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El Banco de España sitúa a Alicante como una de las provincias con mayor caída del PIB, lastrada por el turismo

Imagen de una playa de Benidorm (Alicante)

Laura Martínez

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Las economías con fuerte dependencia del turismo son las que mayores caídas han registrado en el año de la pandemia. El Banco de España sitúa a Alicante entre las provincias que registran una mayor caída del Producto Interior Bruto en 2020. En su boletín económico de enero, el informe del economista Alejandro Fernández Cerezo indica que “un mayor peso del turismo, -sobre todo extranjero-, en la actividad provincial, una mayor proporción de empleo temporal, así como un menor peso del sector público y niveles más bajos de movilidad ciudadana, estuvieron asociados con mayores caídas de la actividad”.

Durante años en España ha predominado el discurso de que el turismo genera riqueza y que es un motor económico, pero cada vez surgen más voces críticas y más contundentes con el modelo económico. Entre los retrocesos más acusados en el conjunto del año el informe destaca los de Baleares, con una caída del 27% del PIB; las provincias canarias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife (-21 % y -19%, respectivamente); seguidas de Málaga (-17,0 %), Girona (-14,2%) y Alicante (-13,5%). “Estas seis provincias se caracterizan por que el peso del sector turístico —sobre todo el ligado a la demanda extranjera— en la actividad es especialmente alto”, indica el documento. Por contra, las provincias con descensos más moderados -rozando el 5%, como indica el mapa- son las que conforman Extremadura y Castilla-La Mancha, además de Zamora y Teruel; “el denominador común que presentan todas estas provincias es una menor exposición al turismo y un mayor peso de los sectores menos afectados por el COVID-19, como la agricultura y el sector público”, apunta el informe.

La movilidad y el peso del turismo son los factores que más contribuyen a la caída del PIB, indica el documento: “La movilidad es la variable más importante, ya que explica un 35% de las diferencias provinciales en el PIB. Adicionalmente, la relevancia del turismo total y del turismo extranjero explica, en conjunto, algo más del 20%”.

El informe indica que el impacto de la crisis sobre la actividad económica en España “presenta una extraordinaria heterogeneidad a nivel provincial” y apunta que las mayores caídas del PIB se han concentrado en el arco mediterráneo y Canarias. Las diferencias entre provincias fueron avanzando a medida que lo hacía la pandemia, probablemente debido a que las comunidades autónomas tomaron el mando y arrancó la disparidad de criterios y medidas. “Este rasgo podría estar vinculado al hecho de que las restricciones a la actividad introducidas en la fase inicial de la pandemia afectaron a un número mucho más elevado de ramas, por lo que la composición sectorial de la actividad habría influido en menor medida a la hora de explicar la heterogeneidad en la trayectoria del PIB de las distintas provincias”, comenta Fernández en el informe.

El texto es un apunte más en el fin del modelo del llamado “Levante feliz”, un tópico franquista que en las últimas décadas ha comenzado su descomposición. Cada vez son más autores e investigadores los que sostienen que el modelo del turismo de masas es incompatible con la sostenibilidad, tanto económica como medioambiental, y apuntan que en las regiones donde el turismo tiene más peso los salarios y la renta son más bajos. Las Kellys, el colectivo de trabajadoras de limpieza en el sector servicios, llevan años preguntando cómo puede ser que el turismo genere tanta riqueza sobre el papel pero no la suficiente para pagarles un salario digno. El historiador de la economía Joaquín Azagra apunta en su ensayo que “la Comunitat Valenciana, por Producto Interior Bruto per cápita, está más próxima a Extremadura (20 puntos) que a Madrid (45 puntos)”, una cuestión que se explica por no adaptarse a la globalización y la excesiva dependencia de actividades inmobiliarias o el turismo, "cuya rentabilidad no depende de la productividad sino del mercado".

Estas afirmaciones sobre la precariedad o la cara B del turismo se han ido construyendo en los años previos a la pandemia, que al cerrar completamente las comunidades y limitar la movilidad ha dado la estocada a un sector que se sostenía en cimientos débiles. En Alicante, pese a que el turismo representa el 85% de la actividad turística valenciana, según el lobby empresarial Exceltur (datos de 2019), el sector que supone el 16,6% del PIB valenciano no repercute en su población al situar a comarcas especialmente turísticas como La Marina Alta (33,4%), La Vega Baja (32,8%) y La Marina Baixa (29,8%) a la cabeza en tasa de pobreza en la comunidad autónoma.

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