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La sorpresa de los socialistas

Jordi Mumbrú

En todas las campañas electorales hay que hacer lo que en muchos oficios se conoce como “la calle”. Es una actividad que no tiene nada de extraordinario. Básicamente se limita a salir de la oficina y mezclarse, aunque no demasiado, con la gente. Por norma general los políticos aseguran que es una experiencia de lo más gratificante, aunque saben que exageran. Las campañas electorales están pensadas y calculadas al milímetro, pero en la calle esta lógica se altera, y es muy fácil salirse del guión. Las personas conocidas como “electores” son demasiado espontáneas.

“Yo todavía no tengo claro a quien voy a votar”, le espetó una mujer a Pere Navarro, el candidato socialista, que visitó el barrio obrero de Bon Pastor, en Barcelona. Los dos estaban rodeados por periodistas que, conscientes de que los “electores” se salen del guión, esperaban un titular, una anécdota o incluso una noticia, que a veces también aparecen. Otra mujer le respondió: “¡Pues a los socialistas! ¿A quién sino vas a votar? ¡Al partido de los pobres y de los trabajadores!”. Navarro no intervino. Se trataba de un acto organizado por el PSC en uno de sus feudos. La votante indecisa continuó: “Bueno, bueno… eso de que defienden a los pobres… antes de que viniera este señor, el PSC…”. Para no herir, y consciente de que los periodistas estaban al acecho, la mujer lo dejo aquí. Al final un militante pura raza le dijo a la vecina indecisa que si el acto lo había montado el PSC estaba claro a quien había que votar.

La vecina indecisa encarna el drama del PSC. Los socialistas catalanes corren el riesgo de que no les voten ni los suyos. El partido que ha cosido tantísimos barrios pisando el terreno desde el poder local durante años está ahora completamente desorientado. En las elecciones del 1999 tenían 52 diputados en el Parlament y desde entonces han ido perdiendo fuerza. En 2003 pasaron a 42 diputados, en 2006 bajaron hasta 37; en 2010 se quedaron en 28 y ahora se conforman en ser la segunda fuerza. Las encuestas, que a veces fallan pero en muchas otras ocasiones aciertan, les dan entre 15 y 19 diputados. Con este resultado pueden seguir siendo la segunda fuerza del Parlament (a años luz de CiU que busca los 68 escaños), pero estarán muy cerca del PP y de ERC. Demasiado.

El debate más incómodo

Dentro de la izquierda los socialistas han perdido mucha fuerza -absteniéndose por ejemplo a propuestas como la dación en pago- pero en el debate identitario todavía se sienten más incómodos. Si el PSC alza la voz a favor de la unidad de España pierde votos. Y si lo hace a favor del derecho a decidir, también. Y en estas elecciones el debate identitario está encima de todas las mesas. “No es que nosotros no seamos ni una cosa ni la otra. Nosotros somos una opción, somos federalistas” reclamaba Sara Jaurrieta, concejala socialista del Ayuntamiento de Barcelona. Este es el mensaje que el PSC intenta lanzar en esta campaña pero no parece que lo esté consiguiendo. El debate sigue siendo como un péndulo, que pasa del independentismo al españolismo sin detenerse ni un segundo en el centro, en esa tercera opción . “Tenemos claro que es muy difícil que convenzamos a nuevos votantes. Nuestra labor es mantener a los que ya tenemos”, explicaba otro dirigente socialista. Desde su punto de vista, el federalismo es una opción validísima que se acabará imponiendo, pero a medio plazo.

El futuro inmediato, en cambio, el que le ha tocado a Pere Navarro, parece mucho más complicado. Los más optimistas dicen que “las segundas semanas de campaña siempre son buenas para los socialistas” o que “todavía hay muchos indecisos” o que “estas elecciones son muy distintas a las anteriores y no se sabe lo que puede pasar” pero tampoco ellos parecen muy convencidos.

Tras la discusión con la vecina indecisa, Navarro cogió el micrófono y dedicó unas palabras a los cuarenta “electores” que habían acudido al acto del Bon Pastor: Navarro pidió a los votantes que no se resignen y que no se queden en casa el día de las elecciones porque “los de la derecha irán todos a votar”. Y finalmente se tiró a la piscina y aseguró: “El día 25 podemos sorprender”. La sorpresa puede ser mayúscula.

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