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OPINIÓN

Treinta años después continúa la lucha de Sonia Rescalvo

Director General de Políticas Públicas LGBTI+ del Departamento de Igualdad y Feminismos de la Generalitat
Acto en memoria de Sonia Rescalvo en 2018

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Inaugurar una plaza en Barcelona con el nombre de Sonia Rescalvo Zafra es un hecho que, más allá del simbolismo, muestra el reconocimiento hacia la lucha de las personas trans* contra unas discriminaciones que aún hoy siguen muy presentes. Cuando se cumplen 30 años de su muerte a manos de un grupo de neonazis, en un momento en que los delitos de odio todavía no estaban tipificados en el Código Penal, hay que agradecer la labor de las asociaciones que, como el Front d'Alliberament Gai de Catalunya o la Coordinadora Gais i Lesbianes, se personaron como acusación particular y que durante estas décadas han mantenido viva su memoria. 

Desde la muerte de Sonia se han producido avances importantes en cuanto al reconocimiento de derechos de este colectivo, como la despatologización de la transexualidad por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero como sociedad aún tenemos un deber histórico. Y es que el avance en derechos no ha excluido que las personas trans* continúen sufriendo fuertes discriminaciones y tengan dificultades para integrarse en el mundo del trabajo, para poder inscribirse en los registros oficiales con el nombre sentido o para pasear por la calle sin miedo a recibir insultos o sufrir agresiones.

Hoy, después del brutal ataque a Sonia Rescalvo y su compañera Doris Romero, también mujer trans*, los feminicidios de las mujeres trans* todavía son invisibilizados por los registros oficiales. Una discriminación que nos muestra cómo algunos poderes públicos todavía tienen reticencias a entender que la autodeterminación de género es un derecho y que las mujeres trans* son mujeres, sin que eso sea objeto de discusión. Recordemos que la ley española es la única que tiene competencia penal y no reconoce los feminicidios de mujeres trans*, lesbianas o trabajadoras sexuales. Sólo se recuentan los homicidios y asesinatos por violencia de género en el marco de la pareja o expareja heterosexual.

La propia creación de la Consejería de Igualdad y Feminismos de la Generalitat, con una mirada transinclusiva y defensora de la libre autodeterminación de género, es un avance para poner en el centro de la acción del gobierno muchas de estas políticas tan necesarias. Nuestro compromiso es firme y por ello, en el marco de la Ley 11/2014 contra la LGTBIfóbia hemos desarrollado un buen número de instrucciones y protocolos destinados a fortalecer los derechos y mejorar la atención de las personas trans* en ámbitos como la educación, la salud o el mundo del trabajo, entre otros muchos. El compromiso y el marco legal nos ha permitido poner en funcionamiento una red de Servicios de Atención Integral LGBTI (SAI), con más de un centenar de puntos distribuidos por todo el país, que son también un espacio de referencia para las personas trans*  en el momento de realizar trámites como el cambio del nombre sentido en las tarjetas sanitarias o denunciar cualquier discriminación. También es destacable la puesta en marcha del modelo de salud trans*, que desde el 2017 se encuentra integrado en el sistema sanitario público de Catalunya.

Pero somos conscientes que aún queda mucho por hacer, y por ello iniciaremos el anteproyecto de ley trans* catalana, partiendo del reconocimiento a la autodeterminación de género –recogido como compromiso de desarrollo de la Ley 19/2020 de Igualdad de Trato y No Discriminación– y con voluntad de consolidar los derechos ya alcanzados por las personas trans* y avanzar en la consecución de otros derechos y libertades para este colectivo. Un trabajo que sin duda haremos contando con la participación de asociaciones y personas trans*. Justamente serán estos trabajos y las aportaciones las que podrán detectar los márgenes de mejora en relación a lo que ya tenemos y en relación a una legislación estatal que por el momento no ha satisfecho las demandas de buena parte del colectivo.

Un compromiso que tomamos con el colectivo, con el convencimiento de que la defensa de sus derechos trans* son derechos humanos y que defendiéndolos contribuimos a hacer una Cataluña mejor para todos. Estos avances llegan tarde para Sonia Rescalvo pero esperamos que no lo sean para tantas otras personas trans* que han luchado y que luchan, como lo hizo ella, por un reconocimiento que no podemos aplazar más.

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