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La izquierda presiona para que Pedro Sánchez no dimita
Illa ganaría con holgura y el independentismo perdería la mayoría absoluta
Opinión - Sánchez no puede más, nosotros tampoco. Por Pedro Almodóvar
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

La decisión de ERC, una decisión epocal

Rufián y Sánchez en el Congreso de los Diputados

Albert Noguera

La posición de ERC en sus negociaciones con el PSOE no es fácil. Y es que su decisión de apoyar o no la investidura de Pedro Sánchez constituye, sea la que sea, lo que podemos llamar una “decisión epocal”. Esto es, creadora de una nueva época o ciclo en el sí del régimen del 78 que puede darse en forma de cierre temporal del conflicto catalán y restauración del régimen o de reconstitución del conflicto catalán y agudización de la crisis del régimen.

Si bien los comunicados públicos de ERC señalan que el objeto de negociación es una mesa de diálogo intergubernamental para buscar una solución política al conflicto catalán, los republicanos son plenamente conscientes de que aunque el PSOE la acepte y se fije un calendario, nunca aceptará acordar en ella un referéndum. En realidad, el objeto oculto de negociación es otro, en concreto: un acuerdo de desactivación de la actual estrategia del independentismo en Catalunya por parte de ERC, a cambio de una modificación de la actitud de la Fiscalía por parte del PSOE. Modificación de la actitud respecto a la no impugnación del tercer grado penitenciario que podría haberse concedido a los presos en cárceles catalanas, así como una suavización de las penas que se pida al resto de presos e investigados catalanes que tienen todavía proceso judicial abierto.

¿Porqué ERC puede desactivar la actual estrategia del independentismo catalán?

Durante los últimos dos años, la permanente amenaza de una nueva aplicación del art. 155 y de encarcelamiento de cargos públicos electos ha desactivado la estrategia independentista de la unilateralidad institucional como vía de acceso a una República, intentada en 2017. En este contexto, el movimiento republicano catalán sabe que la única opción que tiene para lograr que el Gobierno español reconozca a Catalunya el ejercicio del derecho democrático a la autodeterminación, es generar un nivel tal de estrés o ingobernabilidad al Estado que, fruto de presiones provenientes de distintas direcciones, se vea obligado a reconocérselo. Pero, ¿qué es la ingobernabilidad?

Podemos diferenciar dos formas de ingobernabilidad: como “defecto de poder” y como “incapacidad de poder”. La primera puede ser solucionada por el Estado sin generarle ninguna crisis; la segunda, no.

1. En primer lugar, la ingobernabilidad entendida como “defecto de poder” se da en casos, como el de Catalunya, en que existe una fuerte movilización y conflictividad a favor de una demanda, en este caso el referéndum, a la cual el Estado no quiere dar respuesta. Tradicionalmente, la filosofía política, ya desde la época medieval, había identificado el problema del Estado con el abuso de poder. El mal uso del poder se asociaba con un gobierno ejercido más allá de los límites fijados por la ley, es decir, con un “exceso” de poder.

Sin embargo, el problema que la ingobernabilidad plantea aquí es el contrario, no es un problema de abuso, sino de defecto de poder. No nos encontramos hoy ante un exceso de poder, sino ante un poder deficiente, que se abstiene de actuar y no pretende dar solución a la demanda social de referéndum de una amplia mayoría de catalanes, lo cual le crea conflictividad plasmada en las movilizaciones del Tsunami democràtic, los cortes permanentes de vías de comunicación, huelgas generales, etc.

Tal forma de ingobernabilidad puede ser solucionada por el Estado, sin generarle una crisis, mediante represión de baja intensidad. Represión que es aplicada por los Mossos d’Esquadra dependientes del Gobierno catalán, sin que el Estado tenga ni siquiera que mancharse. Esta consiste en resolver el problema constriñendo la capacidad de los ciudadanos de formular demandas. Se trata de una solución que provoca sufrimiento y desmovilización en la sociedad catalana, a la vez que permite al Estado continuar ejerciendo sus funciones de gobierno con absoluta normalidad sin generarle ninguna crisis ni bloqueo. Especialmente, considerando que la UE lo considera un asunto interno y mira hacia otro lado.

2. En segundo lugar, la ingobernabilidad se puede entender también como “incapacidad de poder”. Esta se da ahora en España. Se trata de aquellos casos en que el Estado se encuentra incapacitado para constituir los órganos a través de los cuales se organiza el funcionamiento del poder político estatal, los poderes Legislativo y Ejecutivo. Se trata de una ingobernabilidad a la italiana, en el sentido de la dificultad permanente para conseguir investir un Gobierno o que este pueda acabar la legislatura.

Esta ingobernabilidad, llevada al extremo, no puede ser solucionada por el Estado que se perpetúa en situación de parálisis o bloqueo para ejercer sus funciones. Si ERC no inviste a Pedro Sánchez, o bien se convocaría una nueva jornada electoral o bien se conformaría un gobierno del PSOE con la abstención del PP y Cs a cambio de la expulsión del mismo de UP y acontecería un gobierno que tendría los días contados salvo que tuviera que volver a convocar elecciones. En cualquier caso, la crisis de régimen se vuelve crónica.

Teniendo en cuenta estas dos formas de ingobernabilidad, podemos decir que la única manera que tiene, hoy, el movimiento independentista para lograr crear tal nivel de ingobernabilidad en el Estado capaz de generar algún movimiento de fichas en favor del referéndum, es una estrategia de recomposición del conflicto por la vía de una “dialéctica de las ingobernabilidades”.

Una dialéctica donde la crisis de Estado de la ingobernabilidad “por incapacidad de poder” refuerce la conflictividad social de la ingobernabilidad “por defecto de poder” y a la inversa. Esto abre un escenario incierto pero en el cual, sin duda, se encienden las alarmas de la UE y los poderes económicos obsesionados por la estabilidad y el orden, teniendo que intervenir en el conflicto si la situación se agravara.

Si ERC opta por investir a Pedro Sánchez y renunciar a la ingobernabilidad como “incapacidad de poder”, limita la estrategia independentista a una única carta: la ingobernabilidad “como defecto de poder” o la ritualitzación de la protesta que por sí sola, y si no está en combinación con la primera, ya no tiene eficacia. En este caso, el Estado dará respuesta a tal estrategia mediante la represión practicada por los Mossos d’Esquadra, garantizando el funcionamiento estable e impoluto del gobierno y sin que el independentismo consiga nada más en los próximos cuatro años que indiferencia y represión de baja intensidad, pero permanente, en sus filas. Esto supone dar carpetazo a la estrategia independentista de generar un alto nivel de ingobernabilidad o estrés al Estado para intentar lograr forzar un referéndum, puesto que hoy, la ingobernabilidad o se crea de manera doble (por defecto y por incapacidad, en relación dialéctica) o no se crea.

Esta es la decisión que debe tomar ERC: favorecer la restauración del régimen del 78 a cambio de un aligeramiento de la represión. O agudizar la crisis de régimen asumiendo más represión. Para el PSOE el acuerdo es una decisión fácil, flexibilizar el comportamiento de la Fiscalía es un precio barato a pagar para matar dos pájaros de un tiro: lograr conformar gobierno y a la vez, desactivar temporalmente el conflicto catalán.

Ahora bien, ERC se encuentra delante de una decisión que no es, en absoluto, nada fácil ni de tomar si eres un partido republicano, de izquierda e independentista, ni mucho menos de gestionar en Catalunya, especialmente si la sentencia del TJUE del próximo 19 de diciembre abre la puerta a que Carles Puigdemont pueda volver a concurrir como candidato a la Presidencia de la Generalitat.

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