y útil a las empresas”, expone Garrido, que reclama medidas legislativas para que el plástico “no sea tan accesible”.

“La ciudadanía es una parte importante del sistema, nuestras acciones tienen consecuencias, por lo que tenemos que hacerlo lo mejor posible, pero hay decisiones que no están en nuestra mano de forma individual”, plantea la veterinaria. “Creo que cada vez estamos más implicados, pero hace falta que hagamos presión social para que haya una legislación potente ante los verdaderos causantes de la problemática”, reclama.

Fortalecer la legislación y minimizar el daño hecho

Para frenar la plaga plástica generada en pocas décadas, desde el CRAM plantean que usar plástico tiene que suponer un “sobrecoste” que fuerce a la industria a optar por alternativas. “El foco tiene que estar en los grandes productores de envases, que son los determinantes, no tanto en criminalizar a quienes los consumen”, remarca la responsable del área clínica y de rescate del CRAM.

Junto a fortalecer la normativa para conseguir minimizar el uso de plástico, desde este centro de recuperación de animales marinos defienden que es básico mejorar la gestión y reutilización de los residuos. “El reciclaje es una muy buena herramienta, pero es la última de la cadena”, insiste Garrido. “Quizás hacer la compra tiene que ser menos sencillo, pero más ecológico, menos rápido y más sostenible con el ritmo ambiental”, plantea la veterinaria, ante la necesidad de reutilizar mucho más los envases.

Diversos estudios de organizaciones ecologistas como Greenpeace y WWF detectan que los plásticos constituyen entre el 60 y el 80% de los residuos marinos a escala mundial. Estiman que hay más de 5 trillones de fragmentos de desechos plásticos, con un peso de unas 269.000 toneladas flotando en el mar. Esto, sin incluir los restos en el lecho marino o en las playas.

Las zonas costeras del Mediterráneo tienen una alta densidad de población y, además, atraen gran cantidad de turistas, especialmente en verano. A más gente, más consumo y, por tanto, más residuos cercanos a las costas. Además, en el CRAM ven otro tipo de impacto causado por el turismo veraniego. “Muchas tortugas que nos llegan en esta época tienen heridas por motos acuáticas, lanchas y barcos recreativos”, cuenta la veterinaria, que reclama “mucha concienciación en las ciudades turísticas”.

Más allá del turista, alimentar la conciencia de la población local es el tercero de los vértices en la respuesta que el CRAM plantea. “Es muy común apagar el cigarrillo y no tirarlo a una papelera”, tal como ejemplifica la responsable de clínica y rescate, sobre un gesto que resulta altamente contaminante.

Aunque no es habitual encontrar a personas en Europa que tiren la basura directamente al mar, muchas no tienen presente que una alcantarilla de cualquier municipio acaba allí. “Si no hay una buena gestión de residuos, aunque tu ciudad no tenga costa, pueden llegar los desechos al medio marino”, recuerda Garrido.

Al referirse a los plásticos que más a menudo detectan ingeridos por tortugas, la veterinaria explica que se trata de plásticos “tan ligeros que es fácil que vuelen de un lugar a otro”. Hasta ríos. Hasta la playa. Millones de veces. “Un gran daño ya está hecho, pero no es un daño terminal”, evalúa Garrido, que destaca la “resiliencia” de los animales marinos, especialmente de las tortugas, que “se han adaptado a muchísimos cambios”.

Para la veterinaria, cabe esperar que el escenario de contaminación marina mejore si se activan acciones, no solo para no agudizar el daño, sino para minimizar el que ya está hecho. Desde el CRAM consideran estratégicas las campañas de recogida de residuos que, según considera la responsable de su área clínica y de rescate, “las empresas que los han generado deberían costear”.

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