Muere Chris Burden a los 69 años
Larry Gagosian confirma la mala noticia: Chris Burden ha fallecido en su casa de Topanga Canyon, California, a los 69 años. Según su amigo el comisario Paul Schimmel ha sido víctima de un melanoma maligno que le habían diagnosticado hace año y medio.
En su tesis de fin de carrera, (Universidad de Irvine, California. 1971) Burden se encerró cinco días en la taquilla de la facultad, con un bidón de 20 litros de agua en la taquilla de encima y otro vacío debajo, de la misma capacidad. Antes de entrar, ya había hecho ayuno para evitar los residuos. Cuando, después de cuatro días de performance, el rector estaba dispuesto a sacarle por la fuerza de su encierro voluntario, su fama ya se había extendido por el campus y cientos de estudiantes iban a verle cada día para hablar con él a través de la rejilla.
“Me había convertido en un gran oído”, dijo Burden más adelante. Como una especie de confesor. Contra los deseos expresos y la indignación de gran parte del profesorado, le aprobaron la tesis. Ese mismo año, en la F Space de Santa Ana California, Burden le pidió a un colega que le disparara en el brazo a una distancia de cinco metros con un rifle de calibre 22. Y, como eran los setenta, el colega le disparó.
El arte conceptual para lavar nuestros pecados
La idea se le había ocurrido hablando con el comisario del espacio, Ira Licht que, completamente en ascuas, le preguntó si sería mucho pedir saber cuánto iba a durar su pieza. Burden le dijo que sí, que era mucho pedir: una pieza que dura 45 segundos puede ser tanto o más enriquecedora como una que dura dos horas.
Pero si no sabemos cuánto dura, protestó Licht, la gente que llegue unos minutos ¡tarde podría perderse toda la obra! Y ahí fue, o al menos eso dijo Burden, cuando se le ocurrió la idea de hacer algo que lo cambiara todo en menos de un segundo. “Tuve la intuición de que ser disparado es tan americano como la tarta de manzana. Vemos cómo se dispara a la gente en TV, leemos
sobre esto en los periódicos. Todo el mundo se pregunta cómo se siente. Por eso lo hice“.
Eran los primeros años de la década de los 70, la automutilación era el nuevo negro. El arte conceptual era hijo de Joseph Beuys, pero también de Vietnam, los panteras negras, the Weatherman. No bien se había recuperado del brazo cuando Burden se metió en un saco e hizo que lo depositaran en la carretera, señalizado por dos balizas (Dead man, 1972); se hizo arrastrar por cristales rotos (Through the Night Softly, 1973), tirar por las escaleras (Kunst Kick, 1974), clavar clavos (Back to You, 1974) y crucificar sobre un Volkswagen (Trans-Fixed took place, 1974). Su trabajo tuvo gran impacto en la artista serbia Marina Abramovic, que ese mismo año en Nápoles se puso en una mesa con 72 instrumentos, muchos de ellos cortantes, y se entregó a la voluntad de la audiencia (Rhythm 0, 1974).
Abramovic salió de aquella desnuda y sangrante y se hizo mundialmente famosa, pero quedó con ganas de crucificarse. Años más tarde -en 2004- quiso reproducir la pieza del Volkswagen para su monográfico en el Guggenheim y Burden le dijo que no. “Me llegó una nota de su secretaria diciendo: Mr. Burden está retirado de la vida pública estos días y no da permiso para reproducir esa obra o ninguna otra de sus obras -contaba Abramovic más tarde en el Times-. No te imaginas lo decepcionada que me quedé”. Debería haberlo pensado mejor; la performance violenta y autodestructiva de los 70 era también un rechazo a la comercialización del arte, con un acto salvaje que no se podía comprar, vender o repetir.
Máquinas imposibles, uniformes y pioneros de la aviación
Los artistas de la performance extrema llegaron a los 80 hechos un guiñapo y lo dejaron por otras cosas menos estresantes, como el alcohol, la heroína o la escultura. Burden fue de los últimos, y se dedicó a construir máquinas imposibles, capaces de revelar paradojas sobre las expectaciones de la vida moderna. Después del B-Car, un vehículo para un solo pasajero capaz de “viajar a 100 millas por hora y recorrer 100 millas por galón”, Burden construyó una máquina para “ver” la velocidad de la luz y reconstruyó el primer televisor (C.B.T.V., 1977).
En 1986, convenció al MOCA para que le dejaran exponer las fundaciones del museo, literalmente una excavación en la que los visitantes pudieran ver los fundamentos y límites físicos de la institución. The Other Vietnam Memorial es la respuesta al Vietnam Veterans Memorial de Maya Lin. Se trata de un abanico de placas de cobre giratorias donde han sido grabados tres millones de nombres sacados de las páginas amarillas vietnamitas y seleccionados por ordenador. Los nombres aleatorios obedecen a la falta de información exacta sobre las víctimas de la guerra de Vietnam.
Su respuesta a las revueltas de Los Angeles en el 92 fue una colección de uniformes de policía sobredimensionados, con su arma y su placa y su porra (L.A.P.D. Uniforms). Su respuesta al imperio de la vigilancia, diez años antes de la burbuja de los drones, fue un barco fantasma que atracó en Newcastle el 28 de julio después de 330 millas tras un viaje de 5 días desde Shetland, sin más piloto que un ordenador ni más control humano que su localización por GPS. Urban Lights (2008), la gran instalación pública que le convirtió en el icono de la ciudad de Los Ángeles, reune 202 lámparas de hierro forjado restauradas que fueron representativas de la baja California y sustituidas por artefactos de iluminación más modernos y eficientes.
Su último trabajo, una instalación que dejó acabada antes de fallecer, es un homenaje a Alberto Santos-Dumont, el piloto brasileño al que muchos consideran el verdadero padre de la aviación. Santos-Dumont consiguió rodear la torre Eiffel con su dirigible en 1901. La instalación se inaugura en el Museo de Los Angeles County el próximo 18 de mayo y estará allí durante un mes.