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Los alumnos pobres con beca comedor en Catalunya quedan en manos de las entidades sociales al llegar a Secundaria

Comedor del centro abierto La Gavina

Pau Rodríguez

En Salt (Girona), uno de los municipios con más pobreza infantil de Catalunya, los colegios públicos de Primaria tienen un 34% de alumnado con beca comedor, pero en Secundaria el porcentaje se reduce al 0%. Y no es porque la pobreza desaparezca de golpe. Desde que se implantó en 2012 la jornada intensiva –es decir, sólo de mañana– en la mayoría de institutos de Catalunya se cerraron decenas de comedores escolares, también en aquellos centros de entornos más desfavorecidos, donde se concedían más becas. Desde entonces, entidades como la Cruz Roja o la Fundación Probitas cubren esta función. En Salt se encargan del comedor en dos de sus tres institutos.

Los datos sobre ayudas al comedor por centro, a las que ha tenido acceso eldiario.es, desvelan que el curso 2016-2017 el 73% de los centros de Secundaria públicos catalanes no tenían ningún alumno becado. Ese curso se concedieron menos de 3.000 ayudas para alumnos de Secundaria sin contar la concertada -donde se hace horario partido y hay siempre comedor- por un total de 84.000 en Infantil y Primaria.

Desde el Departamento de Enseñanza explican que se han ido ampliando estas ayudas, pero cientos de estudiantes de la ESO siguen comiendo cada mediodía gracias a entidades y servicios sociales de ayuntamientos. Entre la Cruz Roja y Fundación Probitas cubren la comida de 750 alumnos en toda Catalunya.

La primera las financia con donaciones de empresas y particulares; la segunda, es la obra social de los accionistas de la farmacéutica Grífols, y organiza los comedores a través de asociaciones locales. En muchos casos, lo hacen también con apoyo económico de los ayuntamientos y entes locales que les piden ayuda, como los consistorios de Santa Coloma de Gramenet o Gavà y el consejo comarcal del Vallès Occidental. En Barcelona, el Consorcio de Educación que gestiona los colegios de la ciudad decidió hace dos años abrir el comedor de 14 centros en zonas de mayor concentración de pobreza.

Además del menú, para evitar el estigma de un comedor social las entidades preparan actividades extraescolares y zonas de estudio hasta las 17 horas, momento en que solía finalizar la jornada escolar cuando todavía no se habían concentrado las clases sólo por la mañana. El objetivo de estos espacios de comedor no es únicamente garantizar una alimentación variada a los jóvenes en riesgo, sino también evitar que ya con 12 años se vayan a casa a las 15 horas a pasar toda la tarde.

Según datos del Síndic de Greuges, el defensor del pueblo catalán, sólo el 9,8% de los institutos tienen servicio de comedor abierto y un 26,6% tiene habilitada una cantina, aunque esto último no garantiza que se ofrezcan menús saludables. En los 105 institutos catalanes identificados como de máxima complejidad -es decir, de entorno más desfavorecido-, el Síndic alertó que 93 tenían jornada intensiva, y de ellos solo 11 un servicio de comedor al uso y 40, una cantina.

El de los comedores escolares en Secundaria es un problema enquistado en Catalunya desde que el estallido de la crisis económica coincidió con la aplicación de la jornada intensiva, que se lleva a cabo en el 86% de los institutos. Desde entonces, tanto las AMPA catalanas como el Parlament, en 2017, han pedido a la Generalitat medidas para evitar que cientos de jóvenes, muchos en riesgo de pobreza, vayan a comer a casa sin garantías de que tengan un menú saludable y variado.

“El escenario previo a la aplicación de la jornada compactada garantizaba unas oportunidades sociales y educativas que ahora mismo no se están haciendo efectivas”, le reprochó el Síndic a la Generalitat en el último de sus informes anuales sobre los derechos de la infancia.

Nuevo plan de media hora para comer

Uno de los argumentos de la Generalitat de los últimos años para no abrir comedores en Secundaria es que algunos ya no disponían de estas instalaciones antes, y otros las han reconvertido en nuevas aulas debido al crecimiento del alumnado en esta etapa. El director general de Atención a la Familia y Comunidad Educativa del departamento de Enseñanza, Ramon Simon, asegura en declaraciones a eldiario.es que no se plantean volver al escenario anterior a la jornada compactada, pero sí trabajan en un plan piloto para garantizar la comida a todos los que quieran.

La intención de Enseñanza pasa por modificar los horarios de Secundaria para habilitar tres turnos de media hora, entre las 12.30 y las 14h, antes de acabar la jornada y en “horario europeo”, para que los alumnos puedan comer en el colegio, con la consiguiente recuperación de los comedores y las becas a los alumnos más pobres. Con esta solución el Govern confía además evitar que los alumnos se pasen desde las 8 hasta las 15 horas sin una comida importante.

“En casa no tendrían una nutrición completa”

Las becas de comedor sirven para asegurar que todos los niños y niñas tengan acceso al menos a una comida caliente, variada y nutritiva al día. “Que los adolescentes en riesgo de pobreza coman en casa no significa que vayan a pasar hambre, pero sí puede ser que no tengan una nutrición completa, con alimentos frescos, verdura, carne o pescado”, explica Clara Bassols, de Cruz Roja. “Sin embargo, es cierto que al principio algunos institutos nos decían que alguno de sus alumnos llegaba por la mañana sin haber cenado, o que se mareaba en gimnasia”, añade.

En el caso de esta entidad, Bassols detalla que al principio ofrecían ellos los comedores a los institutos que detectaban como más necesitados, pero en los últimos cursos han sido ya los ayuntamientos los que les han contactado. Su servicio consiste en traer la comida o contratar un cátering para todos aquellos alumnos del instituto que quieran, sean de familia en situación de vulnerabilidad o no. Los que lo son, identificados por los servicios sociales, reciben la comida sin pagar, mientras que el resto puede abonar el coste del menú, que suele ser inferior a 6 euros.

La hora del comedor empieza sobre las 15 h y acaba a las 17 h, un espacio de tiempo en el que además de comer, hacen refuerzo educativo u otras actividades de ocio. La Agencia de Salud Pública de Catalunya alertó ya desde el inicio de la jornada intensiva que mandar a los estudiantes de Primero y Segundo de ESO a su casa a toda la tarde podía adelantar, por ejemplo, hábitos de consumo de tabaco o drogas.

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