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La industria cultural aguarda con una lista de asuntos pendientes el Ministerio prometido por Pedro Sánchez

Pedro Sánchez en la gala de los Goya de 2016, cuando el actor Antonio Resines era presidente de la Academia

Paula Corroto

La última ministra de Cultura de un Gobierno socialista fue Ángeles González-Sinde. Ocupó la cartera hasta 2011, cuando el PP ganó las elecciones. Aquella fue la última vez que hubo también un ministerio exclusivo para la cultura, ya que en los diferentes gobiernos de Mariano Rajoy, las artes sólo han tenido cabida en el rango de la secretaría de Estado.

Está previsto que en el nuevo gobierno que conforme Pedro Sánchez Cultura recupere su ministerio. Al menos, así lo han prometido siempre los socialistas, ya desde la campaña de 2015. Una cartera desgajada de Educación que serviría para gestionar las promesas que han hecho desde entonces y que, pese a la atadura que suponen los Presupuestos ya aprobados, caminan por la senda de dar más peso a la política cultural. De hecho, en su programa también llevaban la creación de un Consejo Estatal de la Cultura para la colaboración con todas las administraciones y que haya así una mejor coordinación de las políticas públicas culturales en los diversos niveles estatales, centrales, autonómicos y municipales. En definitiva, que la cultura deje de ser la hermana pobre en el Consejo de Ministros.

No son pocos los retos que tienen los socialistas por delante. Los populares, ya fuera con José Ignacio Wert e Íñigo Méndez de Vigo como ministros y José María Lasalle y Fernando Benzo como secretarios de Estado, no mostraron particular interés en esta cartera. Es más, según ha señalado este sector, la dañaron con decisiones como el IVA cultural, que no han conseguido bajar hasta última hora y ya tocando la campana. Tampoco consiguieron aprobar nunca la famosa y tantas veces mentada Ley de Mecenazgo. Y recortaron drásticamente en el cine. La industria cinematográfica, de hecho, ha recordado durante estos seis años la inquina que ha habido particularmente desde la cartera de Hacienda hacia estos profesionales.  Hasta la que fuera directora del ICAA, Susana de la Sierra, dimitió de su cargo por desavenencias con Cristobal Montoro al no aumentar este el porcentaje de las exenciones fiscales. 

Además, el PP puso en marcha otras medidas que han provocado más indignación que aplauso como, por ejemplo, el endurecimiento de las leyes de propiedad intelectual sin llegar a solucionar el avispero que a día de hoy sigue suponiendo la SGAE. En los últimos meses también han tocado una tecla que ha molestado a muchos: el plan de fusión del Teatro de la Zarzuela y el Teatro Real que ahora está por ver si finalmente se llevará a cabo.

Los retos: impulso a las industrias culturales, Estatuto del Artista y derogación de la Ley de Propiedad Intelectual

Ante tal herencia, mucho tendrá que fajarse el PSOE. Para empezar, como ellos mismos han prometido, tendrá que sacar adelante la Ley de Mecenazgo que incluya más regulación para el crowdfunding. Su modelo de financiación de la cultura se basa en el fomento de las industrias culturales, por lo que el mecenazgo y las nuevas normas de exenciones fiscales deberá ser una de sus piezas capitales con el fin de potenciar la creación y a este tipo de empresas. Según señalaba el PSOE en su programa, “en dicha ley se incluirá un sistema de bonificaciones a la exportación, en línea con las establecidas en los países de nuestro entorno europeo, a fin de competir en los mercados internacionales”.

En 2016 también prometieron derogar la actual Ley de Propiedad Intelectual. Un asunto que, por otra parte, no debe traer demasiados buenos recuerdos a los socialistas, puesto que la última vez que regularon este asunto, con González Sinde, se creó tal polémica que acabó dimitiendo Álex de la Iglesia como presidente de la Academia de Cine. Habrá que ver qué pasos dan ahora en este sentido.

Con respecto al IVA cultural, los Presupuestos garantizan la bajada al 10%. Sin embargo, el PSOE ya manifestó hacer tres años que aplicarían más adelante el hiperreducido al 4% en busca, además, de una armonización de este tipo impositivo en toda la Unión Europea, puesto que ahora cada país tiene su propio IVA.

Otro asunto de importancia es el Estatuto del Artista con el fin de regular la situación laboral de muchos de los trabajadores de la cultura. Desde la Unión de Actores se ha pedido insistentemente en los últimos tiempos que cambie la regulación y que las rentas obtenidas por derechos de autor pasen a ser rendimientos derivados de la propiedad intelectual, lo que, según ellos, solucionaría los problemas de incompatibilidad con el cobro de pensiones. Además, también ven necesario un sistema específico en la seguridad social que cubra los periodos de intermitencia laboral, el reconocimiento de las enfermedades profesionales de los artistas y de planes de transición laboral para las profesiones de corta duración.

Una de las grandes patas que ha dejado coja la política cultural del PP en estos años ha sido América Latina. Así lo destacaba la Fundación Alternativas en su último informe con un recorte económico en todo este tiempo que alcanzaba el 70%. Los socialistas se han conminado a recuperar la vieja alianza con el continente americano con una mayor “racionalización y coordinación de los diferentes organismos que se ocupan de la difusión y promoción internacional de nuestra cultura”. Este será otro de sus caballos de batalla.

Finalmente, queda por ver cómo llevarán a cabo nuevas medidas para posibilitar una  igualdad de género en la creación y también una mayor igualdad en el acceso a la cultura. No es poca la tarea que el nuevo ministro o ministra tiene por delante.

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