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Ocho maneras sorprendentes de enfermar si no cuidas tu higiene bucal

Salud bucal

Jordi Sabaté

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Hoy en día ningún experto entiende el cuerpo como una entidad separada por zonas aisladas, de modo que lo que pueda pasar en una no afecta al conjunto. Al contrario, se entiende el “todo corporal” como una maquinaria sistémica y profundamente interconectada.

De esta suerte, lo que sucede en una mano puede afectar al final a todo el aparato motor, o como ejemplo más espectacular, nuestra salud mental puede depender lo que sucede en las bacterias de nuestro intestino.

Del mismo modo, la salud bucal afecta a todo nuestro cuerpo de las maneras más dispares, y de hecho, este aspecto ya se considera tan relevante en la contratación de deportistas de élite como pueda ser su salud cardiovascular.

Por ejemplo, una infección en una encía, una caries o un problema de necrosis a nivel de hueso de mandíbula puede comportar el aumento de ciertas bacterias cuyas toxinas y subproductos afecten al corazón, a las articulaciones, la columna vertebral, el estómago, etc.

A continuación te explicamos ocho ejemplos de cómo una mala salud bucodental puede terminar en graves problemas de salud.

1. Mal aliento

Aunque no siempre tiene origen bucal, la halitosis puede ser uno de los problemas más leves que se deriven de una mala higiene, pero no por ello menos molesto. Según la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración, el 90% de los casos de halitosis se deben a bocas en mal estado o una mala higiene bucal.

De ellos, un 70% proceden de bacterias que habitan en la parte posterior de la lengua y el otro 30% corresponde a afecciones en las encías, lo que se conoce como enfermedades periodontales.

En concreto, estas bacterias son saprófitas anaerobias y viven debajo de la saliva descomponiendo los restos alimentos y produciendo azufre, así como unos ácidos grasos volátiles de cadena corta, llamados putrescina y cadaverina, debido a su fuerte olor a descomposición.

También se encuentran en encías inflamadas y en piezas dentales en mal estado, que pueden tener infecciones internas que incluso lleguen a necrosar el hueso de la mandíbula.

2. Incremento del riesgo de parto prematuro

Según algunos expertos, la periodontitis, es decir la infección y sangrado de las encías, podría ser un factor de riesgo para el embarazo. Dichos expertos asocian esta enfermedad al parto prematuro y el bajo peso del bebé al nacer.

Al parecer, la periodontitis estaría asociada a la liberación de unas hormonas llamadas prostaglandinas, responsables de las contracciones del parto. Así lo recoge la publicación Enfermedad periodontal y embarazo. Revisión de la literatura.

A su vez, la higiene bucal de las embarazadas debe extremarse porque los cambios hormonales producidos tienen profunda incidencia en la misma, alterando las composiciones bacterianas de la boca.

3. Incremento del riesgo de sufrir artritis

De nuevo una periodontitis severa, relacionada con una mala higiene bucal que afecta a las encías, puede hacer que las bacterias de la placa alojadas en el espacio que queda entre el diente y la encía den problemas. 

Estas bacterias pueden generar subproductos tóxicos que viajen con la saliva al interior del estómago y de ahí al torrente sanguíneo. Una vez en las articulaciones, pueden provocar inflamaciones en las articulaciones de las manos y los pies que se conocen en su conjunto como artritis reumatoide y generan dolor al mover los dedos.

Por otro lado, este mismo dolor puede hacer que el cepillado de los dientes y encías sea menos largo al ser doloroso y retroalimente la periodontitis.

4. Nos hace candidatos al infarto de miocardio

Un equipo de la Facultad de Odontología de la Universidad de Barcelona llevó a cabo un trabajo de recopilación de literatura al respecto titulado La periodontitis como factor de riesgo en los pacientes con cardiopatía isquémica.

En el mismo destacan la estrecha relación entre las infecciones graves de las encías y la posibilidad de sufrir un infarto. De hecho el trabajo señala que la periodontitis puede haber sido fuente de numerosas muertes a lo largo de la historia atribuidas a otras causas o con origen desconocido.

Por otro lado, el Hospital General de Veteranos de Taipei realizó entre 2004 y 2011 un estudio estadístico en el participaron 100.000 personas sin ningún problema cardiovascular.

Durante la investigación se observó que las personas que se hacían una limpieza dental una o dos veces al año disminuían en un 24% el riesgo de padecer un infarto.

Los investigadores afirmaban que este efecto positivo se debe a que las limpiezas dentales reducen la inflamación que causa el crecimiento de bacterias que pueden dar origen a dichas patologías.

5. Puede empeorar una diabetes

La periodontitis ha demostrado ser más proclive entre las personas diabéticas y, a su vez, traer consigo mayores riesgos de acelerar la enfermedad en un bucle retroactivo.

El origen podría estar en la mayor cantidad de azúcar en la sangre, que propiciaría un crecimiento bacteriano más pronunciado, así como en la mala capilarización en diabéticos, que no permite luchar tan bien contra las infecciones. Por este motivo, se recomienda especialmente a estas personas que extremen su higiene bucal.

6. Aumenta la frecuencia de lesiones musculares

Los mismos subproductos tóxicos de las bacterias que provocan las caries y la periodontitis, y que se relacionan con los partos prematuros, la artritis o los problemas cardíacos, provocan el desequilibrio de los minerales que intervienen en la contracción muscular.

De este modo, el músculo se fatiga más pronto y está expuesto en grandes esfuerzos a desgarros, tendinitis o problemas en las articulaciones. Actualmente en el fichaje de deportistas de élite se tiene muy presente el estado de sus piezas bucales.

Un trabajo de 2011 titulado Estudio de la influencia de la salud bucodental en la condición física de los jugadores profesionales de fútbol del F.C. Barcelona tenía como propósito “evaluar el estado de salud bucodental y su relación con la incidencia de lesiones deportivas de los jugadores profesionales de fútbol del F.C. Barcelona”.

La tesis era que “los jugadores de fútbol profesional a pesar de seguir un seguimiento médico intensivo, presentan problemas como caries, gingivitis o maloclusion, y sufren a menudo traumatismos bucodentofaciales. La incidencia de lesiones deportivas podría presentar una asociación con su salud bucodental”.

El estudio reveló finalmente que “se observó una correlación estadísticamente significativa entre el índice de placa y lesiones musculares”.

7. Aumenta el riesgo de desarrollar problemas de espalda

Las infecciones bucales pueden provocar problemas en los discos intervertebrales al no tener la espalda un buen tono muscular y también por las inflamaciones en las zonas articulares que causan las toxinas bacterianas.

Otra causa de dolores que puede acabar en problema vertebral es la mala oclusión bucal, que desestabiliza los músculos trapecios y esternocleidomastoideos. También el bruxismo puede estar detrás del dolor de espalda.

8. Puedes acabar con gastritis crónica

En los casos en que por mala higiene bucal falten piezas dentales y molares, la masticación de la comida será menos efectiva y la persona tenderá a tragar pedazos de alimento más grandes que, por tanto, deberán ser digeridos con mayor trabajo en el estómago.

A la larga este exceso de función digestiva puede causar exceso de segregación de jugos gástricos que acaben provocando problemas estomacales crónicos. Por otro lado, problemas digestivos como la hernia de hiato, y la acidez nocturna que se deriva de ella, puede afectar al esmalte de los dientes complicando más la higiene.

Cómo tener una buena higiene bucal

Mantener una boca sana e impoluta es posible y puede resultar bastante más barato de lo a priori pensaríamos si observamos una cierta disciplina y método a la hora tanto de alimentarnos como en el cepillado de los dientes y en la eliminación del sarro de la superficie y las encías.

Para empezar, es importante evitar consumir a diario, o con frecuencia, alimentos que contengan azúcares añadidos, como los dulces, el chocolate, la bollería industrial, etc.

Hablando de cepillarse los dientes, hay que hacerlo como mínimo tres veces al día, sobre todo por la noche. Si pueden ser más ocasiones, mejor, pero sobre todo hay que recordar hacerlo después de cada comida.

El cepillo que usemos será normal o suave, pero nunca de cerdas duras. Aunque creamos que este tipo de cerdas arrancan mejor las fibras y restos enganchados entre los dientes, lo que en realidad hacen es rayar la placa dental y favorrecer por tanto que aniden más bacterias.

El cepillado no debe ser uniforme ni horizontal, sino de arriba a abajo y con más incidencia en las zonas ocultas de la boca, buscando los instersticios de difícil acceso. Importa más la insistencia que la fuerza y lo que cuenta es arrancar los trozos de comida enganchados en el espacio interdental.

Muy importante: previo al cepillado y el enjuagado, usaremos hilo dentral o cepillos intercostales para limpiar las caras internas, donde se encuentra un 40% de la superficie con sarro.

Debemos usar un dentrífico de calidad farmacéutica, a poder ser recomendado por nuestro odontólogo o nuestro periodoncista, ya que ella o él conocerá mejor que nadie a qué tipo de problemas es más susceptible nuestra boca, algo que muchas veces no depende tanto de nuestro fervor higiénico como del PH de nuestra saliva, que para colmo de males puede variar con la edad.

Al menos una vez al año hay que visitar a un odontólogo y a un periodoncista para hacer respectivamente una revisión de piezas y una limpieza de encías que elimine el sarro y los riesgos de periodontitis.

Cepillarse los dientes en siete sencillos pasos

Un estudio del Consejo General de Farmacéuticos concluía en 2007 que el 80% de la población tiene una mala higiene bucal que derivará en problemas con el tiempo; es muy probable que la situación no haya mejorado desde entonces, y el motivo es el desconocimiento generalizado que tenemos sobre la forma idónea de cepillarnos los dientes.

  1. Nos enjugaremos la boca para eliminar restos sólidos grandesque puedan haberse quedado entre los dientes encajados.
  2. Nos pasaremos un cepillo interproximal entre la base de los dientes y muelas, siempre con cuidado de no provocarnos lesiones.
  3. Volveremos a enjuagarnos la boca con agua para eliminar los restos removidos.
  4. Nos pasaremos el hilo dental para extraer los restos atrapados allí donde los dientes permanecen más juntos; lo haremos con sumo cuidado de no dañarnos las encías, ya que el hilo puede ser cortante; para ello, en lugar de tirar hacia dentro si vemos que el hilo se resiste a pasar al instersticio, lo deslizaremos adelante y atrás, como si estuviéramos serrando, hasta que se meta entre los dientes.
  5. Volveremos a enjuagarnos la boca, esta vez con un colutorio, durante al menos un minuto. Es conveniente una vez al día usar un colutorio con alcohol para eliminar posibles saprófitos que queden en zonas ocultas de implantes, puentes y fundas, pero el resto de veces lo haremos con uno sin alcohol. También debemos evitar la clorhexidrina.
  6. Pasaremos a cepillarnos los dientes con un movimiento de escoba de arriba hacia abajo y tanto por la cara interior como la exterior, como si termináramos de eliminar restos, que es lo que en esencia buscamos conseguir. El cepillado idóneo debe durar de dos a tres minutos y también debemos pasar el cepillo en escoba por la meseta de las muelas, en especial en el caso de pastas con flúor, con el fin de que este elemento se deposite en zonas de caries y actúe como alcalinizador y biocida.
  7. Finalmente nos enjuagaremos para eliminar los restos de dentífrico.

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