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La poesía y la tecnología impulsan la “revolución” de las escritoras árabes

Stand de la Asociación de Mujeres Escritoras de Marruecos

Paula Corroto

Casablanca —

Aziza Yahdin Omar habla por teléfono mientras sus compañeras cantan canciones andalusíes. Ninguna usa velo y su ropa es occidental. Están en un pequeño stand arrinconado del Salón Internacional del Libro y la Edición (SIEL) que se celebra cada año en Casablanca y que en este 2019 cuenta con España como país invitado. Destaca la presencia de estas mujeres, puesto que en el pabellón de esta feria, inaugurado en 1949 y uno de los bienes protegidos de Marruecos por su bello techo abovedado, hay stands en los que solo hay hombres. Hojeando libros o haciendo negocios.

Estas mujeres forman parte de la Asociación de Escritoras de Marruecos, fundada en 2012. Aziza es su presidenta. Cuando deja de  charlar por el móvil accede a hablar con eldiario.es. Pero para ello (y para la foto) sí se pone el velo.

“Desde hace cinco años se han editado 6.000 libros escritos por mujeres marroquíes. Y ha habido un gran cambio. Tenemos más libros sobre temas científicos, jurídicos”, afirma Aziza que recuerda que hay 57 grupos de la asociación por todo el país con ocho filiales en el extranjero  como parte de la liga de escritoras de Marruecos.

La presidenta insiste en que las cosas han cambiado mucho en el país desde la reforma de la Constitución en 2011, que revalorizó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y sobre todo, la reforma de la Mudawana –el Código de Familia- que eliminaba, por ejemplo, que las mujeres tuvieran que pedir permiso al marido tener una cuenta corriente en el banco. Sucedió en 2004.

“Las mujeres marroquíes no se autocensuran a la hora de escribir. Lo exponen todo. Ya no tenemos temas tabúes”, asegura la presidenta de las escritoras. Para ello habla de las más jóvenes, “que escriben sobre todo, tienen una lengua más moderna y están probando mucho con la literatura en las redes sociales”.

A su lado está Fátima, de la Asociación Marroquí de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos. Ejerce de traductora y se sonríe ante las palabras de Aziza, introduciendo matices. “Es cierto que el país ha avanzado mucho y sobre todo muy rápido en los últimos años, pero todavía faltan muchas cosas. No es todo como se dice”, comenta poco después.

Aun así también señala que está habiendo algunos movimientos que proceden principalmente de las autoras más jóvenes. “Hay una modernización muy grande en el cuento y la poesía, quizá lo que más”. Esta asociación, de hecho, es una de las que se encarga de traducir a jóvenes escritores marroquíes al español.

El furor de la poesía

Una persona que conoce bien qué está ocurriendo en las letras árabes femeninas –y no solo en Marruecos– es la traductora Margarida Castells. Entre sus traducciones, principalmente del árabe al catalán, se encuentran los poemas de Aziza Ahdiya, La confessió de Tantan. Ha trabajado en Egipto, Siria, con autores kurdos, y es considerada una de las grandes especialistas en lengua árabe.

Castells señala que la mujer árabe se enfrenta “a los problemas comunes del patriarcado, que están desde hace milenios”; sin embargo, también recuerda que en los países árabes la mujer poeta tuvo mucha presencia en el ámbito público. “Fue antes del siglo VIII, en la oralidad, porque cuando empieza la escritura se conforman unas élites, que son hombres, y ya ahí la mujer deja de tener tanta presencia”, sostiene Castells.

Las escritoras no comenzarán a recuperar un poco de espacio hasta el siglo XIX, aunque no ha sido hasta el XXI cuando ha comenzado una nueva explosión, “gracias a la poesía y la tecnología”, afirma la traductora.

¿Por qué estos dos factores? Hay una cuestión política. “La poesía es la más rápida de conectar con la política. Puedes soltar tus poemas en la plaza. Eso lo vimos con las primaveras árabes”, recuerda Castells. En el debate político y literario también se ha colado –aunque se intente tamizar- el asunto del velo.

La traductora reconoce que en los últimos tiempos han cambiado las cosas y, si bien antes eran las sociedades más urbanas y las clases medias las que no querían el velo, “ahora está siendo al revés, y hay muchas escritoras que lo justifican. Pero digamos que está en un punto intermedio. Hay quien lo defiende y quién no”. A esta voz se suma la de Luz Comendador, que lleva 20 años ejerciendo la traducción del árabe: “Lo cierto es que las árabes no escriben solo sobre el velo. Creo que su compromiso político al final es el mismo que el de las mujeres occidentales”.

Más allá de las más conocidas

Precisamente, a los traductores les pesa que la mirada desde los países occidentales suela ser más política que literaria. De hecho, dos de las autoras árabes más conocidas, como la egipicia Nawal Al Sadawi y la marroquí Fátima Mernissi, son, en gran parte, activistas. “Casi todo lo que llega a España es porque los editores lo han leído del francés o el inglés. Tenemos un muro bastante grande porque lo que prima es si estas autoras son conocidas y tienen ya éxito en otros mercados literarios”, se lamenta Castells para quien, al final, no es tan positivo que desde el mundo occidental se reconozca sólo a una o dos escritoras árabes.

“Al Sadawi es una gran luchadora pero cuando te conviertes en ‘la escritora’ es ella ya solo, y eso no va a hacer visibles a las demás. Con Fátima Mernissi pasa lo mismo: parece que ya no hay otras escritoras marroquíes”, añade la traductora.

Y, por supuesto que las hay. En el pabellón español de la feria se puede encontrar el libro de Antonio Reyes Ruiz, Antología de la poesía femenina marroquí, editado por Ediciones Alfar en 2007, que recoge los poemas de 18 autoras nacidas a lo largo del siglo XX, más consagradas y otras que eran emergentes. Pero en el prólogo la profesora de la Universidad de Sevilla, Mª Dolores López Enamorado, ya cuenta las dificultades para que las escritoras salten el muro de su propio país: La soledad de la arena, de la poeta Aïcha Bassry fue el primer poemario publicado al español de una poeta marroquí. Y no sucedió hasta 2006. “Marruecos parece un país situado en un remoto extremo de la península arábiga”, escribe la profesora.

La cornisse de Casablanca, desde donde se puede observar la enorme mezquita que se inauguró en 1993 a mayor gloria del rey Hassan II –es la segunda mezquita más grande después de la de La Meca- da, sin embargo, buena cuenta de los cambios que se introducen poco a poco en Marruecos. Pandillas de jóvenes –ellas algunas con velo, otras sin él- que pasean y ríen y se comportan como cualquier adolescente. La literatura estará ahí para recoger estas transformaciones.

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