Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Peinado multiplica los frentes del ‘caso Begoña’ sin lograr avances significativos
El miedo “sobrenatural” a que el cáncer vuelva: “Sientes que no consigues atraparlo”
OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Médicos extranjeros, foco de precariedad: “No nos convalidan el título y ganamos mucho menos”

El 41% de nuevas altas colegiales en Catalunya corresponden a médicos extracomunitarios

Sandra Vicente

19 de febrero de 2023 21:44 h

22

Ana Graciela Angulo es dermatóloga y pediatra desde hace veinte años. Nació y se graduó en Venezuela, pero ya no vive en su país de origen. En 2018, su hija desarrolló un problema de salud que en España no habría comportado mayores complicaciones pero que en Venezuela sí ponía en riesgo a la pequeña. “Ni siquiera siendo médico podía garantizar su medicación”, recuerda Angulo.

Ahora Angulo vive en Catalunya. Su madre es española y ella, por tanto, tiene la nacionalidad y no dudó en mudarse. “Sabiendo cómo estaba mi país, lo primero que hice al graduarme fue hacer el trámite de homologación del título de medicina en España, para poder venir rápidamente si era necesario”, explica. Y así fue.

Empezó a buscar trabajo desde Venezuela y no le costó encontrar un puesto en una clínica privada del Baix Llobregat (Barcelona), debido a la falta estructural de médicos. Hoy ejerce como dermatóloga, pero no cobra como tal. Si a un médico con su especialidad le corresponden unos 2.500 euros al mes de base, la suya es de 1.500. El motivo es que España no reconoce a Angulo como dermatóloga pese a ejercer como tal.

El caso de la doctora Angulo es el de los cerca de 8.500 médicos que hay en Barcelona que se formaron fuera de la Unión Europea y que, por lo tanto, no tienen sus estudios homologados automáticamente. Suponen el 18% del total de facultativos colegiados. El número va creciendo: cuatro de cada diez médicos que se colegiaron en 2021 en la capital había estudiado fuera.



A pesar de la falta de médicos actual y de la pronta jubilación de centenares de profesionales pertenecientes a la generación del 'baby boom', una vez los facultativos llegan a España se enfrentan a un largo proceso para homologar sus estudios. Para empezar, encaran una media de dos años de espera para que se convalide el título en medicina general, durante los cuales no pueden ejercer.

“Esta es la fase fácil. Después de eso, empieza el suplicio”, asegura la doctora Angulo. Se refiere al proceso para convalidar su especialidad que, de media, dura ocho años. Se trata de un trámite que siempre ha sido muy lento y, ante las quejas del sistema médico, en 2010 las competencias pasaron del Ministerio de Educación al de Sanidad, que prometió convocar las pruebas una vez al año. Sin embargo, desde entonces solo se ha celebrado dos veces el examen, a las que se suma una convocatoria que se prevé para 2023.

La doctora Angulo lleva en España desde 2018 y todavía no ha podido presentarse a esa prueba. Ella forma parte del 80% de los médicos extracomunitarios que, en Catalunya, no tienen convalidada su especialidad. Pero eso no quiere decir que no ejerzan. “No tienen el título, pero acaban haciendo el trabajo igual, sobre todo en urgencias, en condiciones de gran precariedad”, asegura el doctor Jaume Padrós, presidente del Col·legi Oficial de Metges de Barcelona.



Ejerciendo sin título

La mayoría de médicos con formación extracomunitaria que no tienen su especialidad convalidada trabajan, según Padrós, en los servicios de urgencias. Es el único lugar en el sistema sanitario en el que solo se requiere el título de medicina general, sin necesidad de haber cursado el MIR.

Ahora bien, la ley deja un resquicio: en caso de que no se encuentren suficientes médicos, se podrá contratar a facultativos que no cuenten con la especialidad, ya sea porque todavía se están formando o porque no la tienen convalidada. Se trata de la misma excepción que permitió a estudiantes trabajar como especialistas durante la pandemia.

Este es el caso de la doctora Angulo, que trabaja como dermatóloga, pero no en condiciones de igualdad. Al ser contrataciones “extraordinarias y puntuales”, los contratos son de tres meses prorrogables. Esto obliga a doctoras como la venezolana, que cuenta con veinte años de experiencia, a trabajar constantemente bajo supervisión y a no poder optar a ascensos o promoción.

Esta situación es, según Padrós, “muy injusta” e “incomprensible” por la carencia de médicos que sufre España. “Tenemos una grave crisis demográfica de profesionales a la que nadie ha previsto cómo hacer frente, aunque los colegios de profesionales llevemos 15 años avisando”, recrimina.

En España no existe un registro de médicos, por más que colegios y asociaciones lleven años reclamándolo al Ministerio para poder planificar las necesidades de un futuro que ya es presente. Además, a las jubilaciones que vendrán se debe sumar el grueso de médicos que abandonan el país debido a las malas condiciones laborales españolas.

Ante esta situación, el Col·legi de Metges de Barcelona es el segundo (después del de Tarragona) en crear una sección para los médicos con formación extracomunitaria. De esta manera, pretenden generar un interlocutor que pueda negociar con el Ministerio de Sanidad y poner fin a un escenario que genera mucha incertidumbre, para los médicos y para el usuario. “No puede ser que haya médicos sin especialidad atendiendo porque no podamos organizar un sistema que funcione”, se lamenta su presidente.

Un proceso incierto

La doctora Angulo ansía pasar por la prueba que se debe convocar en 2023, pero también está preocupada. Este proceso consta de dos fases, una primera en que se evalúa la formación y se considera si es equivalente a la que se obtiene en la UE, y una segunda de examen práctico. La primera debería ser fácil, pero Angulo no las tiene todas consigo. “No hay unos criterios unificados a la hora de homologar las formaciones”, dice la doctora, que asegura que sabe de facultativos que, a pesar de tener la misma formación, “unos pasaron y otros no”.

En caso de pasar esa fase, los aspirantes se encuentran ante un examen que aprueba menos del 20% de los que se presentan. Si se suspende, se debe esperar dos años para volverse a presentar o bien optar por realizar dos años de prácticas sin remunerar. “¿Quién puede permitirse estar dos años sin cobrar?”, se lamenta Angulo.

Padrós considera que se deben poner más esfuerzos en el sistema de formación del país para abrir más plazas MIR, tanto para estudiantes españoles como para aquellos facultativos extranjeros que no cuentan con una especialidad, de cara a cubrir las plazas que se requieren. Y también solicita un mayor esfuerzo para agilizar el proceso de convalidación de los médicos extracomunitarios. “Somos un recurso y queremos trabajar”, asegura Angulo.

A esta doctora le angustia el hecho de estar entre el 80% de los facultativos que no superan el examen. “Llevamos muchos años aquí ejerciendo, pero estamos en el limbo. ¿Cómo se entiende que, después de casi siete años ejerciendo, alguien me pueda decir que no soy apta?”, se pregunta Angulo, que no entiende por qué habiendo una falta estructural de médicos no se les ayuda a regularizar su situación.

“Es una falta de voluntad, nos dicen que no somos suficientemente buenos para que nos convaliden el título, pero sí para tenernos trabajando ganando mucho menos, solventar sus problemas y atender a la salud de la población”, remacha la doctora Angulo.

Etiquetas
stats