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“Los maltratadores que pueden visitar a sus hijos deben ser una excepción y no algo normal”

Blanca Fernández

Alicia Avilés Pozo

La Ley por una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha ya lleva más de un año en vigor en esta comunidad autónoma. Con esta normativa, el Gobierno regional ha querido volver a tomar la delantera en algunas medidas que no tienen reflejo a nivel nacional. Entre ellas está la consideración de los y las menores como víctimas de violencia machista cuando sus madres han sido maltratadas por sus parejas o exparejas. De hecho, en esta ley se regula la condición de orfandad de los mismos en casos de asesinato, aunque el progenitor siga vivo. Por eso, el Ejecutivo de Emiliano García-Page quiere seguir poniendo el acento en esta cuestión. La consejera de Igualdad, Blanca Fernández, ha adelantado a eldiarioclm.es su petición de que cambie la legislación española para que los maltratadores no puedan ver sus hijos e hijas en régimen de visitas. Con ella repasamos el año de vigencia de la nueva ley:

¿Qué balance cualitativo hace el Gobierno regional tras más de un año de vigencia de la nueva normativa contra la violencia machista?

Nos ha permitido afianzar las ayudas económicas y de recursos de acogida que ya existían y que con carácter previo el Instituto de la Mujer ya había adelantado tanto a víctimas de violencia machista, como a las de violencia sexual y trata con fines de explotación sexual, contando con la acreditación que emiten los Centros de Mujer. En ese sentido la Ley sirve para consolidar todo ello, para no tener que estar permanentemente al socaire de un gobierno u otro, que se pueda cargar de un plumazo las ayudas que existen hoy y que están funcionando muy bien. De alguna manera también viene a a complicar a quien quiera recortar este tipo de ayudas que protegen y dan colchón de seguridad a las mujeres.

Por otro lado, también es una punta de lanza muy interesante porque hace que el Gobierno de España y otras comunidades autónomas sientan que tienen que hacer lo mismo que Castilla-La Mancha. Yo estoy convencida de que cuando tengamos un gobierno a nivel central no tardará demasiado en aplicar estas medidas, por otra parte ya recogidas en el Convenio de Estambul.

Siempre se ha dicho que Castilla-La Mancha fue pionera con la primera ley contra la violencia de género en el país. También lo considera hoy así la Junta con la nueva norma, pero ¿en qué aspectos concretos ha dado ejemplo?

Hemos incorporado todas las caras y facetas de la violencia de género como tal. No solamente la ejercida por la pareja o expareja sino también la doméstica, la psicológica, la ambiental, la trata, la mutilación genital femenina, y por supuesto la ejercida contra hijos e hijas para hacer daño a la mujer. En esto último damos un salto cualitativo y deja de ser violencia intrafamiliar (que también existe y que está regulada como delito) para ser violencia machista al ser utilizados hijos e hijas como forma de chantaje hacia la mujer.

Se trata de un aspecto nuevo, pero todavía por desarrollar…

Hemos avanzado mucho, pero no podernos quedarnos parados. Lo inteligente es que todo esto se adopte en toda España y se aplique en todos los sistemas de protección de las comunidades autónomas como garante de la igualdad de las mujeres que se encuentran en esta situación con independencia de donde vivan.

En estos últimos días, desde el Gobierno se ha incidido mucho en la protección de los y las menores víctimas de violencia de género. ¿Qué cuestiones concretas se pueden cambiar a nivel estatal?

Uno de los elementos que a mí me preocupa mucho y que quiero poner en primer plano es lo siguiente: las personas que son expertas en tratamiento psicológico a los menores víctimas de la violencia de género, por ser testigos y por sufrir secuelas muy importantes, nos dicen que aquellos que se ven obligados a recibir la visita de los maltratadores de sus madres, porque tienen un régimen de visita obligatorio (un 80% de los casos), se recuperan mucho más lentamente porque el trauma se recuerda permanentemente. Ahí hay que dar un salto cualitativo muy valiente y lo tiene que dar la legislación española. Un maltratador no puede ser un buen padre y no hay víctima más vulnerable que cualquier criatura. El interés del menor está por encima de cualquier otro. Ese salto sería conseguir que los maltratadores que pueden visitar a sus hijos fueran una excepción, y no algo normal, siempre y cuando haya un informe de expertos que diga que eso no va a perjudicar a la criatura ni por supuesto a la mujer, que en muchas ocasiones se ven sometidas a situaciones de riesgo por facilitar esa visita. La ley tiene que cambiar. Ahora lo normal es que un maltratador tenga un régimen de visitas y creo que eso debería ser lo excepcional.

Otra cuestión muy candente en la actualidad, aunque no es nueva, es la de la violencia económica. En ese caso, también afecta a los hijos.

Sí, nos encontramos en muchas ocasiones en cuando subyace maltrato psicológico o físico, cuando llega la separación o el divorcio, viene acompañado de una violencia económica porque lógicamente ese hombre, que ha utilizado su estatus por tener trabajo, sigue ejerciendo ese poder contra su mujer, a quien sigue considerando suya. Eso pese a que en muchas ocasiones esa pensión no se contempla para la mujer sino que es de carácter alimenticio para sus hijos. En este caso vemos de nuevo que ese tipo de violencia se ejerce también sobre los hijos e hijas y eso es lo peor que se le puede hacer a una madre. Es muy doloroso y ocurre muchas veces, incluso cuando no ha habido casos de maltrato directo, salta después de un divorcio. Obviamente, esto solo lo hará un hombre machista, no la inmensa mayoría.

Precisamente, quiero dejar muy clara una obviedad, porque vivimos tiempos en que las obviedades son necesarias: la lucha contra la violencia de género no es una lucha contra los hombres ni muchísimo menos, sino contra los maltratadores, que son una ínfima minoría. La mayoría de los hombres comparten esta lucha e intentan mejorar porque han sido educados de otra manera.

Entiendo que esto de repetir obviedades se ha vuelto necesario debido al discurso de partidos como Vox ¿Cómo combatirlo?

Es un discurso reaccionario y peligroso. El feminismo no es la lucha por la preponderancia o la supremacía de la mujer en relación al hombre, sino por la igualdad. Pero en la medida en que Vox y otros movimientos están diciendo que lo que queremos es castrar a los hombres y desnaturalizar la sociedad, nos obligan a hacer una labor de pedagogía porque ese mensaje cala en algunos segmentos de la población. Cuanto más grita quien dice que la violencia de género no existe, más silencia las víctimas y más debilita a las mujeres que pasan por estas situaciones tan traumáticas.

El problema es que discurso también lo ha comprado mucha gente…

Más allá de muchas otras causas, ese discurso antifeminista se compra con tanta facilidad porque se manipula y se tergiversa, y Vox se ha convertido en un experto en retorcer los datos para dar la sensación de que todo esto es un invento con el interés de ir contra los hombres. A nosotras nos queda hacer un esfuerzo en pedagogía, que hemos hecho siempre, pero que ahora hay que reforzar, dirigido a toda la ciudadanía. No se puede excluir a nadie, de ninguna ideología, de la lucha feminista, que es inclusiva porque pretende eliminar barreras y desigualdades. Si no, no será útil.

¿También queda trabajo por hacer con respecto a la sociedad?

Desde luego. La violencia de género no es una lucha que interpele solo a las víctimas y a sus familias. Es una lucha que nos interpela a la sociedad en conjunto. La sociedad debe elegir qué papel adoptar frente a un factor de riesgo, una conducta violenta. No vale estar en contra de la violencia de género de manera abstracta y luego en lo concreto cuando se produce en tu entorno, cerrar los ojos. La indiferencia es una suerte de complicidad y en esto hay que ser muy contundentes. La sociedad y todas las personas que la conformamos debemos elegir nuestro papel y tiene que ser activo y apoyando siempre a las víctimas. Nos debemos convertir en un muro de contención contra la violencia de género. Creo que si aislamos a los maltratadores, estamos más cerca de erradicar este problema estructural que tantísimo dolor provoca en tanta gente.

¿Qué queda por desarrollar de la ley castellanomanchega y con qué plazos?

Queda por instaurar de manera definitiva y en todos los centros escolares la asignatura de Educación en Igualdad, Tolerancia y Diversidad. Este curso está en 58 centros, prácticamente el doble que el año pasado y faltaría su implementación total en todos los centros. Lo estamos haciendo de manera paulatina con los centros educativos porque, para que tenga éxito, deben asumirla con total naturalidad y con la aceptación de las familias y los equipos directivos. Esto está funcionando bien.

Según la ley, la impantación de esta asignatura debe hacerse a los dos años de su entrada en vigor, por lo que restaría algo menos de un año. ¿Se cumplirán los plazos?

Vamos bien en plazo. Ahora está en modo pilotaje porque es necesario que sea así. Pero la ley se tiene que cumplir y la asignatura se implantará con total normalidad.

Aparte de la legislación, ¿qué otros objetivos o medidas concretas se pueden llevar a cabo?

Yo tengo una obsesión que me quita el sueño, que es analizar bien el itinerario de una mujer que se ve abocada a recurrir a un recurso de acogida. Me gustaría saber cómo podemos evitar que haya un porcentaje de mujeres que, después de todo el proceso de formación y empleabilidad, vuelven con su maltratador. Debemos hacer un análisis serio y cuantitativo de qué porcentaje existe, que ahora no lo sabemos, para poner todas las medidas al alcance de la Administración e intentar darles al menos un puente hacia una vida más normalizada.

Ahí habría que analizar caso por caso, porque hay componentes económicos, afectivos, emocionales…

Es que el círculo de la violencia es muy lento. En la mayoría de los casos se produce durante muchos años y una de sus ramificaciones es la dependencia emocional primero y económica después, por el propio aislamiento que sufra la víctima. En el caso psicológico sí tenemos todos los recursos, pero el factor económico me preocupa más. Tenemos que ver cómo construimos ese puente para que tengan una vida autosuficiente. Ahí es donde tenemos que hacer un gran esfuerzo.

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