Ahora resulta que hay que evitar que las empresas vinculadas a casos de corrupción no deberían poder seguir contratando con la administración. Ahora.
Ahora resulta que la implicación de Acciona en el caso Koldo, Santos Cerdán o como quiera que se llame, ha hecho caer en la cuenta a un sector de la izquierda que no puede ser que estas empresas se salgan de rositas de las corruptelas que impulsan o en las que colaboran. Ahora.
Acciona, entonces Necso Entrecanales, es la empresa que resultó favorecida por el exalcalde de Torrevieja, Pedro Ángel Hernández Mateo, del amaño del contrato de la basura de la ciudad en 2004. El munícipe fue condenado a tres años de cárcel por un delito de prevaricación y otro de falsedad documental en la adjudicación a Acciona de un contrato de… 97,8 millones de euros, que luego resultó con prórrogas y otros trabajos por un importe muy superior, de hecho, por casi el doble.
Sucedió en este caso que la Fiscalía pudo demostrar el amaño y en cuanto lo tuvo claro, aceptó ir a juicio sin investigar a cambio de qué tuvo tanto interés Hernández Mateo en falsificar documentación y favorecer a esa empresa.
Pues bien, hace cuatro años, Acciona fue adjudicataria del nuevo contrato de la basura de Torrevieja por… 365 millones de euros para 15 años!
Acciona, ya Acciona, fue la adjudicataria en 2014 de la construcción de una desaladora en Torrevieja, entonces la de mayor producción en Europa… por 297 millones de euros. Esa adjudicación es una de la veintena de obras hidráulicas que el juez de la Audiencia Nacional García Castellón considera que fueron amañadas para inflar su precio y tras años de investigación ha procesado a 42 personas por los delitos de corrupción en los negocios, falsedad documental, fraude a la administración, prevaricación, malversación de caudales públicos y cohecho en el llamado caso Acuamed.
Acciona también se adjudicó el contrato de limpieza de edificios municipales de Torrevieja, la construcción de un colegio en la ciudad… En fin, que tras demostrarse que un alcalde la favoreció con casi 100 millones de euros, vete a saber porqué o a cambio de qué, porque no se investigó, ha seguido contratando con la administración.
Pongo a Acciona solo como un ejemplo de esas grandes empresas que despliegan un ejército por todo el Estado de conseguidores a nivel estatal, pero también de delegados territoriales (pónganle al cargo el nombre que les plazca) cuya misión exclusiva es camelar a políticos de los municipios con grandes contratos pendientes de basura, agua, limpieza, jardines, construcción de infraestructuras…
Conviene recordar que en 2017, hace siete años, siete, no una eternidad, nueve empresarios valencianos confesaron haber financiado al PP valenciano en las campañas electorales de 2007 y 2008, o sea, haber cometido delitos electorales y de falsedad documental. Y sus empresas, las mismas o cambiándole el nombre o a los administradores, han seguido contratando con las administraciones y concurriendo a licitaciones sin tacha alguna.
¿Y es ahora cuando hay que poner en vereda a las empresas y a los empresarios corruptos y corruptores? ¿Ahora?
Solo hay una diferencia entre todo lo relatado y lo de ahora para que entonces casi nadie se planteara que las empresas también fueran sancionadas y que lo de Acciona y el resto de empresas de ahora sea un escándalo en un nuevo caso de corrupción. Y es que lo de ahora ha sucedido en Madrid y lo otro era en el País Valenciano, en provincias. Y claro, lo que pasa en Madrid, es lo que pasa en España.
Lo de ahora ha sucedido en Madrid y lo otro era en el País Valenciano, en provincias. Y claro, lo que pasa en Madrid, es lo que pasa en España
Pero la reflexión importante que deberíamos hacernos no es esa. Más bien pasa por que nos cuestionemos para qué necesitamos los ciudadanos a estos políticos incapaces de verlas venir, que sólo se plantean soluciones tras hechos consumados, cuando lo sucedido ya no tiene solución. Pasa por que exijamos que tengan la suficiente capacidad como para legislar y ocuparse de los problemas antes de que aparezcan, que no asuman e interioricen que un cargo público es un mero nombramiento de representación para pasearse de acto en acto en un coche oficial o para calentar un escaño.
No necesitamos políticos que decidan revisar toda la seguridad de las líneas férreas o de cercanías después de producirse un accidente con víctimas mortales. Que decidan revisar y actualizar todos los protocolos de emergencias tras una riada como la que hemos vivido en València. Que decidan ponerse a resolver los problemas de acceso a la vivienda cuando el problema ha derivado en drama y ya no tiene solución. Que no sean capaces de meter en vereda a las entidades bancarias y su incapacidad nos cueste a todos decenas de miles de millones de euros. Que no sean capaces de asumir que vulnerar las premisas de igualdad, mérito y capacidad es la peor de las formas de corrupción porque las cosas del dinero, que va y viene, tienen solución y en muchos casos hasta se recupera, pero las otras condicionan la vida de la gente perjudicada. Que no sean capaces de comportarse como personas civilizadas y tengan que recurrir al insulto o a la graciela diaria para parecer ocurrentes y ocupar espacio en los medios en beneficio de conseguir ventaja en un relato inventado como toda estrategia.
Y, para nuestra desgracia, estamos rodeados de ese tipo de empresas y empresarios, pero también de ese tipo de políticos. Ni se imaginan cuánto.