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Kylie vuelve al potro

Kylie Minogue vuelve con 'Sexercize'.

Jesús Rocamora

Es curioso comprobar que, a efectos de cultura popular, tenemos memoria a corto plazo: Kylie ha sido siempre la reina del aeróbic sexual y en sus vídeos ha protagonizado verdaderas proezas acrobáticas cargadas de intención, por lo que no termina de entenderse que ahora haya quien vincula el contenido de este Sexercize que transpira sudor en el gimnasio al calentón mediático protagonizado por Miley Cyrus el año pasado. Y es un guiño a una de sus vidas anteriores, a lomos del potro más salvaje de Agent Provocateur.

La australiana tiene nuevo disco en la calle, titulado Kiss Me Once, el primero bajo el amparo de Jay-Z en su sello Roc Nation, y un álbum que ofrece todo lo que se espera de una diva pop que, por un lado, pretende reinventarse a los 45 y, por otro, no romperse la cabeza ni ningún hueso con movimientos arriesgados: un millón y medio de productores y colaboraciones (Pharrell Williams, Ariel Rechtshaid, Greg Kurstin, The Monsters and the Strangerz, MNEK, la lista es larga y también incluye a Enrique Iglesias) y un intento más por arrimarse a estilos más modernos del actual pop bailable.

Una jugada habitual en estos tiempos, donde los LP no tienen por qué sonar coherentes, sino más bien como una colección de canciones versátiles. Hoy los artistas prefieren no casarse con un único sonido y apuestan por la diversidad en los créditos a jugárselo todo a una única carta.

Visualmente ya sabemos de qué va Sexercize, y está claro que, a pesar de esos titulares inflamados y bien lubricados, no requiere de la etiqueta NSFW: puede verse sin problemas mientras tomamos una barrita de cereales en el ordenador del trabajo. Visualmente es un homenaje en toda regla al Phsyical de Olivia Newton John, al erotismo soft de Adrian Lyne y una invitación a que practiques todos sus ejercicios en casa.

Musicalmente, Sexercize se muere por sonar a 2014, se mueve al ritmo sincopado del R&B robótico y del pop futurista, y dice estar inspirada en el dubstep (en fin). Ha sido producida por la también australiana Sia (que ejerce de productora ejecutiva de todo el disco), una artista que con cierta discreción parece haberse colado en todas las producciones mainstream de los últimos años, desde el Titanium de Guetta y el Diamonds de Rihanna hasta los últimos discos de Britney y Eminem. No hay, por tanto, ninguna intención por parte de la Minogue de hacer nada diferente y sí de encontrar acomodo en las radiofórmulas actuales.

Una última cosa: para la promoción de la canción, se grabaron dos versiones del vídeo. La versión popular es la dirigida por el fotógrafo Will Davidson, la otra lo ha sido por Roman Coppola, que también apuesta por el tono sexy ochentero, pero sustituye el gimnasio por un descapotable y flúor morado. Se puede ver aquí.

CANCIÓN DE LA SEMANAThe Black Keys: Fever

FeverDanger Mouse sigue hasta arriba de curro y en algún momento tendremos que plantearnos si la hiperactividad está afectando al nivel de sus producciones, hasta el momento elásticas y 100% disfrutables. Apenas nos ha dado tiempo a digerir ese After the Disco, segundo disco que firma junto a James Mercer (de The Shins) bajo el nombre Broken Bells, y ya casi está aquí Turn Blue, el nuevo trabajo de The Black Keys, donde vuelve a repetir como director de orquesta. Y, en principio, recordemos, está trabajando con el nuevo material de U2.

El camino (2011), el anterior disco del grupo de Ohio, debió de dejar un buenísimo sabor de boca a la banda que, tras siete trabajos, terminó de explotar en términos de popularidad internacional (en concreto en España fue disco de oro, sea lo que sea que significa eso a día de hoy). El gancho principal, aquel arrollador Lonely Boy, era un hit imparable y razón suficiente para que te picara la curiosidad y escucharas cuál era ese camino que había decidido tomar el grupo. The Black Keys ahora parecen apostar por repetir la hazaña y entregan un adelanto peligroso por su potencial adictivo.

Del mismo modo, Fever puede que no sea carne de puristas (su sonido vintage cada vez parece más calculado en estudio y el viraje pop es un hecho), pero para un grupo que lleva desde 2001 cumpliendo con creces, y visto dónde están algunos de sus compañeros de generación, fundamentalmente The Strokes y The White Stripes, es una de las mejores cosas que han pasado en estos primeros meses de 2014. Y el vídeo no podía sentarle mejor.

EL DISCO DE LA SEMANATycho: Awake

AwakeComo alumno privilegiado de Boards of Canada, Scott Hansen (alias Tycho) tiene su punto. En realidad, es uno de los pocos artistas que han sabido llegar a algún sitio partiendo del lado más cálido del dúo escocés.

Para su anterior gira se hizo acompañar de una banda, lo que ha convertido a Tycho en un proyecto colectivo y ha permitido a Hansen dar un paso adelante y salir del bosque de la electrónica paisajística: a la hora de meterse en el estudio para grabar su tercer disco (el segundo con Ghostly: hay artistas cuya filiación a un sello parece una marca de nacimiento, su destino, más que una elección), lo ha hecho de nuevo con alguien a las guitarras, al bajo y a la batería. Según ha dicho el músico, ha sido como renacer, y considera este Awake como su primer disco.

Awake, no hace falta decirlo, es un trabajo bellísimo. Como Andorra de Caribou o Geogaddi de Boards of Canada, parece obsesionado con la luz y con materializar una música que necesite de gafas de sol para ser escuchada, no hay nada más que echar un ojo a su portada para ver la gama de colores por la que a Tycho le gusta moverse.

Es veraniego, calentito, psicodélico a su manera, sigue tirando de melancolía y de otros sentimientos ensoñadores, y su uso de una instrumentación tradicional consigue plantear una suerte de ambient orgánico (al menos todo lo orgánico que permite ser una guitarra, un bajo y una batería) entre la electrónica y el post-rock.

CLÁSICO DE LA SEMANAElton John: Goodbye Yellow Brick Road

Goodbye Yellow Brick RoadSí, todos lo sabemos: la industria musical apesta en su intento desesperado por sacarnos los cuartos y vivir de su catálogo. Las ediciones especiales con material adicional son el mal y apelan a la sensibilidad del coleccionista. Pero también es verdad que no hay que buscarse ninguna excusa para acercarse a discos clásicos a los que no te arrimarías de otra manera. Textos, fotos, descartes ayudan a contextualizar, a entender los porqués y el cómo de un artista, sobre todo en el caso de que la suya sea una trayectoria de largo recorrido.

¿Por qué? Hubo una época en que Elton John molaba, todo apuntaba a que era un genio y estaba loco, se disfrazaba en conciertos inagotables y parecía colocado permanentemente detrás de todas esas gafas gigantes y tanta pluma. Es el Elton John excéntrico y teatrero que puede rastrearse, por ejemplo, en la primera Lady Gaga, otra artista que compone también de cara al piano y que lucha por romper con esa imagen aburrida, siempre bien sentada.

Goodbye Yellow Brick Road, que celebra estos días su 40 aniversario, es lo que es y no se puede hacer nada para cambiarlo: es un disco grande hijo de su tiempo, de las producciones cuidadas al milímetro y de la obsesión por el sonido, de los tics prog (Funeral for a Friend) y la coartada glam; es un buen lugar para rastrear las baladas que luego se hicieron marca de la casa (I've Seen That Movie Too, Roy Rogers, la ultrapopular y oportunista Candle in the Wind) y los arreglos barrocos (Grey Seal, Social Disease).

Hay mucho pop raro que nunca sabes cómo acabará (Dirty Litlle Girl, This Song Has No Title), cuatro singles redondos (Bennie and the Jets, Goodbye Yellow Brick Road, Saturday Night's Alright for Fighting y Harmony), algunos kilos de falsete e incluso un tonteo con el reggae (Jamaica Jerk Off). De hecho, la producción de este álbum doble comenzó en Jamaica y fue terminada en Francia.

Como tantos músicos de los años setenta, Elton John exprimió la década en un montón de discos impensables en otra época (además de este, en 1973 sacó Don't Shoot Me I'm Only the Piano Player) y desde entonces ha ejercido como un profesional de fabricar números uno. Para bien y para mal, supo encontrar su fórmula para ello.

Las diferentes ediciones que salen ahora con motivo del aniversario abarcan desde el CD simple a la completa caja con un directo de la época, un libro ilustrado y entrevistas con Elton John y Bernie Taupin. Más curioso es el hecho de que su discográfica haya aprovechado para proyectar la película The Million Dollar Piano, grabada con actuaciones en directo, en algunos cines y ciudades españolas. Se puede comprobar dónde y cuándo, aquí. Y hasta ha construido una jukebox virtual para escuchar el disco, previo uso de una moneda, eso sí.

CONCIERTO DE LA SEMANARachid Taha en el festival Mil.lenni

El cantante argelino estará este viernes en la Sala Apolo de Barcelona presentando su noveno trabajo, Zoom, en el que ha contado con la colaboración del ex-The Clash Mick Jones, Brian Eno, Rodolphe Burger, Cheba Fadela y Jeanne Added.

Como indica su título, y según la gente de Naive, su discográfica, se trata del trabajo “más cinematográfico en la carrera de un hombre que creció cobijado en Elvis, las películas de Bollywood, los spaghetti westerns y los dramas egipcios. Como una escena rodada en una película de Godard, Zoom es un movimiento donde la estética sostiene unos principios morales y un compromiso político”.

SESIÓN DE LA SEMANALuke Vibert para FACT

Vibert tiene listo para el próximo 7 de abril nuevo disco, titulado Ridmik, que, según ha adelantado él mismo, es uno de sus trabajos más personales, centrado en el acid y donde su Roland TB-303 ejerce de hilo conductor. Su mix para FACT incluye electro, hip-hop clásico y 303-Funk. Puedes consultar el tracklist completo aquí.

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