Dicen que es el método infalible contra los mosquitos: ¿consigue ahuyentarlos de verdad el ventilador?
Cada verano, cuando aumentan las temperaturas y proliferan los mosquitos, resurgen toda clase de remedios caseros para evitar sus molestas picaduras. Uno de los más populares es dormir o descansar bajo el efecto del ventilador. Según esta creencia, el flujo de aire ayuda a mantener alejados a los insectos al dificultar su vuelo y dispersar los olores corporales que los atraen. Aunque se ha convertido en un consejo habitual, no está del todo claro si cuenta con una base científica sólida.
El conocimiento sobre cómo los mosquitos localizan a sus víctimas ha avanzado de forma muy notable en los últimos años. Se ha descubierto que estos insectos emplean un sistema sensorial altamente sofisticado, combinando señales químicas, visuales y térmicas para identificar a los humanos. Más recientemente, algunos estudios han revelado que especies como 'Aedes aegypti', transmisoras de enfermedades como el dengue o el zika, también son capaces de detectar la radiación infrarroja emitida por el calor corporal, lo que les permite afinar aún más su comportamiento de búsqueda de hospedadores.
Al mismo tiempo, la ciencia busca nuevas formas de control que no dependan exclusivamente de insecticidas, frente a los cuales los mosquitos están desarrollando resistencias crecientes. Entre las alternativas más prometedoras figuran los campos eléctricos que alteran el vuelo de los insectos, creando barreras físicas sin impacto ambiental. En este contexto de innovación tecnológica y mejor compresión del comportamiento de los mosquitos, es preciso revisar hasta qué punto métodos domésticos como el uso de un ventilador pueden contribuir efectivamente a reducir el riesgo de picaduras.
Cómo localizan los mosquitos a los humanos
Los mosquitos no atacan al azar, sino que usan varios sentidos para encontrar a los humanos, combinando señales químicas y físicas. Entre las más importantes están el dióxido de carbono (CO₂) que exhalamos al respirar, los olores de la piel, la humedad y el calor que emitimos. El CO₂ funciona como una señal que activa a los mosquitos para que empiecen a buscar a su presa.
Además, un descubrimiento reciente ha demostrado que los mosquitos pueden detectar la radiación infrarroja, que es el calor que nuestro cuerpo emite en forma de ondas invisibles. Un estudio publicado en 2024 por la Universidad de California en Santa Bárbara reveló que el mosquito “Aedes aegypti” usa esa radiación para localizar a las personas con más precisión. Cuando el CO₂, el olor y el calor infrarrojo se combinan, los mosquitos aumentan su actividad de búsqueda y se dirigen hacia la fuente de calor, incluso a distancias de hasta 70 centímetros.
Este sentido infrarrojo funciona gracias a receptores especiales en las antenas de los mosquitos donde se encuentra una proteína llamada TRPA1 que detecta el calor. Gracias a esto, los mosquitos pueden seguir a las personas aunque algunas señales se vean afectadas por el viento o el movimiento. Como señalan los investigadores, ninguna señal sola es suficiente, ya que los mosquitos usan todas juntas para ser muy efectivos al encontrar humanos.
Qué dice la ciencia sobre la eficacia de los ventiladores
Aunque los ventiladores no se diseñaron originalmente como herramientas para repeler mosquitos, diversos estudios y pruebas prácticas sugieren que pueden ser sorprendentemente eficaces como medida complementaria.
Por un lado, se sabe que el viento interfiere con varios de los mecanismos que los mosquitos utilizan para localizar a los humanos. Las corrientes de aire dispersan el dióxido de carbono (CO₂) que exhalamos, una de las principales señales que activan la búsqueda del hospedador, y también dificultan la detección de los olores corporales y del calor.
A este conocimiento se suman algunas evidencias prácticas relevantes como un test realizado por Consumer Reports donde se evaluaron tres métodos para controlar los mosquitos en un espacio amplio: velas de citronela, un ventilador de pie oscilante y un difusor de geraniol que es un repelente natural derivado de plantas. El ventilador resultó mucho más eficaz que las otras opciones, reduciendo la presencia de mosquitos entre un 45% y un 65% para las personas que estaban sentadas cerca de él.
Según Jody Gangloff-Kaufmann, experta en control de plagas citada en el artículo de Consumer Reports, el ventilador no solo genera una corriente de aire que dificulta el vuelo de los mosquitos, sino que también ayuda a dispersar el CO₂ que emitimos. Esto es relevante porque, como han demostrado investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara en la revista Nature, el CO₂ es una de las señales más poderosas que guían a los mosquitos hacia nosotros.
Tecnologías innovadoras para repeler mosquitos
Además de los métodos tradicionales para repeler mosquitos como los repelentes, los científicos están desarrollando nuevas soluciones más limpias y efectivas. Una de ellas son las barreras eléctricas que usan campos eléctricos para impedir que los mosquitos se acerquen. Un equipo de investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB-CSIC), ISGlobal y la empresa Biogents AG creó prototipos que generan pulsos eléctricos que confunden a los mosquitos y cambian su forma de volar. Así, estos insectos no pueden acercarse a personas o espacios protegidos.
Además, estos sistemas eléctricos están diseñados para ser sostenibles y adaptables a diferentes contextos, incluyendo fuentes de energía solar para países con menos recursos. A diferencia de los insecticidas tradicionales, que pueden generar resistencia en los mosquitos y tienen impactos ambientales negativos, las barreras eléctricas ofrecen un método limpio, de amplio espectro y difícil de evadir para los insectos.
Este desarrollo forma parte del proyecto financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) bajo el nombre de “Prevención de picaduras infecciosas: repeler vectores de mosquitos con pulsaciones de campo eléctrico”, que además ha dado lugar a una patente europea. La empresa Biogents ha mostrado interés en comercializar esta tecnología, apuntando a su uso en espacios públicos y privados para reducir la incidencia de picaduras y enfermedades.
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