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David J. Skal, el gran conocedor del Hollywood gótico que defendió que el cine de terror es cosa seria

Béla Lugosi como Drácula.

Ignasi Franch

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La muerte del divulgador David J. Skal, conocida la semana pasada, ha sentado como un jarro de agua fría entre los aficionados y los estudiosos del cine fantástico. El autor, que había visitado España recientemente a raíz de la reedición en castellano de su clásico ensayo Monster show, una historia cultural del horror (Es Pop Ediciones), falleció en un accidente de tráfico a la edad de 71 años el pasado 1 de enero. Deja atrás un fructífero legado como ensayista y divulgador.

Formado como periodista, iniciado como crítico cinematográfico y también como escritor de literatura fantástica, Skal dejó claro mediante sus primeros ensayos que también tenía impulso de investigador. Se acercó a temáticas de la cultura freak, como el cine de monstruos que Universal Studios convirtió en una marca de fábrica durante los años 30 del siglo pasado, y las estudió con un rigor académico potenciado por la pasión.

A lo largo de su vida, Skal se encontró una y otra vez con todo lo que tenía que ver con el monstruo preferido de su infancia: Drácula. Su primer ensayo, Hollywood gótico, era un documentadísimo y apasionante recorrido por el proceso de creación de la novela de Bram Stoker, la adaptación libre y sin permiso que fue Nosferatu, su conversión en un polémico fenómeno del teatro comercial en Inglaterra y Estados Unidos y su posterior éxito cinematográfico. Skal ejercía de detective de la historia. En sus manos, todo resultaba emocionante, incluso los litigios sobre copyright.

El segundo ensayo de Skal es quizá el que generó más impacto entre el público y los compañeros de oficio: Monster show es una obra que habla sobre las criaturas del cine terrorífico, sobre los artistas que los crearon, sobre los miedos que exorcizaban o potenciaban estas ficciones. Fue una de las puntas de lanza, quizá especialmente accesible, de esos estudios culturales que hablan de pop y de sustos fílmicos, pero también pueden abordar la historia social y política, el feminismo o la cultura queer. A lo largo de las décadas, perseveró en sus estudios alrededor del cine de terror y de la narrativa de vampiros. Escribió una biografía sobre Stoker (Algo en la sangre), coescribió una monografía sobre el director de Drácula (Tod Browning: El carnaval de las tinieblas) y dedicó un libro al día de los muertos, sus orígenes y su presente mercantilizado: Halloween, la muerte sale de fiesta.

La tarea de divulgación del autor halló otras vías complementarias a la letra impresa. Y no solo a través de charlas, mesas redondas y eventos diversos. Cuando Universal Studios comenzó editar filmes clásicos como Drácula, Frankenstein o El hombre invisible en soporte DVD, Skal fue el encargado de guionizar y dirigir diferentes piezas audiovisuales y audiocomentarios destinados a complementar el visionado de las películas. En 2023, el ensayista participó en otro empeño similar: Tod Browning’s Sideshow shockers, una edición videográfica de tres filmes del director de Drácula (1931) a cargo del sello estadounidense Criterion.

El hogar español de un gigante de la cultura pop

Hasta hace pocos años, la obra ensayística de Skal había permanecido casi totalmente inédita en España. Filmoteca Española publicó Tod Browning: El carnaval de las tinieblas en 1996. La histórica editorial de literatura fantástica y terrorífica Valdemar había traído a las librerías españolas Monster show: una historia cultural del terror en el año 2008. Un sello especializado en ensayos alrededor de la cultura de masas, Es Pop Ediciones, ha tomado el relevo con fuerza mediante la publicación de Hollywood gótico, Algo en la sangre y Halloween: la muerte sale de fiesta. Recientemente, además, ha recuperado Monster show.

El director de Es Pop es el traductor Óscar Palmer. Su primer contacto con Skal fue a finales de los años noventa del siglo pasado, cuando Palmer preparaba una traducción de Drácula. “Fue muy amable, como lo fue siempre con todo el mundo si juzgamos por las condolencias que se han visto estos días”, explica el traductor. En 2017, editor y escritor se conocieron en persona y ahí se cimentó “una amistad un poco más profunda”. Skal y Palmer colaboraron estrechamente para que la versión española de Halloween y la reciente reedición de Monster show (que también cuenta con un prólogo escrito para la ocasión) estuviesen muy elaboradas visualmente.

Palmer, que se muestra afectado por la desaparición repentina del ensayista, explica que las obras de Skal ejemplifican lo que busca al escoger libros para su editorial: “Que termines el libro con la sensación de saber mucho más que cuando empezaste, pero sin que te haya costado asimilarlo. David tenía una erudición tremenda, pero también un talento particular para transmitir ese conocimiento sin que resultase farragoso”.

El editor y traductor considera que el estilo del autor de Hollywood gótico es “un poco irrepetible, porque su manera de escribir refleja su experiencia vital, su sentido del humor o el pulso narrativo que tenía”. El fallecimiento del Skal deja en el aire los planes que este tenía de dotar de una mayor visibilidad a su faceta de novelista, un tanto olvidada.

Escribir después de Skal

Autores españoles como Antonio José Navarro o Jesús Palacios comparten con Skal una cierta mirada de crítico e historiador cinematográfico especializado en el cine fantástico y terrorífico que también atiende a la literatura y otras expresiones culturales. Después de años muy dedicado a la crítica publicada en medios periódicos, Navarro se ha reorientado a la escritura de ensayos. Algunos de ellos son voluminosos análisis de la cultura popular nacidos de un enorme trabajo de documentación (véase El imperio del miedo) que pueden remitir (por ambición, por rigor y también por el gusto en conectar cine y sociedad) a los trabajos del escritor estadounidense.

Como Navarro ha explicado en la red social X, su antigua dedicación al Festival Internacional de Cine de Sitges hizo que entrase en contacto con Skal. Eso generó una comunicación epistolar que se repitió a lo largo de los años. El autor de Hollywood y la guerra contra el terror usa esa palabra que se repite entre quienes evocan a Skal: amable. “Era muy compañero, muy cercano, no mantenía la postura distante que pueden tener otros eruditos de su misma dimensión”, afirma.

Navarro comenzaba a consolidarse como crítico allá por 1990, cuando Skal publicó su primer ensayo. En 1993, llegó a las librerías estadounidenses Monster show. “Leyéndolo 30 años después, todavía llama la atención su capacidad para relacionar la vida cultural de una sociedad con su expresión artística en forma de cine fantástico y de terror. Fue un libro importantísimo”, afirma.

A la pregunta de si Skal tiene herederos en España, Navarro responde que no le corresponde a él decir quiénes podrían ser, pero afirma que “hay personas que hemos intentado hacer algo parecido dentro de nuestros parámetros intelectuales y culturales europeos, que pueden introducir matices o cosas que se le podrían escapar a él, y viceversa”. Con todo, el crítico considera que en España continúan primando unos estudios sobre el cine más afrancesados, más basados en la teoría de los autores que divulgaron medios como Cahiers du Cinéma.

Estudiar la cultura en el nuevo siglo

La generación de Navarro se estaba profesionalizando cuando tuvo lugar la publicación de Monster show en Estados Unidos. Otros compañeros tomaron la pluma posteriormente, como el dueto de críticos cinematográficos y ensayistas formado por Elisa McCausland y Diego Salgado (Supernovas, una historia feminista de la ciencia ficción audiovisual), y convivieron con la obra de Skal de una manera diferente. Lo que pudo tener algo de aportación disruptiva y sorpresiva en 1993 se había consolidado plenamente tras el cambio de siglo como una metodología válida y potencialmente fructífera, normalizada.

Para este dúo de autores, la presencia de Skal y su modelo les resultó, de alguna manera, reconfortante. “Nos sentíamos muy en sintonía con lo que hacía un gigante como él, y eso hacía que nos sintiésemos bien encarrilados”, explica Salgado. El crítico, coautor de Beso negro. Cine, brujería y cultura pop (Hermenaute), destaca también que “es bonito recordar que Skal era bastante friki al principio. Siempre se ha movido en la erudición, pero en los primeros libros se veía más el entusiasmo del amateurismo. Después ha afilado más la pluma, como nos pasa a todos”.

Salgado lamenta no haber podido conocer en persona al autor de Algo en la sangre en la pasada Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Y apunta una posibilidad: que Skal pueda no ser tan leído como sugieren “la burbuja de las redes sociales y el postureo”. “Si le tienes muy presente, eso se nota en lo que escribes, y la mezcla de rigor y de entusiasmo con fundamento de Skal no se da mucho. Ni aquí, ni tampoco en Estados Unidos”, diagnostica.

Como Palmer, el coautor de Supernovas también termina destacando la prosa del estadounidense. “A veces nos olvidamos de que la escritura es un acto comunicativo y también un acto creativo. Un ensayo no tiene por qué ser un producto árido donde te limitas a redactar una cosa detrás de otra. Skal manejaba varios registros y era muy buen escritor. Sus libros son para leérselos de una tacada, y te dejan con ganas de más”, concluye.

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