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Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

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Carta de bien parido a los Reyes Magos

EFE

Marta Romero Medina

En los últimos días del año nos vamos acercando al habitual precipicio de recuentos anuales. Toca hacer balance del año, y a nuestro alrededor se encargan de bombardearnos con resúmenes de todo tipo y color. El año ha sido intenso en muchos sentidos, y puestos a recapitular de cara a una posible carta a

los Reyes Magos, pongo mi mirada en el sistema de salud y su relación con un proceso tan natural como la vida misma: el embarazo de la mujer y parto del bebé.

Otra madre hablando de lo duro que fue su parto, pensarán algunos. Pues no, no se trata de eso. No se trata de que parir duele, obvio. Se trata de que la deshumanización de profesionales en momentos como este puede ser determinante para causar una herida que ya no cicatriza. Son estos momentos únicos en la vida, en la de la madre, la del bebé, la del padre y en la de toda la familia y amigos que están a la espera de la llegada de esa pequeña persona que ve por primera vez la luz.

Cuando el anuncio de un embarazo esperado y deseado hace su entrada en

la vida familiar, todo comienza a mirarse con otros ojos, más tiernos, más intensos pero también repleto de incertidumbres. De evitar estas últimas se encarga el boca a boca, en ocasiones más perjudicial que ventajoso, la numerosa información bibliográfica que puede tener entretenida a la pareja durante los 9 meses de espera, y los profesionales del ramo correspondiente.

Y hete aquí que nos encontramos las batas verdes y blancas, y entonces llegamos al quid de la cuestión. Porque si nadie duda que los protagonistas de todo este proceso son madre y bebé, resulta cuanto menos chocante el comportamiento altivo y despectivo que ciertos profesionales de la salud utilizan con estos protagonistas, ninguneando su presencia, hasta el punto de hacer creer que la madre nada tiene que opinar sobre el tema, que al fin y al cabo está en manos de profesionales.

Me consta que desde hace años existe un fuerte impulso desde cargos de responsabilidad de los hospitales por invertir esta actitud, que son de hecho mayoría los profesionales que tratan este proceso con absoluta sensibilidad y respeto, pero los que quedan anclados en el pasado en forma y fondo pueden cambiar el destino de una persona, de una familia, o ensombrecer duramente uno de los momentos más relevantes en la vida de una madre.

En el proceso obstétrico el primer asombro suele llegar en el momento de la ecografía. Según la fortuna que tengas encontrarás a un profesional atento, receptivo a las preguntas, tendente a facilitar el disfrute de esa primera fotografía, o bien se convertirá en un trámite rápido, frío, en el que casi parece que “la paciente” debe pedir perdón por haber acudido a la cita y haber molestado de esa forma en el ecógrafo de turno.

Suele comenzar ahí, porque el mundo de las matronas suele estar más humanizado. Pero no puede hacerse tampoco una afirmación rotunda en este sentido. También aquí influirá el azar. Todo el mundo en el gremio sabe ya que la mayoría de matronas están formadas en un estilo más cercano, que se siguen formando, y

tienen un actitud de cercanía y ayuda, pero también saben que no son todas. Y si caes en el día y hora desafortunados, todo puede cambiar.

La suerte influye en casi todo en la vida, pero es una lástima que en este caso la desgracia tenga nombres y apellidos, y que además ensombrezca el buen hacer del resto del personal de salud. Si hay profesionales que no entienden que la mujer en el parto no es una “enferma”, que la participación en el proceso debe ser plena, que debe ser respetada, ella, su bebé y su trascendental situación. Si no lo comprenden, y es detectado por los responsables del área, por favor cambien a esos profesionales de destino, busquen otro puesto que no requiera de tanta sensibilidad y que sea de menor transcendencia y responsabilidad.

Sacado el tema e iniciada la carta, no puedo concluirla sin mencionar los sempiternos recortes y estragos que estos han causado. Los profesionales del área de salud no pueden hacer milagros y multiplicar los panes y los peces. Donde no hay, no hay. Y eso sucede con el personal de atención al parto, es escaso y el que hay está saturado y estresado, merecedores de la más alta distinción del servicio público por hacer lo que están haciendo, con una impecable profesionalidad y encima con una sonrisa. Pero claro, no llegan.

En el caso de partos, la escasez de matronas es ostensible, y la de anestesistas flagrante. Si por desgracia en Toledo el parto deriva en cesárea, la madre será separada del bebé sin poder hacer piel con piel porque con los recortes se eliminó una matrona para que pudiera supervisar el postoperatorio con el bebé. Un sueldo menos, una prestación menos. Claro que, ¿dónde están nuestras prioridades como sociedad?

Los sistemas perfectos no existen, pero esta es una carta a los Reyes Magos surgida a raiz de la inquietud de varias madres de un grupo de crianza que compartimos no solo experiencias sino también la ilusión por que la relación materno filial sea lo más enriquecedora posible, y esta relación empieza en el vientre de la madre y supervisada por un profesional. Mi más sincera enhorabuena a los y las profesionales sanitarios que cada día se entregan para que todo vaya

bien en embarazo y parto, y aquí queda mi carta de deseos de mejora.

Ojalá algún Rey o Reina Maga pueda atenderla.

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