“Ahora es 'indie' todo el que toca en festivales”
- Comienza también una gira en la que ya tiene confirmadas catorce fechas entre octubre y diciembre
Los amantes de las metáforas bélicas podrán decir que la música de Ariel Rot es una trinchera, un refugio antiaéreo del rock en tiempos delicados, pero sin quitar un ápice de realidad al fondo, hay otras formas de plantearlo: Rot es un artista que vuela libre e independiente, y que de cuando en cuando deja caer sobre su manada de seguidores unas cuantas canciones del rock más clásico y sincero, explorando los registros infinitos de ese lenguaje universal que late sin ocupar ya portadas ni acaparar los primeros puestos de las listas de 'superventas'. Ahora, el excomponente de Tequila y de Los Rodríguez presenta su último trabajo, La manada -a la venta a partir del 16 de septiembre- y se reconoce expectante y emocionado.
La primera pregunta es muy típica, como la que se les hace a los deportistas que acaban de bajarse del podio en unos Juegos Olímpicos: ¿Qué sensaciones tienes ante el lanzamiento de tu nuevo disco?
Procuro no ser extremadamente optimista. Tomármelo con calma. Aunque es cierto que a veces uno se viene arriba y se emociona. Y mira que siempre me digo, 'cautela…'. Pero claro, también me pregunto: '¿qué pasará? ¿Le gustará a mi nicho, a mi público exigente?' Que ya es mucho, no defraudar a mi público... Ahora bien, que mi estatus vaya a cambiar por un disco en un día en cuanto a venta de discos o de entradas, es poco realista. Hoy en día las cosas no funcionan así, pero conseguir entusiasmar a personas que me parecen críticos severos con mi trabajo, ya me produce una sensación de éxito.
La portada, que ha diseñado Víctor Coyote, se aleja de la línea de tus anteriores trabajos.
Sí, es que de vez en cuando hay que cambiar. Víctor me envió distintas ideas, y yo le dije, “tira por aquí…”. Es un artista. Se habla del arte gráfico, pero el arte gráfico nunca lo hacen artistas sino diseñadores. Esta vez decidí llamar a un artista.
Hace poco dijiste que el título de este disco, La manada, hace referencia a aquellos que formaron parte de tu mundo en el pasado, a tus compañeros de banda…La manada,
Es una de las explicaciones, pero yo en realidad es que nunca busco una explicación cuando elijo un nombre. Lo elijo por la sonoridad, por el impacto emocional que produce esa palabra. No hay una explicación totalmente consciente ni conceptual con respecto al título de este disco, aunque se la podríamos encontrar, como a cualquier cosa. Sencillamente, ‘manada’ me pareció una palabra muy ligada a los músicos, muy poderosa, con una sola vocal y muy musical.
Al escuchar la canción que da nombre al disco, además de esa 'manada musical' de la que hablamos, aparece en escena una mujer a la que llamas ‘enredadera’.
Es que en principio la protagonista de la canción iba a ser ella, la ‘enredadera’, pero según iba escribiendo, preferí que los protagonistas fueran ellos. Tengo muchas canciones que hablan de mujeres especiales, de mujeres peligrosas, de muñecas rotas… Es todo un género. Tengo Vicios caros, Geishas en Madrid… En La manada pensé que la canción iría por ese lado, pero de repente empecé a sentir que era más importante hablar de una manada que se desintegra por causa de una mujer. De una manada que se va separando. Y también quería hablar de la añoranza.
Como decías antes, en tus canciones hay muchas mujeres… ¿Son reales? Por ejemplo, la “enredadera” que aparece en La manada. La manada.
Sí, sí, claro. Enredaderas hubo muchas [risas]. Y geishas, por supuesto. Vicios Caros también existió… [Asiente pensativo].
En todos tus discos hay algunos temas que, al escucharlos por primera vez, ya suenan como clásicos. Y en este disco el número de clásicos es aún mayor. ¿Tienes esa sensación cuando estás componiendo una canción en concreto? La sensación de pensar, ‘eh, aquí he dado con la tecla’… Por ejemplo, con En el borde de la orilla.En el borde de la orilla.
Pues mira, En el borde de la orilla me costó mucho terminar de redondearla. Probé con diferentes músicas… [Reflexiona]. Fíjate que fue una de las primeras frases que tenía apuntadas para componer una canción. Un día escuché “me ahogué en la orilla”, y me dije, “oye, qué bonito para una canción, me lo apunto”. Cuando empecé a ejercitar después de un periodo largo de no componer, porque yo no soy un compositor que tenga una rutina… Pero como digo, cuando llegó el momento en que me dije que tenía ya que componer material nuevo, empecé con esta canción. Y me costó mucho, así que se quedó por ahí y fueron apareciendo otras canciones de, digamos, combustión instantánea. Hay mucho de eso en este disco, de escribir de manera enloquecida. Luego ya me puse a filtrar, escuchar y editar.
Me interesa el proceso creativo de tu música y en concreto la parte de la escritura. ¿Te cuesta escribir? Si te digo que como escritor estoy en una sequía creativa, ¿qué me recomendarías?
¿Te encierras a escribir? No te encierres. No te encierres a escribir. Yo sólo me encierro para corregir, pero procuro que las ideas me asalten. Pero claro, las canciones no son como la literatura… Quiero decir, que a veces no sé muy bien lo que quiero escribir y empiezo a buscar pistas sobre lo que me estoy diciendo, hasta que encuentro la dirección que debo seguir.
¿Tienes una libreta para ir escribiendo ideas?
No, bueno… Ahora con el iPhone… La libreta la tengo en casa, y en el coche también tengo una, pero cuando se me ocurre una frase, la grabo con el iPhone.
En cuanto a tu faceta como vocalista, con el paso de los años se aprecia una evolución que ha sido reconocida y comentada. ¿Lo has trabajado?
Mucho, muchísimo. Digamos que es mi asignatura más complicada. Jamás ejercité la voz y tampoco vine diseñado para ser cantante, así que tuve que hacer un gran esfuerzo para alcanzar un nivel y seguir todavía intentando mejorar con la voz. La voz es puñetera porque nos traiciona fácilmente. Tiene que ver mucho con la emoción, pero también con los cambios de clima, por ejemplo. Por eso entiendo que los cantantes sean un poco 'tocapelotas' [risas], porque la verdad es que tienen un instrumento delicado con el que trabajar.
Se te reconoce tu evolución como vocalista en los últimos años, y por supuesto, se te reconoce inmediatamente como guitarrista, pero quizá no tanto como letrista, a pesar de tus textos.
Puede ser que no se me reconozca masivamente como letrista, pero también es verdad que mis picos de popularidad fueron como parte de bandas y como guitarrista, y por eso quizá para el gran público soy un guitarrista. Pero yo creo que mi público gourmet sabe apreciar todo el trabajo que hago ahí.
En todos tus discos deslizas en alguna canción tu visión crítica y ácida del mundo, tus reflexiones filosóficas. Por ejemplo, en este disco encontramos Una semana encerrado, que va por esa línea: la de querer huir y refugiarte de todo.Una semana encerrado
Yo es que soy un poco fóbico y soy muy celoso de mi soledad, de poder refugiarme y de poderme abandonar también. De no estar pendiente de nadie ni de nada. A veces es necesario desconectar de este mundo que nos agrede constantemente, pero, por otro lado, si por ejemplo me llaman para alguna causa que me parece interesante, por supuesto que colaboro. Yo además es que estoy muy expuesto desde muy crío y quizá por eso a veces siento la necesidad de volverme invisible.
También tienes temas con un halo bastante cinematográfico. En este último disco, un ejemplo es Solamente adiós.Solamente adiós
Sí, es cierto. Es una road movie. Absolutamente. Es un tío que coge el coche y lo deja todo.
¿Alguna vez has hecho música para el cine? ¿No te lo han propuesto?
No, nunca me lo han propuesto y sería un ejercicio interesante. Yo creo que, si lo hiciera, tendría que ser con alguien que me ayudase un poco, porque no es lo mismo componer una canción que una banda sonora. Pero sí que me gustaría.
Para el lanzamiento de La manada has planeado una gira potente.La manada
Sí, he sacado pecho ahí… [Risas]. Aunque es cierto que también he trabajado en formatos muy reducidos e incluso hice la gira Solo. Para mí, el formato en solitario supuso asumir toda clase de riesgos. Lo trabajé mucho y supuso casi como componer un disco nuevo. Me llevó mucho tiempo hacer ese espectáculo unipersonal, por llamarlo de algún modo. Había distintos instrumentos, había electricidad, había mucha emoción y también había humor y monólogos, y conseguí redondearlo mucho. Conseguí presentarlo ante mucha gente y en sitios importantes. Quiero decir que hacer la gira Solo no fue una manera de devaluar la propuesta, sino que trabajé mucho en ello para todo lo contrario, para que fuera una propuesta nueva tocando esas canciones de otra manera, interpretándolas de otro modo, llevándolas a otros instrumentos y modificándolas. Si hubiera pretendido hacer lo mismo que en el disco pero con un solo instrumento, habría devaluado las canciones.
Recordemos tu etapa en la radio, en La Ventana, con Jaime Urrutia. Se os echa de menos…
Sí, esa fue una decisión… No fue una decisión de Jaime [Urrutia] ni mía, fue decisión de PRISA. De ‘PRISA deprisa’ [risas]. Se cambió a Gemma [Nierga] a la mañana y a Francino a la tarde.
¿Lo pasabas bien?
Me encantaba, me encantaba. Fueron cinco temporadas y era una cita semanal con Jaime y con Gemma que para mí era un planazo. Y además, era lo único de mi agenda que se repetía cada semana el mismo día y a la misma hora. Era muy fácil… [Reflexiona]. Yo no me atrevería a tener un programa de radio mío, eso es mucho trabajo, es otra cosa, pero buscar una canción que sirva como excusa para hablar de la vida y de la actualidad, era un ejercicio muy estimulante.
Respecto a tu condición de hispano-argentino, se te suele preguntar que con quién irías en un España-Argentina; si prefieres que Nocioni meta o falle un triple en el último segundo contra España… Pero esa doble condición, dilemas deportivos al margen, tiene también sus ventajas.
Sí. Las ventajas son… [Reflexiona]. Son que te abre la mente. Yo creo que debería ser obligado vivir al menos un año en otro país, y luego ya decides si te quieres quedar o no. Eso te cambia la mirada, te abre la cabeza, y no solamente a los argentinos y a los españoles sino a cualquier nacionalidad. Es un gran aprendizaje. Te permite tener al menos más de una sola visión de las cosas.
Y como chascarrillo también podemos decir que, desde el punto de vista lingüístico, te abre un buen abanico de palabras y giros que pueden servir para cuadrar una letra, ¿no?
Bueno, nunca puse un ‘vos’ en una letra. Puede que haya metido alguna palabra… [Piensa]. Por ejemplo, algún ‘tenés’ en vez de ‘tienes’.
Y ‘podés’ en vez de ‘puedes’: “Podés cagarla de vez en cuando…” [Letra de En los últimos cien metros].En los últimos cien metros
Sí, sí… [Reflexiona]. Es que… Es que ‘puedes cagarla de vez en cuando…’, no, eso no… [Risas]. Además, ése es un tema muy 'porteño'.
Lo que no has perdido es el acento.
Hubo un momento en los 80… Lo que pasa es que en el año 85 volví a Argentina y me reconcilié con mi acento y con Buenos Aires.
Precisamente por esa etapa te quería preguntar, porque en los años previos a la aparición de Los Rodríguez hay un hueco en tu discografía.
Bueno, estaba tocando con Andrés [Calamaro] en Argentina y también hacía música para publicidad.
¿Sí? ¿Música para publicidad?
Sí, tenía unos amigos, muy muy amigos, que tenían una productora de jingles. Éramos muy vagos aunque se ganaba mucho dinero. Sobre todo ellos [risas]. No teníamos grandes pretensiones de crecer mucho como productora, así que con salvar el mes estábamos contentos.
¿Recuerdas algún jingle en concreto?jingle
[Piensa]. La verdad que no [risas].
Hace poco te leí, al respecto de la música indie, que no la considerabas un estilo, que lo único era que cantaban muy flojo…indie
Sí, bueno, dije que ponían la voz baja… Pero eso ha cambiado ahora, ¿eh? Creo que ya se quitaron ese complejo de cantar tan bajo. Ahora lo que pasa es que se ha ampliado tanto el panorama indie, calificativo que a algunos les vendrá bien y a otros no, que básicamente ahora es indie todo el que toca en festivales. Es el punto en común.
Para acabar, y sabiendo que eres un amante del vino, recomiéndanos uno.
Voy a recomendar un vino muy roquero… Especial, ¿eh? Para los que quieren probar cosas distintas: La Bruja Avería, del 2014.
¿De dónde es?
Lo hacen entre Rozas de Puerto Real y Cadalso de los Vidrios [bodega Comando G, Denominación de Origen Madrid], con uva garnacha. Y está hecho por roqueros. Digamos que de toda la gama que tienen, ése es el más básico. Es un vino más transparente, más suave, menos alcohólico, menos contundente, con una fruta menos madura. Es un nuevo concepto, como el de los vinos atlánticos, los tintos de Galicia… Es otro tipo de uva, claro. Menos madura. Un poco en esa onda.