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El turismo como sostén de la dictadura y caja registradora de la democracia

Spanistyp, Creación Avil, Barcelona, 1966 (tarjeta postal, col. Utopía).

Abraham Rivera

Se suele pensar que el turismo ayudó a la apertura del régimen. Ese relato mítico es el que más ha circulado y el que ha terminado imponiéndose. Las suecas, el bikini, el latin lover, las carreteras...  Sin embargo, un reciente estudio da ejemplos para pensar que esta idea es discutible.

Bienvenido, Mr. Turismo. Cultura Visual del boom en España es un completo ensayo que explica porque la dictadura encontró en el desarrollismo y en el turismo una de sus mejores bazas para subsistir. “Franco obtuvo un importante rédito político. Tanto en términos de paz social interna como en la consolidación internacional de la dictadura. El turismo tuvo una gran capacidad para desactivar los aspectos más conflictivos de la realidad”, explica Alicia Fuentes, la persona encargada de documentar este importante volumen, a eldiario.es.

“A nivel académico me interesa todo el proceso de rehabilitación del franquismo”, continúa la historiadora del arte, que comenzó trabajando sobre una serie de exposiciones que utilizaban el arte contemporáneo para lavar la imagen de la dictadura en el extranjero. “Poco a poco me fui moviendo hacia el turismo, con la idea de explorar qué otros sostenes se utilizaron en ese proceso de lavado de cara”. El turismo fue fundamental para ello, como revelan las más de trescientas páginas de este libro, profusamente ilustrado.

La escritora apunta que el objetivo principal de la obra era responder a la pregunta de cuál era el imaginario turístico de lo español. “Acudí a las fuentes directas y volví a mirar las imágenes, sacando a la luz materiales desatendidos hasta ahora, sin priorizar unas fuentes sobre otras. Eso me ha permitido comprobar que la imagen de España no es tan inmutable ni consensuada como a priori podría pensarse, y revela iconografías que no acaban de encajar en el relato mítico del boom”.

A partir de guías turísticas, libros de viajes, postales, álbumes personales y viñetas de humor gráfico, la autora explica cuánto ha habido de relato selectivo y parcial con lo que hasta fecha reciente se nos ha comunicado. “Creo que hay otra forma de contar el boom y es lo que intento explicar”, insiste.

Lo primero que se pone de relieve es la mirada primitivista que atraía a la mayoría de visitantes. Mientras el régimen y los españoles querían ofrecer una imagen modernizadora, los extranjeros buscaban el ideal del buen salvaje. Solo así se explican las continuas referencias en estos medios al burro, el botijo, el limpiabotas o el niño harapiento.

“Cuando empecé la investigación no partía de una serie de de patrones iconográficos fijados. Fue al revés, fui leyendo guías y otro tipo de materiales y agrupándolos posteriormente”, relata sobre un trabajo de cinco años, el tiempo que ha tardado en presentar su tesis, que luego se ha convertido en este riguroso libro publicado por la editorial Cátedra, dentro de su colección centrada en cultura visual.

“Me ha sorprendido que ha sido un proceso de aprendizaje propio”, añade. “Yo misma me cuento entre esa masa acrítica sobre el turismo”. Fuentes comenzó a leer sobre antropología del turismo y a reflexionar sobre cómo esa identidad de país turístico “al final está condicionando la manera de vivir nuestra propia identidad, hasta de ponerla en escena”. Sobre esta última frase, el texto y las imágenes entran de lleno dando ejemplos de gran carga simbólica.

“La promoción oficial del régimen instrumentalizaba las identidades regionales a través del folclore. Al hacer hincapié en los aspectos folclóricos se podía canalizar esa diversidad cultural hacia el plano más inofensivo de la tradición popular, lejos de instancias regionalistas”, comentaba recientemente en otra entrevista.

La especialista, que buceó en las bibliotecas del Centro de Documentación Turística de Turespaña, la agencia de viajes Thomas Cook o el Archivo Histórico de Turismo de Berlín, analiza a multitud de escritores, fotógrafos y dibujantes que durante la época del boom se encargaron de contar esta historia.

Fuentes habla literalmente de volver a mirar las imágenes. “La narrativa que hemos hecho tradicionalmente del turismo en España no ha mirado las imágenes. Las películas de suecas, por ejemplo, han tenido una gran importancia en esa fabricación de la narrativa mítica. Pero tengo la sensación de que no hemos ido a ver las imágenes de forma directa”, expone. Fuentes incide en que hay otra cultura visual, las que nos traen unas obras que en muchos casos están a medio camino entre el relato turístico y el estudio etnográfico.

Curiosamente las voces más discordantes las encontramos en la prensa humorística de la época. Dibujantes como Chumy Chúmez, Cesc o Martínmorales van a representar la facción crítica y lúcida del momento. “El humor tiene esa ventaja que se cuela en ciertos análisis”, destaca la investigadora. En Bienvenido Mr. Turismo encontramos ácidas portadas de La Codorniz o DDT, revistas que también fueron capaces de dedicar números monográficos al turismo.

Fuentes, sin embargo, lamenta que “más allá de la conciencia medioambiental que empezó a aflorar a finales de los años 60, no encontremos muchas críticas”. Vázquez Montalbán, en su Crónica sentimental de España, o Max Aub, en La Gallina Ciega, se van a erigir como algunos de los escasos personajes críticos con el modelo socioeconómico que estaba impulsando el régimen a base de sol y playa. “No podemos olvidar que uno de los mayores atractivos de España en esa época eran sus precios. El trabajador europeo de clase media baja podría tener un tren de vida alto”.

“No se debe personalizar en el turista”

La lectura del libro supone conocer de primera mano los referentes que han propiciado la situación actual. En estos años ya se estaba perfilando una oferta de turismo de tipo hedonista, donde el consumo de gastronomía y alcohol era barato y en grandes cantidades.

Pero Fuentes no cree que la responsabilidad de lo que nos está pasando deba caer sobre el turista o viajero. “Es lamentable que se focalice tanto y a nivel tan personal en el turista. Esas pintadas de ‘tourists go home’ que hay en Barcelona por todos sitios confunden el objetivo de las críticas, que no deberían ser algo personalizado en el turista, sino más bien en las políticas turísticas de nuestros gobernantes”.

La autora señala que con este tipo de comportamientos no existe una reflexión crítica, sino un prejuicio de la superioridad que se siente sobre el turista. “Me parece que es necesario matizar”, comenta Fuentes, que lleva viviendo un año y medio en Berlín, como muchos investigadores de su edad. “Una lucha contra cierto modelo de gestión y desarrollo del turismo a nivel político y social no se tiene que confundir con un rechazo, que en el caso del rechazo al turista es también un rechazo al extranjero”.

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