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Presión sobre Borràs para que acepte su relevo en la presidencia del Parlament por otro miembro de Junts

La presidenta del Parlament, Laura Borràs, en una intervención ante su partido

Arturo Puente

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A nadie le interesa que la situación de interinidad en la que quedó el Parlament tras la suspensión de Laura Borràs como presidenta se alargue. Ni siquiera a Junts, que ha perdido el cargo institucional de más proyección, además del control de la Cámara y los puestos de eventuales asociados. Solo la propia Borràs y su equipo más cercano preferirían que la suplencia se dilatara, para exhibir una supuesta excepcionalidad en las instituciones. Por eso durante las últimas semanas tanto la oposición como el resto de partidos independentistas han doblado la presión para que la presidenta se aparte definitivamente y acepte su relevo durante los primeros compases del curso.

Que la situación de impás debe acabar es una opinión que comparten la mayoría de grupos de la oposición, como el PSC o la CUP, pero también en ERC. Los republicanos además desean que la presidencia volviese a recaer en Junts, para cumplir el pacto de investidura en el que se repartían el cargo de primera y segunda autoridad. En este momento la Cámara está regida por Alba Vergès, de ERC, por ser la vicepresidenta primera, pero los de Pere Aragonès ofrecen un relevo, bien de la propia presidencia o bien incluso de la vicepresidencia que la sustituye para que, en todo caso, las funciones de Borràs las asuma un diputado de Junts.

Métodos más drásticos sugieren los socialistas, que ya se han referido a la posibilidad de forzar la salida de la presidenta si no es ella misma la que da un paso atrás. Esta opción, aún sin concretar, pasaría por la revocación de cargos que establece el artículo 80 del reglamento, que en el caso de Borràs podría salir adelante si se presentase por tres grupos y obtuviera más votos favorables que negativos.

Ningún partido descarta de plano esta vía, habida cuenta de que Borràs ha proclamado que no piensa dar un paso atrás y que quiere esperar a su juicio y sentencia como presidenta suspendida. Sin embargo, los republicanos sí quieren actuar con cautela a partir de ahora, una vez Borràs ya ha quedado apartada. En la formación hay quien cree que para llevar a cabo una medida tan drástica como la del artículo 180 se debería tener allanado antes un acuerdo de mínimos con Junts para una nueva composición de la Mesa. Pacto que, por ahora, no tienen.

Una de las fórmulas en torno a las que el bloque independentista podría volver a cohesionarse pasaría por “ascender” a la actual secretaria primera, Aurora Madaula, del círculo más estrecho de Borràs, y colocar a otro miembro de Junts en el lugar de ésta. Para esta opción haría falta que ambas dimitieran y que la nueva votación contase con el apoyo de una mayoría absoluta, algo que requiere de una confianza entre ERC, Junts y la CUP que en este momento está rota u otra mayoría que tampoco se vislumbra.

El líder de los socialistas, Salvador Illa, se refirió a esta posible nueva mayoría en una entrevista en Catalunya Ràdio, donde opinó que Borràs debía ser relevada y que si eso pasaba era importante buscar una nueva presidenta más allá del grupo de Junts. “No reclamo que se ponga a mi grupo político”, aclaró Illa, que expresó que el PSC actuará “con lealtad” para que se pueda producir ese cambio.

También el president Aragonès se refirió al tema esta misma semana, cuando aseguró que la interinidad “no es buena” y llamó a Junts a buscar una nueva presidencia para la Cámara. En el caso del jefe del Govern, sin embargo, su deseo no es buscar nuevas mayorías en las que podrían entrar los votos del PSC, sino limitarse a encontrar un relevo para Borràs sin cambiar la mayoría de la investidura, es decir, con Junts y la CUP.

Junts pide reconsiderar la suspensión

Por su parte, desde Junts siguen el guion marcado por Borràs y afirman que no están buscando sustitutos para la presidenta. A su modo de ver, si la interinidad es un problema, la forma de resolverlo es echar atrás la suspensión que afecta a su líder. Pese a que esa es la opinión en público, para el recuerdo quedan las jornadas anteriores a la suspensión en la que algunos dirigentes de su propio partido le pidieron que diera un paso atrás precisamente para no acabar en la actual situación.

Por el momento el partido que dirige Jordi Turull presentó la semana pasada una petición en ese sentido por la vía oficial, que la Mesa debía responder en cuatro días hábiles. Sin embargo, el Parlament se encuentra con los plazos paralizados por el periodo estival, entre el 16 y el 31 de agosto, por lo que no será hasta la primera semana de septiembre cuando la Mesa confirme o revoque la suspensión de Borràs. Nada apunta a que opte por la segunda opción.

Borràs seguirá suspendida y, según ha manifestado, no dimitirá. Quedará por tanto en la mano de los grupos la posibilidad de forzar su salida de la presidencia, un mecanismo que hasta ahora nunca se ha activado y que, en esta ocasión, no puede decirse que sea un requisito impuesto por el reglamento. Como ha venido pasando en todo el caso Borràs, la cohesión interna de Junts y las relaciones entre la corriente de Borràs y la de Turull pueden acabar siendo decisivas para que el resto de partidos den o no el paso de expulsarla de la presidencia de la Cámara.

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