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'She makes noise', no todo es ruido

Imagen del álbum Rumspringa, de She Spread Sorrow

J.M. Costa

Hay festivales y festivales. Los de otoño suelen ser algo menos enormes que los veraniegos, con carteles posibles de retener en la memoria y la especialización que permiten los nichos. El año pasado se estrenaba She Makes Noise, cuya particularidad radica en el She. Durante tres días La Casa Encendida de Madrid presenta lo que, salvo información suplementaria, es el único festival dedicado a la electrónica producida por mujeres.

Siempre hay un punto cuestionable en la exclusividad, en este caso del “solo mujeres”. Lo que sucede es que las mujeres han sido aún más perversamente ignoradas en el terreno de la electrónica que en casi cualquier otro. No es que en los demás géneros hayan conocido mayor reconocimiento, pero sucede que en la electrónica ellas fueron no sólo creadoras sino precursoras y sus logros, que en algunos casos hemos conocido tardíamente, exigirían una reescritura de la historia de esa música. De tal forma que llamar la atención de este modo, sustentándolo en artistas que podrían actuar (y lo hacen) en festivales más generalistas, tampoco es algo que sobre.

Tres días de electrónica en femenino

A primera hora de la tarde tanto jueves como viernes Agnes Pe monta un taller sobre diseño sonoro, tema que conoce bien y es mencionado cada dos por tres en la vida creativa sin que en muchas ocasiones se sepa qué es. Dos sesiones de cuatro horas que pueden dar para bastante.

Los conciertos del jueves y el sábado son en el auditorio, de aforo más bien reducido y el del viernes en el patio, donde se supone pueden sonar historias vagamente bailables.

El jueves abre Kara-Lis Coverdale, una ex niña prodigio canadiense que comenzó a los 5 años, componía a los 10 y era organista y compositora en la iglesia local a los 14. Solo que ahora hace una música que ha pasado por lo muy procesual de A 480 (2013) y ha desembocado en un modo de experimentación más voluntariamente construida en Aftertouches del pasado año.

Ese día lo cierra Nikka y Alba G. Corral con un concierto de genero audiovisual basado más o menos en la IDM (Intelligent dance music, una cosa muy 90’s).

El viernes se proyectan en primero lugar tres corto-medio-metrajes de la cineasta norteamericana Jennifer Reader y luego, en el patio, sendos conciertos de Lanoche y Adda Kaleh. La primera, con un disco recién editado ira más de baile sin desmelene y la segunda algo más pop, si es que eso significa canciones más estructuradas. Adda Kaleh lleva sus propias audiovisuales, que pueden ser interesantes.

El sábado se abre también con proyecciones, cuatro piezas cortas de Ana Vaz, Sasha Litvintseva, Julia Yezbick y Elizabeth Price. La verdad es que las proyecciones se agradecen mucho. Bastante de lo que sucede en ambos terrenos, el visual y el sonoro, presentan trayectorias muy relacionadas y que en último término acaban encontrándose en el corazón del ordenador.

De vuelta al auditorio, se cierran los conciertos con los de She Spread Sorrow y Christina “Chra” Nemec. El nombre de She Spread Sorow (nacida Alice Kundalino, aunque este también sea un apellido un poco extraño para una italiana) lo dice casi todo. Estamos en terrenos del noise emparentado, según confesión propia con corrientes tan extremas como el death metal. Puede ser intenso o un poco demasiado, habrá que escuchar. Chra cerrara el ciclo de conciertos en un ambient tipo Mego, es decir, no tan emocional como otras vías actuales, tipo Tim Hecker. Pero eso es solo en principio.

Con esto no acaba She Makes Noise, porque el domingo a media tarde se proyectará el Heart like a dog de Laurie Anderson, un collage difícil de definir que se presentó en Cannes del año pasado y luego ha recorrido otros festivales. Unos días de música y cine interesantes y aún no demasiado conocidos realizado por mujeres. Como diría un cocinero, una llamada de atención con fundamento.

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