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Puigdemont choca con los planes del PDeCAT y aleja la alianza con el PNV

Puigdemont ha lanzado la Crida para concretar la república catalana.

Neus Tomàs

La Crida asegura que no quiere ser un partido político pero se ha registrado como tal y como tal actúa en las complejas negociaciones para configurar a medias las listas del PDeCAT para las municipales y las europeas. El movimiento configurado alrededor de la figura de Carles Puigdemont, una vez ha fracasado en su intento de convencer a ERC de crear una lista independentista unitaria para Barcelona, pretende ahora que la lista de la capital catalana esté integrada por el máximo de nombres próximos a la Crida.

El cabeza de lista, Quim Forn, es un candidato bien visto tanto por los afines a Puigdemont como por la dirección del PDeCAT. Forn fue el máximo colaborador de Xavier Trias en su etapa en la alcaldía y tiene un perfil moderado que es del agrado de las distintas familias que conviven (o malviven) en el espacio heredero de la antigua Convergència. A partir de ahí, a partir del número dos, empiezan los problemas. La consellera de Presidència, Elsa Artadi, está dispuesta a ocupar ese puesto que en la práctica la convierte en número uno porque es más que probable que Forn esté aún en la cárcel y sea ella quien asuma el protagonismo de la campaña.

Artadi se dio de baja del PDeCAT antes de aceptar la oferta de Puigdemont para integrarse en su lista para las autonómicas del 21D. Forn la quiere como segunda en Barcelona pero el extitular de Interior rechaza que la candidatura para la capital catalana acabe siendo una lista dominada por la Crida. La también exconsejera Neus Munté, que fue quien ganó las primarias, aún no tiene una plaza asignada. En el PDeCAT rechazan que se la relegue más allá del tercer puesto. En cambio, los estrategas de la Crida prefieren situar a Ferran Mascarell, todavía delegado de la Generalitat en Madrid, como tercero en la lista.

Si cualquier partido siempre tiene tira y afloja en la configuración de una candidatura electoral, cuando deben acordarlas dos partidos (en este caso un partido de facto y otro que busca cómo sobrevivir con un proyecto mínimamente diferenciado), el sudoku aún es más complicado. Fuentes del PDeCAT insisten en que no piensan ceder a las pretensiones de la Crida de arrinconarlos cada vez más. En la cúpula del partido son mayoría los partidarios de mantener un perfil propio aunque figuras como la vicepresidenta, Miriam Nogueras, y dirigentes como Lordes Ciuró, Toni Postius o Meritxell Budó (que aparece en las quinielas como posible sustituta de Artadi en el Govern) son partidarios de que la Crida acabe siendo el único referente político en este espacio.

Si la candidatura de Barcelona es motivo de disputa, la de las europeas aún está menos clara. Oficialmente no se ha acordado el cabeza de lista. Jordi Turull ha hecho llegar el mensaje de que le gustaría ocupar ese puesto y, por lo tanto, medirse con el líder de ERC y candidato de los republicanos en esos comicios, Oriol Junqueras. Pero en la Crida hay quien preferiría que el elegido fuese Jordi Sànchez, quien se ha convertido en un interlocutor imprescindible en cualquier negociación entre partidos independentistas. Que el candidato sea alguien que está en la cárcel es algo que no gusta nada al PNV, que en privado ha transmitido al PDeCAT que están dispuestos a replantearse la alianza electoral de hace cuatro años en función de los planes que Puigdemont tenga para esa lista.

Algunos de los nombres que el expresidente catalán ha barajado para integrar la candidatura a las europeas, como el de la periodista y expolítica Beatriz Talegón, no entusiasman a los nacionalistas vascos. La estrategia del lehendakari Urkullu y del presidente, Andoni Ortuzar, respecto a cuestiones básicas como la necesidad de no poner en riesgo la legislatura española antes de tiempo, esto es, de dar el oxígeno necesario a Pedro Sánchez, distan mucho de la negativa -cada vez más firme- de los independentistas catalanes a aprobar los presupuestos del Gobierno del PSOE. Las elecciones europeas siempre se consideran una contienda menor pero en esta ocasión simbolizan la pugna entre el espacio que representa Puigdemont y la ERC que lidera Junqueras y de ahí que el resultado tenga un mayor interés.  

El juicio al procés servirá para mantener una falsa imagen de unidad de los partidos secesionistas y complicará un apoyo a las cuentas de Sánchez. Lo que pase después de la sentencia, reconocen dirigentes tanto de Junts per Catalunya como de ERC, aún no está acordado y puede convertirse en otro nuevo desencuentro, quien sabe si el definitivo, entre Puigdemont y Junqueras.

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