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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

La CUP espera seguir marcando el ritmo del 'procés' aunque pierda diputados

Carles Riera, el cabeza de lista de la CUP, en la sede de los anticapitalistas

Oriol Solé Altimira

Pocos parlamentos en Europa pueden decir que su mayoría depende de un partido anticapitalista. Y esto ha pasado en el Parlament de Catalunya en los últimos dos años. La CUP aspira a seguir marcando el ritmo del 'procés' tras el 21D aunque pierda alguno de los diez diputados que tiene ahora, tal y como indican las encuestas.

Los anticapitalistas quieren continuar con el mambo del 1-O desplegando la república catalana proclamada el 27 de octubre (pero que finiquitó el 155). Y ya han dicho que votarán como president a Junqueras o a Puigdemont en función de cuál de los dos esté más comprometido con ello. Incluso se han ofrecido a entrar en el Govern, una petición que JxSí rechazó en la recta final de la pasada legislatura.

Los cupaires se dieron cuenta la misma noche electoral del 27S de 2015 que sus diez diputados eran indispensables para desplegar el plan independentista. Y ahí empezó todo: desalojar a Mas de la presidencia, tumbar los presupuestos de 2016, la cuestión de confianza de Puigdemont... y por último el referéndum y la DUI.

Por contra, de cara al 21D ya saben que sus escaños serán decisivos sí o sí para una eventual mayoría del bloque independentista. En eso han basado una campaña muy coral –en sus carteles no salen los candidatos– entre las caras más conocidas, como Anna Gabriel, Eulàlia Reguant y David Fernàndez. Pese a esto, el cabeza de lista Carles Riera ha destacado en la campaña, siguiendo la tradición de la izquierda independentista de aupar a un presidenciable con perfil propio.

Unilateralidad, desobediencia y mano tendida al resto de fuerzas independentistas para desplegar los decretos contemplados en la DUI, sin olvidar la oferta a los 'comuns' para que se sumen al “bloque republicano” e impulsen políticas sociales de izquierdas. Todo depende, sin embargo, de que los independentistas logren mayoría absoluta este jueves, algo que no está ni mucho menos asegurado. De no ser así, la CUP corre el peligro de convertirse en una voz contundente, pero relegada al gallinero del Parlament.

Desde la sala de máquinas de los anticapitalistas explican que les costó arrancar la campaña por la rapidez con que Mariano Rajoy convocó las “ilegítimas” elecciones del 21D. No obstante, consideran que han ido de menos a más y que en último fin de semana de campaña han llenado sus actos en Granollers, Sabadell y Girona muy por encima de sus previsiones.

Destacan además que, a diferencia de los actos electorales de las pasadas elecciones, en esta campaña del 21D han observado más “pluralidad de género y edad” en los asistentes a los mítins, en especial más gente de mediana y tercera edad. “Muchos 'veteranos' se nos acercaban y nos decían: 'pues no estabais tan equivocados los de la CUP'”, asegura un cupaire en los puestos de salida de las listas. 

Los cupaires tampoco se plantean echar el freno ante las eventuales imputaciones que le puedan llegar a la CUP –Anna Gabriel y Mireia Boya están ya en el punto de mira de la Justicia. “La represión del Estado y la causa general contra el independentismo no puede condicionar la política del país de la próxima legislatura”, dicen fuentes de la CUP. Esto es, más mambo.

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