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Edipo lanza un ultimátum a una humanidad que involuciona envuelta en llamas

Edipo lanza un ultimátum a una humanidad que involuciona envuelta en llamas
Mérida —

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Mérida, 11 ago (EFE).- Al arrancarse los ojos, Edipo, encarnado en un excepcional Alejo Sauras, ha lanzado un ultimátum a una humanidad sumida en la involución y que, al igual que él, debe tomar una decisión mientras la llamas cercan un mundo obligado a actuar de forma drástica si quiere sobrevivir.

En la sexta obra de la 67 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida se ha representado la pesadilla de un Edipo metafísico, inmerso en la historia fantasmagórica de un hombre que huye de un destino al que irremediablemente se acerca poco a poco, pero que es capaz de invitar al ser humano a que haga un ejercicio de introspección sobre su destino.

Bajo la dirección de Luis Luque y con texto de Paco Bezerra, un tándem con muchas tablas, este Edipo ofrece un planteamiento de gran potencia visual a nivel plástico y lleno de un simbolismo que evoca, curiosamente, un futuro minimalista.

En esta apuesta las grandes preguntas de la humanidad se mantienen y se elevan a través de un Alejo Sauras valiente, cuyo personaje -digamos la humanidad- debe tomar decisiones para evitar ser pasto de las llamas.

La historia tiene como telón de fondo una Tebas multicultural que es utilizada como metáfora de un mundo onírico en el que coexisten diferentes lenguas y razas, de ahí que el elenco que ejecuta la obra sea tan multirracial.

La trama da comienzo con el presagio de Yelmo, un personaje de nueva creación que da vida Jonás Alonso y que se presenta ante Edipo para avisarle de las cadenas que tendrá que arrastrar y a las que él mismo se atará.

“Matarás a tu padre y yacerás con tu madre”, esta es la profecía de la que tendrá que huir Edipo el resto de su vida.

Edipo cree que “la vida es un juego donde hay un destino para cada hombre”, y él huye del suyo para intentar evitar la terrible profecía, es por ello que abandona su hogar.

A modo de flashback Edipo sueña con su enfrentamiento con la “Esfinge” (Julia Rubio) mientras huía, el cual le permitió ser rey al salvar a la ciudad de la bestia con rostro y busto de mujer, patas de león, cuerpo de perro, cola de dragón y alas de pájaro, hecho que también le permitió casarse con Yocasta que en esta ocasión es interpretada por una majestuosa Mina El Hammani.

Mientras, la ciudad griega de Tebas se ve asediada por un fuego que únicamente podrá sofocar aquel que mate al asesino del anterior rey de Tebas, tarea comunicada por Creonte (Álvaro de Juan) que se ha personado ante los oráculos para que éstos dictaminen el destino del protagonista.

Lo que Edipo desconoce es que él era hijo adoptado y que en un cruce de caminos mató -sin saberlo- al antiguo rey Layo, que también era su padre, hecho que le revela el oráculo de Tiresias que encarna Jiaying Li.

Edipo se enfrenta a la dualidad de ser a la vez el problema y la solución, la primera parte de la profecía que le atormentaba se había cumplido, y la segunda la descubrirá gracias a que el esclavo, representado por Andrés Picazo, le revela, con la ayuda del mensajero (Alejandro Linares), que realmente Yocasta es su madre.

Yocasta se queda perpleja ante el desenlace de la trama, ya que Edipo se ha convertido sin saberlo en esposo e hijo de su madre, padre y hermano de sus hijos, y finalmente asesino de su padre.

“Yo que me tenía por la flecha, resulta que soy la diana, yo que soy la pregunta, también soy la respuesta”, lamenta Edipo.

El héroe trágico pensaba que huía de su destino, pero sin saberlo, se estaba zambullendo en él, ya que según acaba deduciendo, “huir de uno mismo es igual de inútil que dar vueltas en círculo”.

Edipo no soporta su tragedia y se arranca los ojos, convirtiéndose en Yelmo, ese personaje que le atormentaba en sueños con el rostro quemado por haber atravesado el fuego, algo que deberá hacer Edipo para poder salvar a su comunidad.

Éste Edipo que nos presenta Luis Luque y Paco Bezerra encarna las preguntas y las respuestas que van de la mano, y se nos deja entrever que nosotros somos el problema y la solución para que el mundo sobreviva a la sociedad actual.

La historia de este personaje griego tiene más de 2.000 años de antigüedad, pero plantea la complejidad de una sociedad muy actual que ve “aceptable” el sacrificio de una persona por el bien común, pero que es reticente a la hora de sacrificarse ella misma o su modo de vida.

Finalmente, Alejo Sauras nos enseña que Edipo somos todos, y que al igual que él, todos deberemos sacrificar algo para que este mundo pueda sobrevivir a la especie humana.

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