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A favor y en contra del vilipendiado libro de poemas de Aitana

A favor y en contra de linchar el libro de Aitana

Mónica Zas Marcos / Cristina Armunia Berges

Fresco y penetrante.

El sabor del vinagre.

El del limón.

La última nota que dejan en la boca las fresas,

las frambuesas.

Así comienza el poema Ácido del nuevo libro de Aitana Ocaña, finalista del concurso de televisión Operación Triunfo. La tinta de mis ojos fue un encargo que Alfaguara le propuso a Ocaña antes de que negociara su propio proyecto musical. Todo comenzó con los bocetos que esbozaba la joven en los márgenes de sus cuadernos de canto y de los que una editorial ha querido sacar rédito económico seis meses después.

La cantante de 19 años ha sido una de las más “agraciadas” por contratos de imagen desde que acabó la primera edición. Sin embargo, con la literatura ha ido a parar, porque la crítica ha sido especialmente dura con los textos y poemas que completan el libro y que han visto la luz gracias a una “coach escritora”.

Los encargos editoriales no suelen ser buenos consejeros, y menos para alguien que nunca ha demostrado ni una mínima ambición literaria. Sus poemas son un dechado de lugares comunes y máximas cercanas a Paulo Coelho sobre perseguir los sueños y no perder la esencia con la fama. Sobre eso no hay discusión. El problema viene cuando la crítica se convierte en un ataque desmedido e injustificado hacia la figura de una chica joven, expuesta y que por ahora no tiene ni voz ni voto en los trabajos que acomete.

Esto no es un duelo sobre el linchamiento a Aitana en ninguna de sus formas, ante lo que nos posicionamos absolutamente en contra, sino sobre las obras literarias como objeto criticable. Tras leer las dos posturas, ¿pensáis que el libro debería haber visto la luz?

Escribir un libro no puede ser algo malo en ninguna realidad. Puede ser que el libro en cuestión no tenga una alta calidad literaria, no tenga unos dibujos estupendos o que su hilo argumental no este del todo claro, pero la creación artística en cualquier formato debe ser siempre algo positivo. Hasta la que llega de la mano de una concursante de Operación Triunfo.

¿Por qué nos molesta tanto que Aitana haya publicado un libro? Seguramente, porque es una chica joven que no tiene formación literaria o narrativa. Quizá también porque se aprovecha de su fama labrada en la televisión para vender ejemplares. Y, por supuesto, porque La tinta de mis ojos es de lo más infantil. Aún con todos estos obstáculos, no es un mal libro en el sentido de que sirve para conocer un poco más a la cantante de Operación Triunfo.

Para animarse a escribir un libro de poesía o de prosa poética, que es el género elegido (suponemos que por casualidad), no hace falta ser un escritor reconocido. Aunque la mayor parte del mismo trata temáticas más bien superficiales relacionadas con las emociones del triunfo o el fracaso y de conseguir lo que una se propone, emocionará a sus seguidores, a los que corren como locos cuando abren las puertas de los conciertos.

Además, este libro no es para ávidos lectores de poesía. Es para sus fans. Naif hasta la extenuación, mezcla reflexiones de una chica casi adolescente con los típicos dibujos rápidos que se hacen mientras estudias o repasas la última lección de Ciencias Naturales o de Historia del Arte. Pero, sinceramente, no creo que Aitana al escribirlo tuviera grandes pretensiones.

Obviando el hecho, además, de que esta chica no quiere ser escritora, sino cantante, y que está recibiendo las palabras más duras por algo que no planea convertir en su profesión. Aitana se encontró al salir de la academia con una editorial exprimidora que quería aprovecharse de sus dibujos como si fuesen limones. Sin embargo, cada crítica suma y golpea en una personalidad joven y todavía en formación.

Ella misma lo dice en su contraportada: “Lo que tienes entre las manos no es un libro. Es una ventana a mi mundo a través de mis sentimientos, a través de... la tinta de mis ojos”. Ella lo avisó, así que machacarla por no ser Gloria Fuertes es bastante injusto.

Hablemos de números. Aitana Ocaña está acogida a lo que las grandes majors llaman contrato 360. Según este papel que Universal pone sobre la mesa a los concursantes de OT, ellos ceden todos los aspectos de su carrera durante varios años. No solo los discográficos, sino los editoriales, los de publicidad y los de merchandising.

Por si aún quedaban dudas sobre dónde surgía la vocación poética de Aitana, surge del contrato 360. La misma cepa que las campañas otoño-invierno de una conocida marca de ropa y de la sonrisa siempre blanca que luce como imagen de unos chicles.

Por supuesto, un contrato no se puede imponer. Amaia, ganadora de la misma edición, no lo quiso firmar, y habrá muchos que ni han recibido la oferta desde Universal. El problema con Aitana es que se ha convertido en un artilugio de OT capaz de vender cualquier cosa como un programa de teletienda. La mayor parte de las veces ella misma es el producto (ya sea con una colonia, una línea de ropa o un libro) y en ella recaen todas las críticas por muy ácidas que sean. No es ilegal, solo un poco inmoral, y por desgracia para Aitana no existen cláusulas que regulen el linchamiento público.

En cuanto al libro, La tinta de mis ojos es un compendio mediocre definido como “poesía urbana” en la misma presentación. Aitana, con la naturalidad e inconsciencia que le dan sus 19 años, lleva justificándose por el mismo desde que se dio a conocer la noticia. “Ya sabéis que no me expreso muy bien y cometo muchas faltas de ortografía”, dijo cuando explicó que lo había escrito junto a una coach literaria. Es decir, que una coach literaria escribió un libro basado en las sensaciones de Aitana Ocaña tras el concurso.

Podrían parecer injustas las críticas que está recibiendo por ello teniendo en cuenta que no fue su idea ni lo hizo con afán de lucrarse (más bien por el afán de lucrarse de Alfaguara). Sin embargo, todo producto cultural está sujeto a crítica. Ocurre con el último libro de Almudena Grandes, de Eduardo Mendoza o de Sara Mesa, y ha de ocurrir también con el debut (y esperemos que final) literario de Aitana.

La industria literaria es caprichosa y, mientras que algunos escritores con vocación ven morir sus manuscritos enterrados por el polvo en un cajón, “la influencer del momento” (así la califican en la nota de prensa del libro) convierte unos garabatos en un superventas. Es sencillo entender la indignación, siempre que esta se catalice hacia la obra y no caiga en el linchamiento personal a una chica mal asesorada.

Hay quien dice que La tinta de mis ojos será la excusa para que muchos adolescentes se acerquen a la “poesía”. Pero a la poesía de verdad, la que no se escribe con una coach sino que nace de las entrañas, le vendría mucho mejor que esos chavales apagasen la televisión y se dejasen caer por una librería. Esto no va de poesía, va de dinero, y cuanto antes entendamos dónde radica el debate mejor nos irá a todos, incluida a Aitana.

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