Las claves de un psicólogo para una vuelta al trabajo más llevadera: “Hay una relación insostenible y disfuncional con lo laboral”

Tener que pasar por un proceso de adaptación ante un cambio es normal.

Marta Chavarrías

7 de septiembre de 2025 22:04 h

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El mes de agosto es uno de los más elegidos a la hora de coger vacaciones. Según estimaciones hechas por el Observatorio Nacional de Turismo Emisor (ObservaTUR), el 35% de los españoles ha tomado sus vacaciones en agosto. Esto significa que muchos de ellos ya han vuelto o volverán a su rutina laboral durante estos días. Regresar al trabajo tras unas vacaciones puede ser algo difícil. En poco tiempo, el tiempo libre del que disponíamos se convierte en un recuerdo lejano y la carga del trabajo empieza a acumularse. 

Las vacaciones suponen un momento necesario de desconexión, de diversión y de descanso. Incluso nos cambia el ánimo no tener que pensar en las llamadas, los correos electrónicos o el estrés de llegar a todo. Pero cuando llega el momento de hacer la maleta para volver a casa y a la rutina laboral, pensar en todas las tareas que nos esperan puede hacer que nos sintamos abrumados, incluso tristes o agobiados.

Planear y esperar con ilusión las vacaciones suele relacionarse con una energía positiva. Pero, al terminar las vacaciones, esto desaparece de forma repentina y la vuelta a la normalidad resulta deslucida. A menudo, volvemos a encontrarnos con una montaña de responsabilidades, correos por contestar y un sinfín de tareas más. Para muchos, la sensación de necesitar unas “vacaciones de las vacaciones” es algo muy real a medida que avanza la presión de la vida diaria.

El proceso de adaptación a la rutina

Es importante matizar, como explica el psicólogo Andrés Herraiz, que “existen diferencias individuales, tanto por las características del trabajo, como de la persona”, así como la “estabilidad asociada al puesto de trabajo, que condicionan sustancialmente la vuelta al mismo ya que hay sectores más desprotegidos”. La vuelta a la rutina no siempre es fácil y conlleva un “periodo de adaptación”.

Pero es que, además, las vacaciones suelen alterar nuestros patrones de sueños, nuestros hábitos alimenticios y el horario en general. La respuesta del cuerpo al reajuste puede afectar el estado de ánimo y hacer que nos sintamos aturdidos e irritables. 

También pasar tiempo lejos puede brindarnos una nueva perspectiva que permite replantearnos ciertos aspectos. Aunque a menudo es positiva, en ocasiones puede llevarnos a cuestionar nuestras circunstancias actuales y trayectorias profesionales.

No es casualidad que, tras los periodos de vacaciones de verano o de navidades, aumenten de manera exponencial las bajas por salud mental

Andrés Herrainz Psicólogo

Aunque suele hablarse del síndrome posvacacional, lo cierto es que, como admite Herraiz, “no está reconocido en manuales diagnósticos de manera oficial”. Este término mediático y popular suele usarse para describir y representar un “malestar general que muchas personas experimentan al volver al trabajo o la rutina tras un periodo de descanso”, admite el experto, que matiza que, más que hablar de síndrome sería más adecuado hablar de “un proceso de adaptación” para el cual tenemos que ser pacientes. “No es casualidad que, tras los periodos de vacaciones de verano o de navidades, aumenten de manera exponencial las bajas por salud mental”, advierte Herraiz.

¿Cómo sabemos si lo sufrimos? Tener que pasar por un proceso de adaptación ante un cambio es normal, si bien las consecuencias pueden variar de una persona a otra. En algunos casos, pueden aparecer síntomas como “desgana, ansiedad, falta de motivación, pensamientos intrusivos o anticipatorios, dificultad para concentrarse, alteraciones de sueño o fatiga”, explica Herraiz. Lo normal es que todos estos signos sean transitorios y desaparezcan o se reduzcan en unas semanas. 

Pero si este malestar se prolonga más e interfiere en el desarrollo normal de la vida diaria, “puede estar indicando otro problema de fondo, como estrés laboral crónico, burnout o insatisfacción vital”, advierte Herraiz.

No es que la vuelta sea dura, sino que, en muchos casos, hemos normalizado una relación con los trabajos insostenible y disfuncional

Algunas investigaciones demuestran, sin embargo, que si uno desconecta con éxito del trabajo durante las vacaciones, reponiendo fuerzas para el trabajo, puede sentirse incluso con energía para volver. Pero esto dependerá de la forma en la que solemos pensar en el trabajo tras unas vacaciones y cómo lo abordamos. Para Herraiz “no es que la vuelta sea dura, sino que, en muchos casos, hemos normalizado una relación con los trabajos insostenible y disfuncional”. 

Pero, ¿cómo podemos aprender a gestionar todo esto y asegurarnos que conservamos algunos de los beneficios que ofrecen las vacaciones? El psicólogo nos da algunas pistas.

Estrategias claves para facilitar la transición

Para afrontar estos sentimientos es útil cambiar nuestra mentalidad y anticiparnos a la vuelta. La prevención también es clave aquí y podemos empezar, aunque nos cueste, planificando nuestro regreso. Esperar a última hora para gestionar todo el cambio y proyectos provoca más estrés si cabe. Por tanto, es clave que empecemos a planificar nuestra ausencia con antelación para sentirnos menos estresados.

Pero si hay algo que suele pasar desapercibido y que no se tiene en cuenta es “cómo manejamos estas emociones, a veces, algo difíciles, como la culpa por sentirnos mal”, afirma Herraiz. Uno de los primeros pasos para que la vuelta a la rutina sea más llevadera es, como afirma el experto, identificar y reconocer estas emociones, sin llegar a “normalizar el malestar, pero sin temerlas”.

Para el psicólogo, algunas claves para que la vuelta a la rutina sea más sostenible pasan por:

  • Prepararnos de forma progresiva: es importante, antes de volver al trabajo, dedicar algo de tiempo a planificar y organizar las tareas, creando una lista de cosas pendientes y priorizando las que sean más urgentes. Esto nos puede ayudar a tratar mejor la carga de trabajo y, por tanto, a reducir el estrés.
  • Retomar buenos hábitos como el deporte o la lectura, así como respetar un horario de sueño regular y comer de manera equilibrada ya que nos pueden ayudar a mejorar nuestro bienestar emocional y físico.
  • Ilusionarnos con la rutina fijando pequeños objetivos a nivel personal a lo largo del curso, intentando mantener un equilibrio entre el trabajo y la vida personal que nos ayude a relajarnos.

“El objetivo no debe ser solo adaptarnos lo mejor posible a la vuelta al trabajo, sino que el trabajo tenga el menor impacto en nuestra vida y salud mental”, reconoce Herraiz, que admite además que los esfuerzos no solo se deben centrar en preparar el regreso, sino en que la rutina se convierta en algo cómodo y sostenible.

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