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Màxim 'El Breve': ascenso y caída del ministro más efímero de la historia de España

Màxim Huerta y su madre, tras la dimisión de su cargo como ministro de Cultura y Deporte.

El pasado 6 de junio, para sorpresa de muchos, Pedro Sánchez elegía como ministro de Cultura y Deporte de su recién estrenado Gobierno al conocido periodista y presentador Màxim Huerta. Justo una semana después, esa misma sorpresa llegaba con otra noticia: el recién convertido a político defraudó a Hacienda 218.322 euros a través de una sociedad limitada entre 2006 y 2008.

“Era lo común en la profesión y no era ilegal hasta que el Ministerio de Hacienda decidió revisar todos esos casos”, ha asegurado en la rueda de prensa en el Ministerio de Cultura en la que ha anunciado finalmente que renunciaba a su cargo.

Mantenía hasta el último momento su versión de que él era inocente y que lo que había ocurrido fue fruto de un cambio de criterio fiscal. Así se expresó por la mañana, poco después de que El Confidencial destapara la noticia, descartando con sus palabras su dimisión.

Tales argumentos fueron rebatidos sin embargo desde el principio por expertos e inspectores de Hacienda: no hubo un cambio de criterio sobre las sociedades como la de Màxim Huerta. Lo habitual era que se toleraran, pero en un momento dado Hacienda empezó a perseguir estas irregularidades.

Su relato, primero respaldado por Pedro Sánchez y su Gobierno, se fue desmoronando a lo largo del día al mismo tiempo que crecían las presiones para que presentara su dimisión. La noticia estaba generando mucho “ruido”, un ruido que se ha hecho ensordecedor a medida que pasaban las horas y al que Huerta ha calificado de “jauría”.

“Vivimos en una sociedad ahogada por el ruido, por la desinformación interesada, donde las explicaciones no tienen cabida”, afirmaba en su última comparecencia como ministro, dedicando a sus críticos unas duras palabras: “La inocencia no sirve de nada ante esta jauría” .

Esclavo de sus tuits

La ilusión de tener un nuevo Ministerio de Cultura, por fin con una cartera propia desgajada de la de Educación, ha acabado difuminándose detrás de la figura de su nuevo encargado, con un pasado no exento de polémica. De hecho, poco después de su nombramiento comenzaron a rescatarse sus tuits de hace años en los que el ministro mostraba su poca afición al deporte y sus chanzas sobre la política.

“Menos deporte creo que hago de todo”, publicó Huerta en Twitter en 2010. Aquello no pasó desapercibido para los tuiteros, y por ello su primer discurso estuvo centrado en mostrar su compromiso para “mimar” el deporte pese a que “no solía seguirlo”.

A pesar de ello, ni siquiera ha tenido tiempo de terminar de formar su equipo. Queda pendiente ahora no solo encontrar un relevo para Màxim Huerta, sino también otros asuntos como designar quién se va a encargar de la Secretaría de Estado de Deportes, un cargo que, según Huerta, iba a estar ocupado por una mujer.

Sí que se confirmaron nombres como el de Daniel Espín, mano derecha de Ángeles González Sinde, como jefe de Gabinete de Cultura. Una decisión que, sumada a la postura de Huerta con las descargas digitales, recordaba la gran polémica que supuso la 'Ley Sinde' impulsada por el Gobierno de Zapatero.

Un paseo por El Retiro

La primera parada de la agenda pública del ministro cultural no distó demasiado de la que habría mantenido como escritor. Huerta se paseó por el Retiro el pasado sábado, día previo a la clausura de la Feria del Libro, apoyando a sus colegas de pluma y brindando selfies en lugar de autógrafos dentro de la caseta que le habían asignado antes de su flamante cargo.

Allí aseguró que su prioridad era recuperar el diálogo entre los ministerios, “contagiar el entusiasmo y, que eso se contagie a la parte económica”. También departió con los protagonistas del paseo de la fama de Madrid, como Almudena Grandes, María Dueñas, Carme Chaparro y Javier Moro.

Según los testigos, fueron conversaciones distendidas tal y como requería el ambiente festivo y mediático (gracias al cameo del ministro) de la Feria. El círculo literario ya se había mostrado receloso ante el nombramiento de Màxim Huerta cuando saltó la noticia.

Algunos lo definieron como “desconcertante” porque “la gestión cultural no tiene nada que ver con la calidad literaria”. Pero el ánimo terminó por normalizarse entre los escritores, que consensuaron darle “un voto de confianza”.

Un acto de fe que le costó un poco más obtener del mundo de la tauromaquia, que se sentían “marginados” por el nuevo ministro de Cultura. Huerta, antitaurino confeso, intentó calmar las aguas afirmando en laSexta ser “ministro de todas las culturas”: “Mis gustos no tienen por qué coincidir con todas las sensibilidades”. Algo que no sentó demasiado bien entre el sector animalista, que pidió “valentía política” a alguien que se consideraba de los suyos hasta hace una semana.

“Vigilante” con 'la rueda' de la SGAE

Paseos por el Retiro y justificaciones por anteriores salidas de tiesto aparte, Màxim Huerta abordó un día antes de que saltara el escándalo con Hacienda un asunto espinoso que colea sobre el Ministerio de Cultura desde junio del año pasado. “Estoy preocupado por el presente y futuro de la gestión colectiva, como ministro y como autor. Puedo asegurar que Cultura estará vigilante con el proceso que está viviendo SGAE y que tomaremos nota de cada una de las acciones”, tuiteó el ministro.

Se refería al presunto fraude de la “rueda de las televisiones”, un mecanismo por el cual editoriales musicales, autores desconocidos, socios de la SGAE y testaferros se habrían lucrado de forma millonaria a través de los derechos de autor de canciones mediocres que programaban las cadenas en la madrugada.

Tras el escándalo, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) estableció un arbitraje con una modificación de las tarifas de la franja nocturna para tratar de frenar el problema. Pero el TSJM tumbó su aplicación.

Ante la fuerte división interna entre los socios de la SGAE, que tendrá que votar sus estatutos el próximo 21 de junio y decidir cómo resuelve este tema, Cultura envió este martes a la Sociedad un requerimiento para que expliquen qué medidas “antirrueda” piensan adoptar.

En este requerimiento, el titular de Cultura pedía a la Sociedad General de Autores y Editores que se aplicaran las medidas establecidas en el arbitraje internacional, ya que considera que “la anulación” (...) es ajena“ a lo decidido anteriormente por la SGAE, que votó en septiembre a favor de aplicar estas medidas.

Una nueva agenda sin tiempo para estrenarse

Para poco más ha dado su tiempo en el ministerio. Mientras daba explicaciones de su situación con Hacienda, el que fue copresentador de 'El programa de Ana Rosa' ha defendido sus funciones hasta el último momento haciendo alusión a la cartera que estaba preparando. “Voy a crear una Dirección General del Libro y fomento de la lectura que quitó el PP, creo que es muy importante”, afirmaba por la mañana en la Cadena Ser.

En su discurso de despedida ha defendido reiteradamente su “amor por la cultura” y su decisión como un sacrificio por el bien mayor. “Me voy con la abnegación de quien ama su trabajo por encima de las dificultades. Me voy porque amo la cultura mas que nada y para poder colaborar más en ese proyecto de Pedro Sánchez de que la cultura vuelva a tener el sitio que se merece”, ha asegurado.

Con su dimisión consigue el título del ministro más efímero en su cargo, pero Huerta no es el único que destaca por su brevedad. El exministro de Agricultura, Pesca y Alimentación José Luis García Ferrero, nombrado por Leopoldo Calvo-Sotelo, ostentó su mandato en funciones durante 81 días. En tercera posición se sitúa ahora Román Escolano, ministro de Economía, Industria y Competitividad durante 85 días hasta la moción de censura presentada por el PSOE contra el Gobierno de Mariano Rajoy.

Huerta ha citado un soneto de Lope de Vega ante los medios cuando ha anunciado su dimisión. “Ir y quedarse, y con quedar partirse”. “Me voy para no partirme yo y para que el ruido de toda esa jauría no rompa este proyecto ilusionante”. Un proyecto que en su caso, tan solo ha durado siete días.

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