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La lona de Greenpeace

Varios activistas de Greenpeace cuelgan una lona en la Puerta de Alcalá de Madrid, el pasado 11 de julio

Javier Pérez Royo

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Me imagino que la dirección de Greenpeace que ha tenido la ocurrencia de situar una lona sobre la Puerta de Alcalá con los rostros de los cuatro candidatos a la presidencia del Gobierno en las elecciones del 23J sudando y con el torso y la cara quemados, interpelados por igual con la pregunta “¿Os la suda el cambio climático?”, sabe en qué país vive y cuáles son las circunstancias en las que van a tener lugar las elecciones generales respecto de una enorme cantidad de problemas, pero de manera muy especial respecto del cambio climático

Las elecciones van a tener lugar, están teniendo lugar ya, en un clima político muy degradado, al que se llega con incumplimientos tan brutales de la Constitución como la no renovación del Consejo General del Poder Judicial y con acusaciones de falta de legitimidad del Gobierno elegido democráticamente mediante el procedimiento previsto en el artículo 99 de la Constitución. Ha sido una legislatura despiadada a la que se va a poner fin con unas elecciones fuertemente disputadas.

Esto último no es malo. Toda democracia digna de tal nombre tiene que saber que ha de enfrentarse a crisis políticas y constitucionales y que es a través de ellas, de cómo reaccionan frente a ellas, cómo se fortalecen o avanzan en un proceso de degradación. Afortunadamente, una disyuntiva de avance frente a degradación no está presente en todas las elecciones, sino únicamente en algunas de ellas. Esta próxima lo es. Ningún ciudadano integrado en el cuerpo electoral puede tener duda acerca de lo que está en juego el 23J. Las opciones políticas que tiene que evaluar con el ejercicio del derecho de sufragio son opciones marcadamente diferentes, que apuntan en direcciones no solo distintas sino incluso radicalmente opuestas. Cada uno sabe o debe saber que su voto cuenta y que de dicho voto depende no solo la dirección política que tome el país en los próximos cuatro años, sino muy probablemente para más tiempo. 

Esto es relevante con carácter general, pero de una manera especial para el “cambio climático”, en cuyo debate Greenpeace ha decidido participar con la ocurrencia de la lona, que está en el origen de este artículo.

Va de suyo, que no pongo en cuestión el derecho de Greenpeace a hacer lo que ha hecho. No estoy hablando de censura, de negar a Greenpeace el derecho a expresarse de la manera que le parezca oportuna. El derecho lo tiene. Con lo que estoy en desacuerdo es con el ejercicio que ha hecho del mismo. Me parece que con su intervención ha hecho retroceder, en lugar de avanzar, la posibilidad de una política medioambiental progresista tras el resultado de las próximas elecciones, incluso si PP y Vox no consiguen la mayoría para gobernar. El mensaje que Greenpeace ha enviado a la sociedad española con la lona dificulta la puesta en práctica de una política progresista respecto del cambio climático. Por venir de donde viene y por haber sido formulado de la forma en que lo ha sido, es el peor de los mensajes de todos los que se pueden enviar. “Todos son iguales.” 

Ya sé que, tras las reacciones de los cuatro partidos, PSOE, PP, Vox y Sumar, la dirección de Greenpeace ha emitido un comunicado en el que afirma que ha leído los programas de lo cuatro partidos, en especial en lo que al cambio climático se refiere, y que es consciente de que no son lo mismo. La propia forma en que han reaccionado cada uno de los cuatro respecto de la colocación de la lona, deja pocas dudas al respecto.

Pero ya es tarde. El daño ya está hecho. ¿Cuántas personas habrán visto la lona? ¿Cuántas habrán leído el comunicado de la dirección de Greenpeace introduciendo matizaciones? El “todos son iguales de la lona” no desaparece con los matices del comunicado de Greenpeace. Los negacionistas del cambio climático lo habrán archivado, para poder hacer uso del mismo, cada vez que le convenga. Y no tendrán que dar explicaciones de ningún tipo. Serán los demás, PSOE y Sumar, los que sí tendrán que dar explicaciones y rebatir la equiparación en que la dirección de Greenpeace los ha situado. Y es bien sabido que en una campaña electoral la peor de las situaciones es la de tener que dar explicaciones sobre una materia. Sea la ley del 'solo sí es sí', sea el cambio climático. Si hasta Greenpeace dice que todos sois iguales. No lo ha dicho, pero ese es el mensaje de la lona. 

Por eso, decía al principio, de manera retórica, por supuesto, si la dirección de Greenpeace no sabe en que país vive y por qué circunstancias atraviesa. ¿Cómo no se les ha pasado por la cabeza que la lona iba a ser leída como un “todos son iguales”? ¿Cómo no se les ha ocurrido que están equiparando a un partido, cuyo presidente de la Junta de Andalucía está impulsando a través de una proposición de ley la ampliación de los regadíos en la corona del Parque Nacional de Doñana, que puede conllevar la destrucción del mismo, con los demás? ¿No se le ha ocurrido a nadie que la única manera constitucional de impedir que dicha proposición de ley, una vez convertida en ley, pueda ser paralizada es mediante un recurso de inconstitucionalidad por parte del presidente del Gobierno? ¿Sería interpuesto un tal recurso por el presidente de un Gobierno de coalición PP-Vox? 

Las preguntas pueden multiplicarse, pero pienso que no es necesario. En un momento crítico para el cambio climático y para la reacción que frente al mismo se pueda producir por parte del Estado español, una organización como Greenpeace sale con una ocurrencia como la de la lona. Ni en el fondo ni en la forma la reacción que se ha producido con el comunicado puede considerarse suficiente. No son matices a su ocurrencia, sino una rectificación en toda regla, lo que es exigible a la dirección de Greenpeace. En primer lugar, por parte de sus socios. Y después por todos los que llevamos decenios admirándola. Sintiéndolo mucho, el error ha sido tan garrafal, que no valen las disculpas con la boca pequeña. No pasa nada por rectificar. Pero, si se hace, hay que hacerlo de verdad.   

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