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Baños de bosque: ¿de verdad son saludables?

Foto: Jordi Sabaté

Jordi Sabaté

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Adela, lectora y socia de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto en un correo electrónico: “un amiga me ha propuesto ir con ella y un grupo a darnos un 'baño de bosque'. Se trata, según me ha contado, un paseo por un bosque cercano a Bilbao, de donde somos, en el que meditaremos un rato en una zona especialmente aislada... La idea me parece genial, pero lo que me escama es que haya que pagar a una empresa que lo organiza. Mi pregunta es: ¿esto realmente tiene fundamento o es una excusa para montar un negocio? Hay beneficios demostrados en pasear por el bosque o es como lo de las dietas detox?”

La terapia del shinrin-yoku, que se ha traducido al castellano como baño de bosque, no es una novedad reciente, aunque tampoco una tradición milenaria. Proviene de Japón, donde en 1982 la Agencia Forestal Nacional comenzó a promoverla entre los ciudadanos de las grandes ciudades con el fin de retornaran a la naturaleza en una sociedad fuertemente urbanizada. La idea era propiciar el conocimiento del entorno natural a la vez que se contribuía al mantenimiento de los bosques mediante un aumento de impuestos.

La iniciativa tuvo un gran éxito y pronto fue exportada a Corea del Sur, donde también fue adoptada como propia. Consiste, tal como explica Adela, en dar paseos en pequeños grupos de persona, o solas, por el bosque en silencio, poniendo los cinco sentidos en las sensaciones que nos proporciona el entorno: el olor, los sonidos, el aire, la visión del follaje, los contrastes de luz, etc. En un momento dado existe la opción de sentarse a meditar en un entorno especialmente bello o aislado para después completar el paseo de regreso.

Estudios a favor

Ahora bien, no fue hasta 2004 que el gobierno Japonés se decidió a subvencionar, con hasta tres millones de euros investigaciones que confirmaran científicamente los beneficios para la salud del shinrin-yoku, si es que había alguno. Los estudios realizados se concentraron en aspectos fisio-psicológicos, así como inmunológicos.

Uno de ellos, realizado sobre 280 personas halló relación entre los baños de bosque y un menor nivel de cortisol -hormona del estrés- en la saliva, así como una menor presión arterial, un pulso más relajado y una mayor actividad del sistema nervioso parasimpático. Es decir que los practicantes se mostraban más relajados y con una mejor salud cardiovascular. De ahí se podría derivar que esta terapia es buena en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, por ejemplo.

Otro estudio relavante de la Universidad de Tokio analizó los niveles en orina de marcadores anticancerígenos -proteínas que neutralizan posibles células cancerígenas- en grupos de personas que hacían baños de bosque de varios días. Las conclusiones fueron que se producía un aumento en los niveles de estas proteínas en los días siguientes a los paseos y que los niveles se mantenían altos si se hacía al menos un paseo mensual de este tipo. Por contra, el estudio también analizó los niveles de estas proteínas en personas rurales que viajaban a la ciudad y se comprobó que no experimentaban ninguna variación al alza.

Hábitos saludables

Para contrastar la validez de estos beneficios nos hemos puesto en contacto con la psicóloga clínica y terapeuta Núria Conesa, que no ha dudado en un primer momento en comparar los baños del bosque con el mindfulness. “Los fundamentos son los mismos: relajación, concentración en lo que vivimos en el momento, cesión de protagonismo a los sentidos postergando la conciencia y sus angustias diarias...”, explica esta profesional, que concluye: “si eres capaz de abstraerte de lo cotidiano por un periodo de tiempo, por supuesto que funciona y puede reducir tu estrés, con los beneficios psicológicos que ello comporta”.

En este sentido, respecto al primer estudio, aunque destaca “que la muestra de 280 personas no puede ser en absoluto concluyente”, Conesa cree que es verosimil obtener bajos niveles de cortisol, una menor presión arterial y un pulso relajado. “Si a ello sumas que andas unas cuantas horas, seguramente respirando aire no contaminado, el beneficio es claro en todos los sentidos y es coherente pensar que prevenga contra la diabetes de tipo 2”. Pero avisa que más que una terapia revolucionaria, el shinrin-yoku “es un compendio de hábitos saludables de los de toda la vida.

Respecto al segundo estudio, Conesa se muestra más distante: “no puedo entrar en un tema ya más complejo, aunque todo lo que se relacione con bajos niveles de cortisol -estrés e inflamación- favorece los bajos riesgos de desarrollar enfermedades”. También insinúa que “quizás haya que sumar como un efecto beneficioso las bacterias y hongos unicelulares existentes en el bosque y que respiramos y tragamos, enriqueciendo nuestra flora intestinal, lo cual mejora la respuesta a las reacciones autoinmunes de nuestro cuerpo”.

Finalmente, respecto a la existencia de empresas que mercantilizan esta actividad, Conesa no ve inconveniente siempre y cuando la experiencia que nos vendan no sea un timo: “si te llevan a un bosque especialmente bonito y relajante, si te enseñan a meditar o te muestran espacios propicios a la relajación, etc., no veo porque no contratar con ellas; otra cosa es que puedas hacerlo gratis y por ti misma, que ya depende de cada uno”.

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