Márkaris: “La crisis crea hogar en las economías inestables”
Acodado tras una mesa en el imponente Archivo de la Corona de Aragón de Barcelona, Petros Márkaris se recoloca sus gafas demodé y, rascándose ligeramente la cabeza, espeta: “El sur de Europa no quiere hablar abiertamente de los errores cometidos; la culpa siempre la tiene el otro, también la de esta crisis, y esa actitud es algo que mi cultura germánica no tolera: siempre miro primero los errores que cometí yo”.
El escritor griego, que presenta estos días ‘Pan, educación y libertad’, el tercer ejemplar de su serie sobre la crisis, justifica de este modo un anuncio: la trilogía se convertirá en una tetralogía con un libro-epílogo que tratará sobre la responsabilidad del pueblo griego en la devastadora crisis que sufre desde 2008.
“Deberíamos ver primero qué errores cometimos nosotros para después achacar los que le correspondan a la Unión Europea y a sus políticas”, expone. “Pero los griegos nos saltamos lo primero y hablamos directamente de lo segundo para convertirnos en víctimas, y eso es algo con lo que no puedo estar de acuerdo”, continúa Márkaris.
Sentencia el escritor griego desde una posición “privilegiada”, la del ‘métèque’ al que cantó el también ‘métèque’ Georges Moustaki: Márkaris nació y se crió en Estambul, estudió y trabajó en Alemania y, desde hace medio siglo, escudriña, desde Atenas, la realidad griega.
“Mi condición me permite ser un observador distanciado y eso es un lujo”, reconoce el creador de Costas Jaritos, el sencillo e intuitivo policía que protagoniza sus novelas. “Y por eso puedo decir que los griegos cometimos muchos errores y que, mientras los cometíamos, nos lo pasábamos bien”, prosigue Márkaris, un economista que cambió los números por las letras.
“Los políticos también tienen su responsabilidad, claro, pero los griegos vivimos por encima de nuestras posibilidades, fuimos contra ellas, y de ahí el gran fracaso. No podemos sentarnos a esperar que los otros actúen sin asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos”, insiste Márkaris, cabeza visible de ese fenómeno literario etiquetado como novela policíaca mediterránea que también integra el fallecido Manuel Vázquez Montalbán.
“A diferencia de Conan Doyle, nosotros utilizamos una historia policíaca para hablar del clima social de nuestros países”, explica el escritor griego. “¡Yo no soporto a Sherlock Holmes, me pone de los nervios!”, exclama quien acometió la ingente tarea de traducir el Fausto de Ghoete. “Como tampoco soporto a Hércules Poirot y prefiero a Miss Marple, un personaje mucho más interesante”.
Márkaris no tiene pelos en la lengua. A través de Jaritos, en ‘Con el agua al cuello’, habló del papel de los bancos en esta crisis. Y en ‘Liquidación final’, de los evasores de impuestos, “un fenómeno que se da en todo el mundo”.
“Porque, ¿acaso algún alemán festeja que pagó los impuestos? Yo no conozco a ninguno. La diferencia radica en tener un estado organizado que luche contra la evasión”, apunta el novelista heleno, tras reconocer la dificultad de distinguir entre víctima y verdugo. “Los límites son difusos y eso es peligroso”, asume.
Sin declararse pesimista, Márkaris advierte de que “en los países con economías inestables, la crisis crea hogar y, cuando llega, se queda por largo tiempo”. Y la actual, añade, “no es sólo económica sino también de valores, lo que la agrava”.
“Además, ha acabado con la clase media, a la que hay que recuperar porque debería ser el motor económico y, si no es así, se generará un gran vacío”, receta el antiguo economista.
Aunque la principal salida a la crisis, asegura, pasa por “apoyar a los jóvenes”. “Tienen una cantidad de títulos con los que no pueden hacer nada y, también, mucho talento para manejarse con las nuevas tecnologías”, argumenta.
Como sucede en España y Portugal, los jóvenes griegos son los más afectados (un 60 por ciento, en los menores de 25 años) por el paro, que roza el 27 por ciento en el país heleno.
“Es cuestión de tiempo que estos chicos pidan cuentas a la generación de sus padres por todo lo que está sucediendo, por todo aquello que se ganaron y no están recibiendo”, avisa Márkaris. Y, como no cree en los sacrificios de la sociedad en general, apela a la conciencia y a la acción individual para empezar a poner algo de luz al final del túnel por el que aún transita Jaritos, junto al pueblo griego.