Rodríguez-Piñero: “Ayudo al sector citrícola, pero de manera rigurosa y no con soflamas o llevando una naranjita a la tribuna”
-“El acuerdo con Sudáfrica no es el único responsable de la crisis de la naranja”, ha dicho en alguna entrevista reciente. Una afirmación arriesgada y poco complaciente con los agricultores valencianos en campaña electoral. ¿Cómo se le explica esto al sector cuando han tenido una de las campañas citrícolas más negativas de los últimos años?
-Quiero resaltar que estoy en permanente contacto con todo el sector, sin dejar fuera a ningún actor o asociación. Siempre he dicho que para resolver un problema muy complejo hay que abordar todas las causas que provocan esa crisis. Sudáfrica ni siquiera es la causa más importante, lo importante es conocer la realidad de los hechos. El problema de Sudáfrica es el solape de nuestra campaña con la entrada de sus cítricos que es entre el 15 de octubre y el 30 de noviembre. Los datos objetivos que se tienen es que en ese periodo las importaciones han caído. No podemos poner todo el foco en un tema que no puede explicarte toda la situación. Hay una crisis compleja con características propias de la campaña en precios y rentabilidad del sector y otra estructural, con factores internos y externos. Como externos tenemos la conjunción de todos los acuerdos comerciales en vigor: Egipto, Marruecos, Turquía y el que vendrá de Argentina.
-¿Y qué les propone?
-Le pedí a la Comisión Europea que hace falta un estudio del impacto de todas las importaciones sobre el sector citrícola. Hay un problema de controles fitosanitarios, muy difícil de resolver. He pedido una armonización de los controles aduaneros, porque en la UE hay arancel común, pero no una aduana común ni controles ni las inspecciones ni las sanciones. Hay que armonizar las aduanas para que los productos que no se permite que entren por Valencia lo hagan por Roterdam. El problema es que la competencia no es de la Unión sino de los estados miembros. Hay un fallo de diseño y afecta mucho a los agricultores. Hay además cinco grandes distribuidoras en Europa y aquí el sector está atomizado. No tienen capacidad de negociación y se sufre una situación de abuso de poder de los grandes a los pequeños. Por último, se ha pedido un observatorio sobre la situación de los cítricos que pidió el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Yo quiero ayudar al sector, pero de manera rigurosa, no con soflamas ni llevando una naranjita a una tribuna que no propone una solución ni sirve de nada“.
-¿No se plantea censurar el tratado con Sudáfrica?
-Respecto al tratado con Sudáfrica el que debe asumir responsabilidades es el PP. Se negoció siendo presidente Mariano Rajoy con una total opacidad y a espaldas del sector. Esto ha hecho que los socialdemócratas exigiéramos transparencia absoluta para en la negociación y poder exigir cambiar aquello que no te beneficia. Pero el tratado con Sudáfrica ya está aprobado. Tenemos una oportunidad en la evaluación que se realizará a los tres años de su entrada en vigor. A lo que me he comprometido es que cuando se constituya la comisión de Comercio Internacional se envíe una delegación a Sudáfrica para que in situ se vea como están aplicando los controles. Lo que no se dice es que Sudáfrica ha denunciado ante la Organización Mundial del Comercio el acuerdo con la UE porque consideran excesivos los controles. Y por último, hay que decir que el mercado europeo se nutre de cítricos al 82 % de Andalucía, la Comuntat Valenciana e Italia. El otro 18 % es el que entra de fuera de la unión. Hay que ver que hay detrás de esta grave crisis.
-Estuvo en la negociación del tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, el conocido como ZETA. ¿Tras dos años, qué balance hace para la economía valenciana y española?
-Soy defensora de una política comercial que incorpore los principios fundacionales de la unión. Por tanto, exigimos que se respete el principio de precaución, el desarrollo sostenible y que el comercio se base en derechos sociales y laborales. Y lo hemos conseguido en los tratados. Pero queremos más. Queremos que sean jurídicamente vinculantes y que se puedan imponer sanciones si se incumplen. Defiendo los acuerdos comerciales, pero no cualquier acuerdo. Respecto al ZETA, el balance es muy positivo porque se han incrementado mucho las exportaciones de naranjas y para la cerámica ha sido una excelente plataforma para entrar en el mercado canadiense. Nuestra industria se ha beneficiado con el acceso a Canadá. No es un mercado muy grande, pero sí de alto poder adquisitivo y que da imagen de marca. El que exporta a Canadá se sabe que exporta calidad.
-¿Y del TTIP, el tradado de libre comercio entre la UE y EEUU, mientras esté Donald Trump nada?
-Nada, los socialistas hemos votado que no es el momento de iniciar una negociación comercial con Trump. Si bajo los dos mandatos de Obama era difícil, con Trump estamos viendo que a la vez que negocia con China le impone aranceles. Con Trump es America first, no le gusta la Unión Europea por lo que es muy difícil. Entiendo que se quiera negociar porque hay mucho miedo a que se impongan aranceles a la industria automovilística. A nosotros eso nos haría mucho daño, pero hay que tener en cuenta que no vale todo.
-¿Esa guerra arancelaria entre EEUU y China puede afectar a la UE?
-Creo que es una estrategia de presión. Trump si algo es es transparente y previsible. Quiera apretar a China en la negociación para que acepte las condiciones en cuanto a la transparencia de tecnología y en cuanto a las subvenciones a las empresas que no está aceptado para exportar. La manera de presionar es subir aranceles, aunque estoy convencida que llegarán a un acuerdo. Pero la estrategia de Trump de imponer la tesis del más poderoso nada tiene que ver con el nuevo orden multilateral que defendemos desde la UE basado en la negociación y el respeto.
-Si hubiera un resultado de las Elecciones Europeas más propicio a la permanencia de la Unión Europea, ¿podría haber un segundo referéndum sobre el Brexit?
-El resultado de las elecciones puede ser interpretado en esa dirección, aunque la posibilidad de un segundo referéndum la veo complicada por la situación interna en Reino Unido. Me resultaría difícil saber quién dará el paso de proponer una segunda consulta.
-¿Sabiendo que el Brexit duro es malo para todos, como es posible que pueda acabar pasando?
-Creo que no acabará pasando. Por eso se están dando prórrogas. Nadie quiere un Brexit duro, pero no son capaces de definir la frontera con Irlanda. Se impondrá un mínimo de racionalidad.
-La extrema derecha parecía que iba a entrar con más fuerza en la política española. Pero me preocupan países como Hungría. ¿Cómo puede ser que un país miembro de la Unión se salte derechos humanos básicos?
-El Europarlamento emitió una resolución proponiendo que se aplique lo previsto a los tratados a Hungría porque no está respetando los principios y valores básicos de la UE. En esa resolución el Parlamento expresó su voz, aunque debe ser el Consejo de Europa el que actúe y lo debe hacer por unanimidad. Es evidente que ante estas crisis, los tratados fundacionales de la unión no funcionan, porque este tipo de situaciones no se pueden plantear por unanimidad. Hace falta una revisión porque Polonia ya ha dicho que apoya a Hungría.
-¿Cualquier ciudadano europeo que comparta los valores y ve cómo actúan Polonia o Hungría qué puede hacer?
-El problema que tenemos es que para aplicar el instrumento de sanciones necesitas la unanimidad de los miembros y con el pronunciamiento de Polonia ya no podemos. Orban no cambia y sigue ganando elecciones y solo nos queda convencer a sus ciudadanos. Y si la extrema derecha consigue una minoría de bloqueo en el Europarlamento, todo lo que se está consiguiendo en materia de derechos se frenaría.
-¿Y en política migratoria le ha decepcionado la UE?
-Mucho. Es una de las causas de desafección de muchos ciudadanos europeos. Viendo lo que pasa en el Mediterráneo a una se le abren las carnes. En el Parlamento Europeo estábamos de acuerdo con la propuesta de la Comisión para regular la política migratoria común con una política de asilo y acogida. Pero de nuevo es el Consejo de Europa el que lo frena, porque hay países que no quieren avanzar. Y siempre son los mismos, donde está la extrema derecha. Yo me siento orgullosa de los valencianos por la acogida del Aquarius. Fuimos referencia en toda Europa, pero solo con la fuerza de la unión podemos acabar con estas situaciones. Ningún país en solitario podrá hacer nada.