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La joven cantautora Eddi Circa firma un disco de debut atravesado por la filosofía poética de María Zambrano

Portada del disco 'En el bosque un claro' de Eddi Circa, inspirado en una hipótesis filosófica de la ensayista María Zambrano

Ana Tenías

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La filósofa española María Zambrano, tan comprometida con la libertad y la identidad, escribía en 1977: “El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar [...]. Algún pájaro avisa y llama a ir hasta donde vaya marcando su voz. Y se la obedece; luego no se encuentra nada, nada que no sea un lugar intacto que parece haberse abierto en ese solo instante y que nunca más se dará así. No hay que buscarlo. No hay que buscar. Es la lección inmediata de los claros del bosque: no hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar nada de ellos”. Cinco décadas después, hallar los claros del bosque todavía es azaroso pero iluminador, intermitente, continuo. Muchas veces difícil. Para la joven compositora Eddi Circa, encontrarlos es cuestión de “mantenerse atenta” a la vida, dice pausadamente en una entrevista con este periódico. La cantautora madrileña acaba de lanzar un disco análogo al libro de la filósofa, al que llama En el bosque un claro y en el que cada canción de las 16 que lo componen “está bajo la influencia de un claro, de una ilusión”, cuenta. Bajo la revelación de una verdad.

“Un claro en el bosque es ese momento en el que se comprende algo, por pequeño que sea”, piensa la cantante. Y replica el ejemplo que le puso un día su amiga Belén, dice, para demostrarlo: “Un día estás a las cinco de la tarde en el salón de tu casa, tomando un café en una taza pequeña, leyendo, y tienes un momento de ilusión, de felicidad, de comprensión de algo. Al día siguiente repites los mismos pasos porque quieres que tu vida sea manejable, pero ya no ocurre lo mismo. No puedes alcanzarlo. Los claros en el bosque no se persiguen”, explica. “Para Zambrano llegas a un claro en mitad de la oscuridad y lo tienes que abandonar, te da un poco de miedo pero tienes que irte, sin saber si se repetirá o no, ni cómo será el próximo. En ese momentito de haber atrapado algo, en ese destello de misterio, no hace falta entender la estructura del mundo. Es solo entender algo. Para mí, curiosamente, ese momento de aproximarse un poquito a la verdad tiene mucho que ver con la felicidad”, termina diciendo.

Pensar que una puede acceder cuando quiera a los momentos de lucidez es algo muy tradicional, muy cientificista

Eddi Circa viene de la carrera de Física. También lleva alrededor de una década sacando canciones, durante mucho tiempo impregnadas del carácter amateur que la define y, desde hace menos, preocupándose más por la forma y el proceso de producción. Ahora termina su tesis doctoral —y por eso comenzará la gira en febrero de 2024— y habla, precisamente, de esa posición intermedia entre la ciencia y la filosofía: “Vengo de una forma de acercarse a la realidad muy matematizada, pero me doy cuenta de que en realidad pensar que una puede acceder cuando quiera a los momentos de lucidez es algo muy tradicional, muy cientificista. Los físicos después de Newton dijeron que con ecuaciones diferenciales y condiciones iniciales para cualquier sistema se podía predecir todo el futuro”, relata la madrileña. “No dejan misterio posible”.

Pero revela la cantante que poco a poco fue abandonando esa convicción “un poquito soberbia”, confiesa riendo, “que creo que tenemos todos los físicos al pensar que sabemos la verdad, que poseemos, como dice mi amiga Lola, un espacio psíquico de seguridad. Pero en realidad implica más valentía no entender las cosas, poder decir: 'Solo comprendo dos o tres cosas del amor, algo del trabajo y otro algo de cómo funcionan las relaciones'. Debemos regresar a esa humildad con valentía”.

Ya lo dice en su canción ANNE HATHAWAY (LA HERMENEUTA), “solo yo sé lo que no me basta / explicar a mí no me sacia / la hermeneuta le gusta el misterio / que no se comprende ni se zanja”. Eddi aclara que su acercamiento a la filosofía le ha dado otros métodos para llegar a las diferentes verdades; nuevos materiales, nuevas perspectivas. Poco a poco se fue interesando mucho “por el lenguaje”, que asegura que está incluso dentro de la propia física —de la que se inspira en títulos, palabras y conceptos— y también “por una vía dentro de la filosofía menos masculina, menos occidental y menos cientificista” que, paradójicamente, tiene que ver con la magia. Piensa, como su hermana gemela raxet1, también cantante, que “no sabemos a ciencia cierta si existe la magia, pero sí el pensamiento mágico”. Y ella cree en él. “No poder zanjarlo todo no es necesariamente malo”, declara la científica. “El misterio, lejos de hacer la vida más amarga, la enriquece”.

La intimidad en el lenguaje

En cada canción hay un poema. A veces la oyente asiste a una narración troceada, a una composición de escenas, algunas perceptibles y otras no tanto. Consciente de que a veces puede parecer inaccesible, la cantautora declara que precisamente no quiere “infantilizar” a sus 'ciervas', apodo con el que se refiere a sus interlocutoras: “Todas vibramos con canciones que podemos no entender en absoluto. Pensar que te estás inventando el significado ya es una confabulación”. Afirma que ser tan metafórica se debe a una preferencia “por no ser demasiado evidente o explícita”, pero también a ese particular interés por el lenguaje y por su capacidad de provocar una ilusión “en muchas de nosotras” sin vivir necesariamente “una realidad material ultraemocionante”, aclara. “Lo conmovedor es que podamos estar ilusionadas una semana laboral de nuestras vidas por una palabra que nos hace feliz”, revela. 

Así que En el bosque un claro, piensa, “es una curaduría de las palabras que me obsesionan: las utilizo porque me hacen feliz”. Pero aun después de haber dado estas razones, Eddi Circa se queda un rato pensando para acabar diciendo que, en realidad, todo tiene que ver, otra vez, con lo mismo: “¿No te da la sensación de que todas las oyentes somos bastantes parecidas?” pregunta. “Nos gusta el misterio. En una canción no lo comprendemos todo, sin embargo sabemos perfectamente lo que está diciendo”. Es parte del camino en el bosque.

Y estas verdades que descubre Eddi Circa —pequeñas, esclarecedoras, arrolladoras— se hacen inseparables de su construcción identitaria. A la pregunta de si se siente cómoda con el concepto 'música lesbiana', la compositora responde que a veces sí, pero que en este momento no, y menciona un fragmento de El pensamiento heterosexual de Monique Wittig que dice: “Escribir un texto que tenga entre sus temas la homosexualidad es una apuesta, es asumir el riesgo de que en cualquier momento el elemento formal que es el tema [...] acapare todo el sentido, en contra de la intención del autor, que quiere ante todo crear una obra literaria”. Cree que conceptualizarse así atentaría contra “la única operación política que [la obra literaria] podría cumplir”, según la teórica: “Introducir en el tejido textual del tiempo por medio de la literatura aquello que le interesa”.

Más que tener una identidad disidente, lo relevante son las relaciones disidentes que mantenemos con el mundo

Por eso “ser lesbiana y hablar de lesbianas” es algo inherente a su obra, pero Eddi Circa cree que “más que tener una identidad disidente”, lo verdaderamente relevante “son las relaciones disidentes que mantenemos con el mundo”, defiende. “Es algo que me obsesiona”. Su inclinación por el feminismo de la diferencia y su íntima relación con “toda una órbita de troncas” en la que encuentra a Zambrano, a Simone Weil, a Hélène Cixous, a Preciado —dice a propósito en un verso: “leyendo a Preciado haciéndome pajas”—, le hace incidir en que su obra “es universal dentro de la disidencia”: “Es la capacidad de poder describir algo universal sin pertenecer a la especificidad de la lesbiana, la mujer, la gitana o la negra. Reivindicar que lo que nosotras sentimos también es universal, pero de otra forma”. 

La idea de que el trabajo es saludable solo es un discurso para que la explotación laboral nos resulte más llevadera

Y en estas formas disidentes de relacionarse con el mundo, en esta producción de cultura de las subjetividades queer, en estas pequeñas revelaciones, en estos claros del bosque, lo que la cantante narra tiene que ver con el amor, con el desamor, con el deseo, con el recuerdo, con la familia, con la protesta política. En ABAJO EL TRABAJO una se topa con la tristeza y el asombro de una joven que “no se puede creer” que la vida sea esto: “No voy a trabajar ni una puta hora más / eso no es vida, quiero cinco horas al día / queremos treinta horas semanales / en la izquierda hemos olvidao' esa demanda / pero yo no trabajo ni una puta hora más / salir a las seis en invierno, eso es ilegal / ilegal, anticonstitucional / eso va en contra del amor”. La artista reclama acabar “con toda la cultura que protege la idea de que el trabajo es saludable” y con el famoso dicho 'Trabaja de lo que te gusta y no trabajarás nunca'. “Solo son discursos que intentan que la explotación laboral nos resulte más llevadera”, comenta. “El hecho de que hoy tengamos políticas serias encima de la mesa para reducir la jornada laboral es importante. No debemos poner barreras a la hora de imaginar horizontes políticos. Tenemos que empezar imaginando muy salvaje”, concluye.

Dedicarle una oda a Valerie Solanas y su Manifiesto SCUM, recordar a Gata Cattana en una versión propia de Nada funcionando y Yerma o imaginando su pelo en las nubes del cielo, versionar a Cher para cuestionar la vida después del amor, repasar el camino de la infancia a la vida adulta, hacer palpable la forma en la que se habitan las ciudades, marcar un mapa de la ciudad de Madrid, lamentarse, amenazar, desear, querer, no soportar. Los claros del bosque tenían que ver con esto. “Una no siempre está en paz con su verdad y con su vida”, confiesa Eddi Circa, “sobre todo cuando nos atraviesan violencias estructurales”. Dice que En el bosque un claro es una forma de respuesta. “Entre las pasiones nobles conviven las pasiones más salvajes. No es ninguna contradicción: sencillamente significa que estamos vivas”.

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