Por qué el desmontaje del dique de la ampliación del Puerto de València no implica la devolución de fondos europeos
La posibilidad de incurrir en multas de la Unión Europea si se desmontan los diques de la polémica ampliación norte del Puerto de València construídos entre los años 2008 y 2012 es uno de los argumentos más recurrentes, a la par que incierto, de los defensores de la nueva terminal contenedores.
Mientras que Unides Podem y Compromís, junto con entidades como la la Federació d'Associacions Veïnals y la Comissió Ciutat-Port, se han mostrado en contra de la ampliación y han defendido la eliminación de los diques de abrigo por la erosión que han causado en las playas del sur, desde el PSPV, PP, Ciudadanos, Vox y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) han apoyado la ejecución de la infraestructura, asegurando entre otras cosas que los diques no se pueden quitar y que, al haber sido financiados con fondos europeos, se podría incurrir en una sanción.
Los diques de abrigo, cuyas obras finalizaron en 2012, tuvieron un coste de 203 millones de euros, de los que 74 fueron aportados por la Unión Europea.
Sin embargo, la Comisión Europea considera como norma general que las condiciones de los proyectos que financia se deben mantener al menos cinco años desde que se conceden las ayudas, tal y como argumentó Europa en el caso del puente giratorio del Puerto que investigó la eurodiputada socialista Inmaculada Rodríguez Piñero.
De esta forma, es perfectamente ejecutable el desmontaje de los diques. De hecho, el proyecto constructivo del muelle de contenedores presentado por la APV contempla un gran número de demoliciones de obras ya ejecutadas y financiadas con los mencionados 74 millones procedentes de Europa.
En concreto, según el propio proyecto, “se llevará a cabo la retirada del contradique norte y las motas emergida y sumergida que se ubican actualmente en la dársena”. También se requiere “la demolición de estructuras y retirada de instalaciones y materiales del muelle de cruceros actual, así como el reflote de al menos 11 cajones de los 16 que lo forman”.
Demolición del faro histórico
Otra demolición que incluye el proyecto, aunque esta no está vinculada a fondos europeos, es la del faro histórico, del que se construirá una réplica en un lugar por determinar. Según el proyecto, “para aumentar la seguridad de la maniobra de los buques, se ha diseñado la retirada de la plataforma del faro de manera que se prolongan las alineaciones de los diques norte y este”. Esto implica “la retirada de los bloques de cimentación y protección, así como de los muros y los edificios existentes actualmente en la zona”.
El antiguo faro de València “se desea mantener como imagen del puerto a pesar de no estar en uso, y se ha valorado la posibilidad de trasladarlo”. Para ello, “la empresa Intemac ha realizado un estudio en el que analiza la viabilidad de dicho traslado, concluyendo que no se considera viable salvo condicionantes no técnicos que exijan mantenerlo, en cuyo caso serían necesarias complejas y costosas operaciones para su traslado, reconstrucción y/o reparación”. Por ello, se ha optado “por construir una réplica en una nueva localización”.
Como objetivo de diseño, “la geometría y el acabado del nuevo faro debe reproducir lo más fielmente posible la apariencia del faro antiguo”. Dicha geometría “se ha obtenido de recientes inspecciones, de la consulta del proyecto de construcción del faro original de Valencia (1890), así como del proyecto constructivo relativo al traslado a su actual emplazamiento (1928)”.
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