Tres maneras sencillas de resguardarnos del calor y las altas temperaturas

Varias mujeres se protegen del sol en Sevilla.

Marta Chavarrías

16 de julio de 2025 22:06 h

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No llevamos ni un mes de verano y ya se han registrado en España temperaturas de récord. Los datos confirman lo que se está evidenciando año tras año: que la temperatura va aumentando. Si nos fijamos en la temperatura promedio de la superficie de la Tierra veremos que en 2024 fue la más cálida registrada hasta entonces, según este análisis liderado por la NASA.

Frente a este panorama, y a los cada vez más frecuentes episodios de calor extremo que estamos viviendo, es importante que encontremos maneras de hacer frente a estas temperaturas sofocantes, porque el calor puede afectar a nuestra salud y agravar enfermedades.

Tanto es así que, de acuerdo con esta investigación publicada en Environmental Health Perspectives sobre datos de más de 11,2 millones de ingresos hospitalarios entre 2006 y 2019 en España, el calor aumenta el riesgo de hospitalización en todos los grupos de edad, pero sobre todo en los menores de un año y los mayores de 85, que son los grupos más vulnerables.

Cómo nos afecta el calor

Según el Ministerio de Sanidad, la exposición a temperaturas excesivas puede provocar calambres, deshidratación, insolación o golpe de calor. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), en momentos prolongados de altas temperaturas, tanto diurnas como nocturnas, el organismo se sobrecarga y aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, e incluso de morir a causa de la exposición al calor.

Esto ocurre porque el cuerpo, que produce sudor para enfriarse, en ciertas condiciones no lo logra con solo sudar. Cuando hay mucha humedad, por ejemplo, el sudor no logra evaporarse tan rápido como sería necesario, lo que impide que el cuerpo libere el calor con rapidez.

El calor extremo también agrava las enfermedades crónicas y aumentan los accidentes cerebrovasculares y los partos prematuros, además de incrementar la siniestralidad laboral y el tráfico, así como las intoxicaciones alimentarias, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).

Aunque todos estamos expuestos a sufrir un problema relacionado con el calor, es importante que bebés y menores, mujeres gestantes, personas mayores o con enfermedades cardiacas, renales, diabetes, obesidad o hipertensión, así como las que trabajan en el exterior, extremen las precauciones cuando el calor aprieta. No deben pasarse por alto, por ejemplo, síntomas como dolores de cabeza, mareos, cansancio y deshidratación, que podrían alertarnos de un posible golpe de calor.

Atender a síntomas como estos es imprescindible, así como acudir al médico en el caso de que tengamos alguno de ellos durante más de una hora y que puedan estar relacionados con el calor. Dentro del Plan Nacional de Acciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas sobre la Salud 2025, del Ministerio de Sanidad y que estará vigente hasta el 30 septiembre, el decálogo Disfruta este verano en salud incluye recomendaciones como las siguientes.

Beber agua aunque no tengamos sed y hacer comidas ligeras y frecuentes

La ingesta de agua y líquidos con frecuencia, aunque no tengamos sed y sea cual sea la actividad física que realicemos, es primordial. No es recomendable, en cambio, la ingesta de bebidas con cafeína, alcohol o muy azucaradas porque hacen justo lo contrario: nos deshidratan aún más.

Las comidas ligeras como ensaladas, frutas, verduras o zumos nos ayudan a reponer las sales que hemos perdido por el sudor. Esto, unido a la ingesta de agua, nos ayuda a reponer los líquidos perdidos a través del sudor.

Evitar las horas más calurosas del día y buscar lugares frescos

Lo primero y más importante es, en la medida que nos sea posible, centralizar las actividades en el exterior durante las primeras horas del día o al final de la tarde y evitar hacerlas en las horas centrales del día, entre las 12 y las 16 horas, cuando las temperaturas son más altas. Pero si no podemos evitarlo, es recomendable permanecer tanto tiempo como podamos en lugares frescos, bien a la sombra y, si es posible, en zonas climatizadas.

El lugar donde elegimos estar influye mucho en la sensación térmica. Por ejemplo, superficies como el asfalto tienden a absorber más calor que los entornos naturales. Así que, si vamos a salir a pasear con nuestra mascota, es preferible ir por un parque arbolado o un sendero con sombra en lugar de una acera.

Otra buena manera de protegernos del calor es refrescarnos bebiendo líquidos o refrescándonos la cabeza con agua de vez en cuando. Y nunca dejar a una persona en un vehículo estacionado y cerrado.

Aunque intentemos librarnos del calor en una piscina es importante que tengamos en cuenta que la radiación puede penetrar hasta un metro en el agua clara, así que es mejor que no descuidemos el protector solar antes de bañarnos.

Vestir con ropa ligera y poco ajustada

La ropa es preferible que sea ligera, holgada y que deje transpirar. Tanto si vamos a la piscina o la playa, o bien a caminar o a realizar cualquier otra actividad, es recomendable usar prendas ligeras y transpirables. Lo mejor es optar por telas de algodón, seda o lino, cuyos hilos tiene poros grandes que permiten la circulación del aire, o materiales que absorben la humedad, que alejan el sudor de la piel y lo ayudan a evaporarse más rápidamente. Estos tejidos permiten la circulación del aire y la evaporación del sudor.

La cuestión de que sea holgada responde a que, si es demasiado ajustada, el sudor de la piel no se evapora, lo que resulta clave para mantener el cuerpo fresco. Además, debemos tener presente que el calor o la humedad pueden hacernos más propensos a irritaciones como rozaduras y sarpullido por calor, sobre todo si tenemos la piel sensible.

La manera de vestir también nos ayuda a blindarnos contra el calor, y esto incluye no solo la ropa, sino los complementos que usemos. Un sombrero de ala ancha, gorras o similares nos protegen la cabeza, la cara, las orejas y la nuca. También el calzado debe ser fresco, cómodo y que transpire. Los ojos, los grandes olvidados, también debemos protegerlos con unas gafas de sol homologadas que filtren, al menos, el 90% de la radiación ultravioleta.

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