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“Yo nací para ser perra, por favor dejadme serlo” o cómo la canción de Rigoberta Bandini reclama a las mujeres como sujetos deseantes

Portada del single 'Perra' de Rigoberta Bandini

Irene Sierra

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“Si yo pudiera ser perra, por favor dejadme serlo, sólo pido ir sin correa a pasear” es uno de los versos con los que arranca ‘Perra’, la canción de Rigoberta Bandini que va camino de convertirse en un canto a la liberación femenina. Y es que, en poco más de tres minutos, la canción compuesta por la propia Paula Ribó, el verdadero nombre detrás del artístico Rigoberta Bandini, ha logrado convertirse en esa habitación propia de la que hablaba Virginia Woolf y que tanto hemos necesitado las mujeres a lo largo de esta pandemia, cuando de repente, los límites de lo personal y lo profesional se difuminaron y nuestras necesidades pasaron a un cuarto plano.

En apenas un año, Rigoberta Bandini ha pasado de ser la banda sonora de los confinamientos más vanguardistas, a esa artista que sin haber publicado todavía un álbum completo ya acumula más de 200.000 oyentes mensuales en Spotify. Así, mientras en la cuarentena cantábamos Too Many Drugs a la vez que hacíamos un bizcocho con aquella harina agotada, Perra ha llegado para unir a las mujeres en un momento en el que el feminismo está tan criminalizado como dividido. 

Frases como “sólo pido ir sin correa a pasear” o “no quiero llevar nunca el bozal” convierten esta canción en un lema muy potente y cuyos versos podrían protagonizar centenares de pancartas un 8 de Marzo. Sin embargo, que no podamos juntarnos para pintar esas pancartas, abrazarnos y emocionarnos mientras lo hacemos, no es sinónimo de que el tema de Paula Ribó no esté cogiendo fuerza. Todo lo contrario. Está calando y mucho. La diferencia es la forma en la que vivimos la canción y la hacemos crecer. En lugar de escribir sus versos en letras mayúsculas sobre un cartón o desgastar las zapatillas bailandola en una discoteca, grabamos stories con su música de fondo y nos respondemos unas a otras para hablar de lo identificadas que nos sentimos. 

“Lo primero que dijeron mis amigas cuando escucharon esta canción fue que ojalá podamos escucharla y bailarla todas juntas en un concierto pronto. Y ese es justo también mi deseo. Me encantaría poder disfrutar de ella en directo”, sostiene Marta González de 35 años.

Marta califica el tema de Rigoberta Banidini como “un canto a la libertad y a la armonía no juzgada” y destaca el verso “sólo pido ir sin correa a pasear” como una de las partes más reveladoras de la canción: “Para mí esa frase lo dice todo. Refleja la situación de las mujeres en la sociedad actual, a la que sólo le pedimos vivir en igualdad y trabajar con las mismas aspiraciones y poder que tienen los hombres hoy en día”, detalla.

Además de sentirse identificada, Aida Mas, responsable de marketing de 31 años, habla de la sensación de hartazgo y reivindicación que le despierta el tema: “A todas alguna vez nos han llamado perras con un propósito despectivo y sólo por el mero hecho de ser mujeres. Lo que más me gusta del tema de Rigoberta es cómo introduce la idea de ‘pues sí, mira, ojalá ser una perra’. ‘Ojalá pudiera serlo porque todo sería mucho más fácil’. Y tiene razón. Si fuésemos perras no tendríamos que estar justificándonos o lidiando día a día con este tipo de cosas”.

La dificultad de ser mujer en tiempos de Virgine Despentes

Además de introducir una metáfora tras otra para reivindicar la carga mental y los problemas de ansiedad que sufrimos las mujeres (“que si tengo la cabeza en otro lado los domingos me dejéis que me apalanque en el sofá”), Rigoberta Bandini abre el otro melón por excelencia de la lucha feminista: el derecho a vivir la sexualidad de nuestros cuerpos sin miedo a ser juzgadas o violadas. Y lo refleja de forma muy aguda tanto en la portada del single como al referenciar a una de las voces que más han sumado en el marco teórico de la actual cuarta ola feminista: “Esto de nacer mujeres, en el tiempo de Despentes, es difícil no sé por dónde empezar”.

Si en el año 2006 la escritora de Teoría King Kong denunciaba a través de este mismo ensayo su propia violación y reflexionaba sobre su experiencia como trabajadora sexual, ahora Rigoberta Bandini recoge su legado para reivindicarnos a todas como perras, como animales, como seres humanos que sienten deseo por pura supervivencia. “Yo nací para ser perra, por favor, dejadme serlo” no sólo clama que nos dejen vivir activamente como sujetos deseantes, sino que ruega que dejen de juzgarnos o, en el peor de los casos, de acosarnos o violarnos por ello.

“Al escuchar la canción también siento una sensación como de suciedad que, al final, es lo que muchas percibimos cuando nos llaman perras, zorras o putas de manera tan gratuita y simplemente por hacer cosas que siendo hombre no serían juzgadas como tal ”, añade Aida Mas.

Así, Rigoberta Bandini hace suyo el término “perra” para reclamarnos como sujetos y no como objetos sexuales al servicio de la mirada del hombre: “Y es que si yo fuera una perra, todos estos miedos se disiparían y viviría en armonía y libertad. Creo que toda mi existencia sería mucho más amable y liberal”, recita Paula Ribó en la primera estrofa de la canción.

Algo que, de alguna forma, emparenta con unas declaraciones que dio Virgine Despentes tras preguntarle si considera la violación como un tipo de terrorismo contra las mujeres: “Es una forma de mantenernos en un estado de alerta cotidiana, de decirnos que cada día tiene su peligro posible, porque cada día sabes que no estás segura. De la misma manera, es una forma de decir a los hombres: Este mundo os pertenece, en este mundo podéis andar, salir de noche, os pueden pasar cosas, pero los violadores sois vosotros y las presas somos nosotras”.

Si hace unos meses Rigoberta Bandini hablaba de que su música pretende “iluminar desde la ironía y la diversión el sentimiento de unión”, sin duda podemos afirmar que ‘Perra’ (si no lo ha logrado ya) va camino de convertirse en un grito colectivo para todas aquellas mujeres que desean neutralizar el sentido peyorativo de esta palabra y simplemente vivir, correr y desear en libertad. Como dijo hace casi un siglo Emma Goldman, “si no puedo bailar, no es mi revolución”.

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