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“Javier Nieto asfixió a su pareja y la tiró al río”: la exposición que captura los lugares de asesinatos machistas

Andrés Hermes Oval golpeó a su novia hasta matarla. Fotografía de la exposición 'Lo que no se ve'

José Antonio Luna

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“Paco golpeó, apuñaló y degolló a su pareja y después convivió con el cadáver”. “José Arellano asfixió a su mujer y después simuló un robo”. “Iván Pardo Peña torturó durante doce horas a su sobrina de ocho años”. Son solo tres pies de foto de las más de 50 instantáneas que Jesús Montañana realizó en 2017, cuando se propuso recorrer toda España en su furgoneta para investigar los lugares donde se cometieron homicidios por violencia machista.

El proyecto Lo que no se ve, becado en el Seminario de fotografía y periodismo de Albarracín por parte de DKV Seguros en el año 2018, se expone ahora en la Escuela de Fotografía y Cine de Madrid (EFTI) hasta el próximo tres de octubre. Propone un doloroso pero necesario recorrido por lugares aparentemente comunes e insignificantes, como parques, fábricas o habitaciones, que en realidad fueron escenarios de un problema social que existe desde siempre y al que aún no se le ve un final: los asesinatos machistas.

“Estos lugares están íntimamente ligados a un asesino que cometió unos hechos terribles. Si pasáramos por estos escenarios y supiéramos lo que ocurrió allí, quizás todos tendríamos una conciencia colectiva y una sensibilización especial sobre esto”, explica a eldiario.es Jesús Montañana, que quiso poner el foco “en el homicida y en el hecho que había cometido, no en cuántos familiares tenía la víctima ni en cuántas horas estuvo agonizando”.

El fotógrafo cuenta que la idea le surgió un día mientras veía las noticias y comprobó cómo se había producido un asesinato a unos 100 kilómetros de donde vivía. “Entonces pensé: '¿Y si fotografío estos lugares vacíos?' Si los junto todos podría contar la tragedia de una manera más responsable. Así fue como se me ocurrió y empecé”, recuerda.

Lo que vino después fueron siete meses viajando por diferentes puntos del país para capturar estos escenarios. “Pocas provincias quedaron ese año sin tener asesinatos por violencia machista”, asegura Montañana. Y es que, según el boletín estadístico anual presentado en 2017 por el Gobierno, el número de mujeres asesinadas ese periodo llegaron a las 51. 

Sin embargo, el reportero acabó incluyendo otras que el Estado no considera oficiales por no entrar dentro de la categoría de “violencia de género”, que entiende que para que se ejerza violencia debe existir una relación afectiva. “Añadí otros casos que yo sí consideré que eran homicidios machistas, como el asesinato de algunas prostitutas o de alguna chica que no conocía a su agresor”, señala el reportero. 

El machismo y la espiral del silencio

Pero a veces no era tan sencillo como desplazarse al lugar de los hechos y apretar el disparador. Montañana tuvo que investigar cada caso y conocer la historia antes de determinar qué instantánea podía representar mejor lo que había sucedido. “A lo mejor el crimen se había cometido en casa, pero luego el asesino la había tirado en un río y el cadáver se había encontrado en otro lugar. Entonces ahí quizá me interesaba más la foto del río”, apunta. 

Además, el proyecto contaba con otra dificultad añadida: el silencio. “Muchos asesinatos de violencia machista se condenan en televisión y son bastante mediáticos, al menos en el mismo día que han ocurrido, pero después de eso se genera un silencio alrededor, como que si se quisiera olvidar de alguna manera”, explica el autor. 

Por ello, el fotógrafo tuvo que ingeniárselas para ganarse la confianza de los vecinos que muchas veces eran quienes les abrían las puertas de las viviendas. De hecho, recuerda un caso en una pequeña aldea de Galicia que consistía en encontrar el sitio donde un padre había matado a su hijo el Día de la Madre, hecho que también se considera violencia machista

“Recuerdo a un señor mayor que me quería ayudar mientras que la mujer no, y empezaron allí a discutir delante de mí. Al final el hombre me llevó caminando por el bosque de helechos a un sitio que jamás habría encontrado solo. Me guió hasta el mismo lugar donde el asesino intentó enterrar a su hijo después de darle con una pala en la cabeza. Pero al final no pudo y dejó el cuerpo tirado en el bosque”, relata el fotógrafo.

Lidiar con la crueldad de ciertas historias tampoco fue fácil. Montañana cuenta que en uno de los escenarios un padre había degollado a su hija y fue descubierto por sus compañeros de piso en el cuarto de baño, mientras se lavaba las manos. “El asunto es que cuando estaba en la casa pedí ir al baño y, cuando me miré al espejo, de alguna manera se me vino la imagen del asesino en ese mismo lugar después de haber matado a su hija. Y bueno, en ese momento me desmayé y me caí al suelo”.

Aunque las imágenes que recorren la muestra son de 2017, el problema sigue estando muy presente. Es más: el confinamiento y la “nueva normalidad” han agravado la situación de aquellas personas que conviven con su maltratador. Las denuncias por violencia machista durante el primer trimestre de 2020 han registrado la cifra más baja desde hace casi cuatro años (36.185), pero esto no significa que no existiera.

Según declaró a este periódico Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ, esta caída de las denuncias “demuestra la dramática situación que muchas mujeres han tenido que vivir como consecuencia del encierro”, en muchas ocasiones “junto a su maltratador en el domicilio, donde se producen habitualmente los hechos delictivos”. Lo que sí aumentan son las llamadas y consultas de mujeres al 016, el teléfono estatal de atención a las víctimas de violencia machista. Las peticiones de ayuda incrementaron un 45% desde el inicio del confinamiento y, según los últimos datos del Gobierno, lo han continuado haciendo durante los meses de verano en cifras similares.  

“El problema de la violencia es que antes no salía de casa y ni se contaba. Ahora la sociedad ha aprendido a denunciarlo, pero si nos volvemos a meter dentro de casa las mujeres lo tienen un poco complicado, porque cómo van a protegerse de una persona a la que están siempre acompañando y por la que se sienten amenazadas”, aprecia Montañana. Porque, como apostilla el fotógrafo, “si las situaciones personales se complican esto se traduce en problemas sociales, incluidos los de violencia machista”.

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