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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

¿Qué pasa cuando Amaia va a una fiesta sin depilar? “Sigue siendo transgresor que una mujer tenga pelos en el cuerpo”

Aitana, Amaia, Ana Guerra y Miriam en el evento de Cosmopolitan.

Belén Remacha

Ana decidió este verano probar a ver “qué pasaba” si dejaba de depilarse las piernas. En estos meses se ha sentido “muy a gusto y muy poderosa” de ir por el mundo “tal cual soy”, pero también ha tenido momentos en los que se ha sentido “fatal”. La semana que viene va a un balneario y su decisión estaba flaqueando. El viernes vio las fotos de Amaia Romero, ganadora de OT2017, con las piernas sin depilar junto a sus compañeras en una fiesta de la revista Cosmopolitan (y patrocinada por Rowenta). “Pensé que si ella había ido ahí con unas piernas muy parecidas a las mías, por qué yo con nueve años más no voy a poder”.

Ana escribió un tuit para agradecer que esta visibilización le haya “animado a seguir haciendo lo que me dé la gana con mi cuerpo”. Hubo muchos más mensajes alabando a la cantante, que tiene 19 años y ya había hecho alguna aparición y declaración mediática en esa línea, pero también muchos que se encuentran fácilmente que le llamaban “guarra” o “ridícula”. O que no veían necesario destacarlo.

“En nuestro contexto de sociedades occidentales sí, sigue siendo transgresor no depilarse. Rompes la norma. El estereotipo lo hace sinónimo de higiene, de limpieza e incluso de salud”, afirma rotunda Begoña Leyra, doctora en Antropología y Género de la Complutense. Recuerda que fue precisamente otra revista dirigida a mujeres, Harper's Bazaar, la que trasladó a la estética la depilación femenina en EEUU a principios del siglo XX, “y si nos remontamos tanto al pasado como a otras culturas, vemos que esto son modas hechas incluso por ajustes materialistas. Por ejemplo, antes se hacía por evitar piojos o ladillas”.

Por tanto cree  que “todo es cambiante” y que las celebrities y campañas serían fundamentales para dejar de considerarlo algo imprescindible. En los últimos años ha habido muchos movimientos en redes: en España #mivellomisnormas; en Estados Unidos #bodyhairmovement. “Se ha mantenido también por intereses comerciales, hay un nicho de mercado al que no le interesa que dejemos de depilarnos”. Pero también depende del contexto y Leyra destaca que hay mujeres y referentes desde hace décadas: “Tengo muchas amigas feministas que son mayores y no se van a depilar nunca ni lo han hecho y está normalizado. No lo está de cara a los medios, ni en la corriente principal de las imposiciones, pero sí de manera más underground”.

Apenas tres días antes de ese evento al que acudió la ganadora de OT, la youtuber y ex-actriz porno Amarna Miller había publicado en su Instagram una foto mostrando sus axilas sin depilar. “Qué pereza me da cuando pierdo seguidores por enseñar los pelos del sobaco”, escribía en el pie. Esta vez perdió 3.000, cuenta a eldiario.es: “Me llegan bastantes comentarios agresivos diciendo que no hace falta enseñar nuestras intimidades, que es algo feo. O antihigiénico, eso mucho”.

Miller dejó de depilarse hace algo más de un año -las piernas desde hace unos cuatro-. Es su tercera etapa así: “Cuando tenía 19 ó 20 años lo intenté y aguanté solo dos o tres semanas. Cuando se me empezaron a notar sentía mucha vergüenza en lugares públicos; lo más complicado es el metro, al levantar el brazo para agarrarte se te ve totalmente y tienes que confrontar miradas. Sin quererlo, estás haciendo un acto político”. Ahora con 28 le da mucho más igual: “Quizá porque tengo más seguridad en mí misma o por haber recibido tantas leches”.

Amarna no conocía la anécdota de Amaia, “pero me alegro mucho. Tiene las cosas claras, sobre todo siendo tan joven”. Ella lo comparte porque “me gusta subir fotos en las que me veo bien e, inevitablemente, se va a ver” pero también busca desde su posición pública ayudar a normalizar algo natural: “Es activismo. Intentar un poco ser un referente que yo no tuve cuando era más pequeña. Creo que cada vez es más fácil ver a chicas de a pie, pero todavía no hay en la tele, en series, reporteras”. Amarna no quiere que se identifique con un símbolo feminista porque “no es que si llevas las axilas sin depilar seas feminista. Hay un discurso político de la libertad de elección sobre tu propio cuerpo, pero hay miles de personas sin depilar y no quiere decir que no sean feministas. Correlación pero no causalidad”.

“No es una contradicción si sabes por qué lo haces”

Según un estudio de la compañía Philipps del año 2017, el 99,2% de las mujeres españolas se depila alguna zona de su cuerpo ya sea con cera, maquinilla, pinzas, cuchillas o láser (todavía el método menos utilizado). La zona más depilada son las axilas (93,3%), seguida de piernas e ingles (93%). Otras encuestas no son tan contundentes pero sí hablan de una tendencia mayoritaria. 

¿La publicidad, todavía reacia a mostrar vello, y los medios tienen culpa de que esta opción siga siendo la más escogida? “Mira los Arrg del Cuore, o incluso los juguetes. Ahora hay Barbies curvy, altas, bajas, ¿pero con pelos?”, contesta Cristina Alonso, publicista y experta en Perspectiva de Género en Industrias Culturales. “No hay referentes de mujeres con pelos que sean alabadas por ello. Julia Roberts lo hizo hace años y la tacharon de guarra”, piensa, y por eso elogia la aparición de Amaia en la fiesta: “Encima en Cosmopolitan, que es una de esas revistas que te dicen ¡acéptate!, mientras te enseñan cómo perder 3 kilos en una semana”.

Silvia, periodista de 25 años, también se dejó de depilar todo el cuerpo hace un año. Cuenta que cuando era adolescente se equilibraba entre dos posiciones: “Tenía complejo porque tenía mucho pelo, sobre todo en sitios donde se suponía que no debería tener. Pero me daba mucha pereza depilarme. Para mí significaba dolor, tiempo y dinero invertido en algo que realmente no me gustaba. Me acababa pasando la cuchilla rápida para salvar la papeleta”.

Cuando se hizo mayor “leí y entendí que si me depilaba era por una estructura que te dice que tienes que tener los menos pelos posibles”. Silvia cuenta que más que comentarios negativos ha notado “sorpresa”, y sí tiene que explicárselo a su madre. Reconoce que le ayuda “tener una pareja que me apoya. No sé lo que haría si tuviese que quedar con chicos que no conozco. Hace tiempo sí que alguna vez no me fui por la noche con alguna persona por ir sin depilar, y algún chico me soltó algún comentario y me he sentido mal. También puede ser un buen detector de gilipollas”.

Silvia admite que para una fiesta como la de Cosmopolitan “aunque me cueste reconocerlo, quizá me depilaría”. Amarna Miller, que lo ha vivido, comenta que en sitios así “sí te sientes sola”. “Me pienso dos veces ir con una camiseta sin tirantes a una presentación. Es una dicotomía. No quieres llamar la atención para que de repente tu valía como persona no quede reducida a si tienes pelos en los sobacos. Eso es estúpido e injusto. Pero por otro lado es una manera de reivindicar”, dice.

Sandra tiene 25 años, como Silvia, y ha hecho el viaje inverso. Lleva depilándose toda la vida, ahora con láser, porque siempre ha tenido complejo. Entiende que “no es nada malo y como feminista, aplaudo y deseo un nuevo estándar. Pero sé que si yo no tengo suficiente valentía, no tengo que obligarme ni torturarme porque no invado la libertad de otra mujer. Creo que lo importante es detectar que son rutinas impuestas, no caer ni en el autoengaño ni en la autofustigación”. “Me siento un poco como esas abuelas que instan a sus nietas a no casarse pero ellas siguen manteniendo su rol de esposa”, reflexiona.

Cristina Alonso le da la razón: “Depilarse no es una contradicción siempre que seas consciente de que es por educación o socialización, no por elección. Saber esto es lo que hace que, si un día no estás depilada, no te sientas mal. O al menos no tanto como cuando salías corriendo a pasarte la cuchilla antes de mantener relaciones”. Alonso también cree que no depilarse continúa siendo “transgresor, entendiendo como transgresión que se sale de la norma. Genera debate y miradas. No es raro que las mujeres vayan con pelos en su cuerpo, porque tenemos pelos en el cuerpo. Pero no es lo habitual por la carga simbólica y social. Los pelos no son un debate feminista, es un asunto feminista que el patriarcado marque cómo se es mujer”.

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