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Entrevista Periodista y crítica de cine

Desirée de Fez: “Ver películas de terror dirigidas por mujeres me ha descubierto lo consciente que era de mis miedos”

Desirée de Fez. Foto: Cecilia Díaz Betz.

Francesc Miró

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Empezó a escribir sobre cine a los 19. Ahora tiene 42, pero no pasa ni un solo día en el que no piense en sus miedos. Algunos los ha heredado y otros son consecuencia de ser una mujer nacida a finales de los setenta. Creció entre advertencias de “no vuelvas a casa sola de noche” y negativas de ir a clase cuando tenía la regla por “si le daba una bajada de tensión”, pero también entre VHS de La profecía (1976), La semilla del diablo (1976) y Carrie (1976).

Especializada en cine fantástico y de terror, ha colaborado durante años en Fotogramas, en La Finestra Indiscreta de Catalunya Ràdio y en el programa de televisión Página Dos. Actualmente es columnista de El Periódico de Catalunya, miembro del equipo del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya-Sitges y conduce el podcast Marea Nocturna en Radio Primavera Sound, programa de referencia para cualquier fan del terror en España. Además, imparte clases en las escuelas FXAnimation de Barcelona y La Casa del Cine. Este miércoles 25 a las 18:30 horas, sin ir más lejos, será una de las participantes del debate Al final, aún en pleno colapso de la civilización, seguimos necesitando pensar, debatir y escribir de cine organizado por el Festival Internacional de Cine de Gijón que podrás ver en elDiario.es.

Reina del grito (Blackie Books, 2020) es su obra más personal: una aproximación valiente e íntima al cine de terror como herramienta para decodificar miedos que, en mayor o menor medida, afectan especialmente a las mujeres. Un ejercicio de crítica y análisis cinematográfico sincero, veraz y sorprendente.

Tras veinte años dedicada la crítica cinematográfica, este es el primer libro que resulta ser realmente personal. ¿Cómo fue abordar la escritura de cine desde esta perspectiva más íntima? 

También pones mucho de tu parte cuando escribes un libro sobre un género cinematográfico o sobre un director concreto, pero la exposición personal no es tan grande. Por eso creo que me está pareciendo tan increíble la gente que me escribe o me comenta en redes sus miedos y el cine que les ha apelado de alguna forma. Por eso cualquier cosa que suponga un gesto amable hacia el libro, me emociona bastante: porque no ha sido un libro fácil de escribir. 

Reina del grito supuso volver a pensar en miedos que hacía tiempo que tenía olvidados o sobre los que había intentado no pensar más. Algunos quedaron en el pasado, un poco por debajo de los miedos con los que convivo día a día como profesional freelance, como madre… Además ha sido un año muy duro. En parte por eso hice el libro sin decirle a nadie que lo estaba haciendo. Lo sabía mi marido Carlo y lo sabía mi amigo Miqui Otero y evidentemente la gente de Blackie Books. Pero decidí no contárselo a nadie más porque pensaba que si empezaba a dudar sobre lo que quería escribir, no lo haría nunca.

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Aunque también cuenta que el cine, presente en su vida desde muy joven, le ha ayudado a entenderlos. ¿Con la escritura le ha pasado lo mismo? ¿Ha sido un ejercicio liberador?

A ver, mucha gente me dice que el libro ha sido como terapéutico o que le ha ayudado a superar miedos y la verdad es que a mí, al menos, no me ha ayudado a superar ninguno. Tengo los mismos miedos que antes. No es un libro de autoayuda, o al menos a mí no me ha servido para eso. En cambio, sí que me ha confirmado algo que llevaba mucho tiempo dándome vueltas. A raíz de leer a muchas mujeres y de ver muchas películas de terror dirigidas por mujeres, he identificado y me he descubierto muy consciente de algunos de esos miedos como mujer. No hay nada peor que tener miedo y no saber por qué o a qué. Eso te paraliza. En cambio, gracias a sentirme acompañada por otras mujeres que están haciendo lo mismo que yo en el cine, soy consciente de los recursos de los que dispongo para para convivir con estos miedos en el día a día.

Ha sido más catártico que otra cosa. Es decir, no he solucionado mis miedos. Pero ha sido una forma de tomar conciencia de hasta qué punto los conocía más de lo que pensaba.

Reina del grito puede recordar, por momentos, a The time of my life de Hadley Freeman [También publicado por Blackie Books] por su capacidad para aportar lecturas que muchas veces pasan desapercibidas en la crítica de cine mainstream, que sigue estando mayoritariamente ejercida por hombres. ¿Este libro es también una forma de legitimar estos puntos de vista habitualmente silenciados?

A lo largo de mi carrera, los ensayos de cine me han llevado a situaciones que me han generado muchos complejos. Siempre me han dicho que no utilizase la primera persona, que un punto de vista tenía que estar muy documentado, aunque normalmente la documentación la habían escrito hombres… un día me dijeron: “con lo que me costó que los demás aceptaran que eras una buena opción para este libro”.

Entonces me di cuenta de que el problema no era que se me cuestionase un texto. El problema es la frase: el mío era el único texto escrito por una mujer en ese libro y con aquello me dieron a entender que se me pedía más que a mis compañeros. Yo he publicado muchos textos y a veces me los han rebotado o me han dicho “mira, no es lo que queríamos”. Y tú, como editor, estás en perfecto derecho de tumbar un texto o cuestionarlo. Pero esto era otra cosa.

Siempre he lidiado con el miedo a que si el cine me implicaba a nivel personal, si me acercaba a las películas de otra manera, no lo estaba haciendo bien. Estaba fallando. Corría el riesgo de parecer superficial, de no ser tomada en serio como crítica de cine. Pero son muchos años ya: empecé a escribir sobre cine a los 19 años y tengo 42. Así que con el tiempo me he sacudido algún complejo. 

He tenido que lidiar con el miedo a no ser tomada en serio como crítica por escribir de cine que me implicaba a nivel personal

En el libro cuenta que el cine de terror ha tenido siempre un público de fans mayoritariamente masculino, y por eso también analiza películas de terror dirigidas por mujeres como La invitación (2015) de la ya mencionada Karyn Kusama, o Babadook (2014) de Jennifer Kent. Películas que generaron polémicas por sus puntos de vista sobre miedos, fundamentalmente, femeninos. ¿Creesque películas como estas se han enfrentado a un doble juicio por parte de esa crítica eminentemente masculina?

Creo que no es tanto una cuestión de rechazo o de juzgar más severamente películas que aborden temas femeninos, como de una idiosincrasia propia del cine de terror. Todas las películas que mencionas tienen un importante foco temático. Abordan asuntos como la maternidad, la relación de la mujer con su propio cuerpo, la relación de madre e hijos o la pérdida. Es un cine hecho por mujeres en el que lo temático está casi en primer plano. 

Y el terror también tiene una línea de análisis más dura, centrada menos en los temas y más en las formas: en las herramientas que vehiculan un terror más clásico o más puro si se quiere. Y esta línea critica estas películas porque a lo mejor en ellas el terror se utiliza más como medio que como fin en sí mismo. Yo creo que la cosa va más por ahí que por el hecho de que sea un cine hecho por mujeres o que aborden el universo femenino. 

Yo he analizado estas películas desde el espacio que ocupan sus relatos en la actualidad, pero estoy convencida de que si alguien hiciera el ejercicio de analizarlas desde cuestiones de puesta en escena, lo estilístico y lo meramente formal, también encontrarían hallazgos. No obstante, siento que ahora mismo se están generando discursos muy interesantes de analizar en el audiovisual. Y cada vez encuentro más lecturas de este tipo porque a la vez que aparecen más directoras también aparecen más mujeres escribiendo sobre cine. Y eso es muy esperanzador.  

A la vez que aparecen más directoras también aparecen más mujeres escribiendo sobre cine, y eso es muy esperanzador

También aborda una película que para usted significa mucho: La posesión (1981), de Andrzej Zulawski. Cuenta que durante años se identificó con la visión viril del personaje de Sam Neill, hasta que de repente empatizó con el personaje de Isabelle Adjani y entonces la película cambió de significado completamente. ¿Cree que las películas están vivas y cambian con el tiempo? ¿O las películas son siempre las mismas y los que cambiamos somos nosotros?

Tengo el convencimiento de que las pelis que han sido importantes en algún momento de tu vida, acaban volviendo. Y entonces, en función de tu situación personal, te puedes acercar a ellas de una forma u otra. En el libro planteo esto desde lo emocional. La posesión me ayudó a salir de una relación muy jodida, en la que me habían humillado y me habían hecho llorar un millón de veces. Una relación en la que me sentía atrapada y en la que vivía constantemente situaciones horribles. 

Hasta entonces había culpado de todo lo que ocurre en la peli al personaje de Adjani y me había identificado, como se han identificado la mayoría de hombres con los que la he visto, con el personaje de Sam Neill, el hombre traicionado por una mujer infiel. Pero sumida en esa relación, vi la peli con una amiga íntima y de repente todo cambió: me sacudió la necesidad de huir, de romper, de hacer lo que a una le dé la gana como el personaje de Adjani. Y me atreví a romper con esa relación. 

No obstante, también hay una variable que quería meter en el libro, que es algo que creo de verdad: hay películas que están vivas. Hay películas que tienen una capacidad casi esotérica de ser absolutamente distintas cada vez que las ves, independientemente de tu situación vital.

La posesión es del 81, pero también revisa La semilla del diablo (1976), La profecía (1976), la primera Carrie (1976) o Amenaza en la sombra (1973) para aportar lecturas innovadoras y personales sobre las mismas. Todas están dirigidas por hombres y son canónicas del género. ¿Se pueden aportar miradas nuevas sobre cánones tan sagrados como las mejores pelis de terror de la historia?

Hubo un momento en que pensé “igual estoy tirando de topicazos con las pelis”, pero luego pensé “mira, esto no es una historiografía del terror ni pretende serlo”. Cuando estas películas más clásicas aparecen en el libro, lo hacen de forma totalmente orgánica. Carrie cuando me bajó la regla, La semilla del diablo durante mis dos embarazos... algunas porque están estrechamente ligadas a mis recuerdos, como La profecía, que se quedó enganchada en el reproductor de VHS de mi madre y pensé que tenía que pagar la cinta. Necesitaba hablar de esos miedos y esas pelis estaban ahí. 

Sin embargo me gustó ir viendo como, de una manera muy natural, el canon propuesto empieza siendo muy masculino y acaba con una presencia femenina brutal. De todos modos, también me gusta destacar la cantidad de mujeres que aparecen citadas, porque aparecen muchas y también de una forma inconsciente.

Mi libro habla de una mujer en medio de un entorno muy masculino en todos los sentidos: mi entorno laboral, mis referentes cinematográficos y periodísticos también lo eran. Así que pienso que en este libro, en el que casi en cada página se cita a una mujer, puede proponer otra cosa a alguien que se empiece a interesar por el cine de terror y el fantástico. Y puede que quien lo lea no se tenga que enfrentar a los miedos que yo viví. 

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