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Los recortes culturales llegan a los niños y la danza

Representación de la obra La Sal en el Fernán Gómez. / Teatro Fernán Gómez

Prado Campos

El tijeretazo cultural parece no tener fin. La subida del IVA al 21%, los recortes de presupuestos y ayudas institucionales, la caída de inversión privada son males endémicos en estos tiempos que se ceban con una industria que parece que nunca consigue levantar cabeza. Y, como suele ocurrir, las minorías siguen siendo uno de los sectores más afectados. Si estas últimas semanas el cine de autor saltaba a la palestra de los damnificados culturales tras el cese de la actividad de Alta Films, ahora la tijera también llega en Madrid a las artes escénicas para bebés y a la danza.

El Teatro Fernán Gómez, dependiente de la empresa pública municipal MACSA, que también gestiona el Teatro Español, Matadero Madrid y Circo Price, ha cancelado dos de sus ya clásicos festivales: el ciclo de teatro para bebés Rompiendo el Cascarón y Danza en la Villa. Ambas citas ya consolidadas –la primera estaría cumpliendo este 2013 su novena edición y la segunda, la décima- con un público fiel que agotaba entradas.

Fuentes del Teatro Fernán Gómez aseguran que la cancelación de los dos ciclos no se debe “a una causa especial”, simplemente a que “la línea de programación ha cambiado”. El año pasado se mantuvo porque ya estaba cerrada, pero esta temporada el equipo de gestión ha prescindido de Rompiendo el Cascarón y Danza en la Villa. Un giro que llega de la mano de Natalio Grueso, uno de los fichajes estrella que hizo hace poco más de un año la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, para la gestión cultural de Madrid.

Grueso aterrizó en septiembre como director de Programación de Artes Escénicas, tras dejar el Centro Niemeyer de Avilés. Poco después, la sombra de su gestión de la fundación asturiana le perseguía en forma de una imputación, aún en proceso, por presuntas irregularidades en la contabilidad.

La programación de los espacios culturales está cambiando de rumbo, pero los recortes presupuestarios también están detrás de algunos de estos cambios. Para empezar, el presupuesto del área de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid se ha reducido este año en 23 millones de euros (un 20,4%) y el del MACSA, gestor del Fernán Gómez, en un 33%.

“No nos han argumentado el porqué de esta cancelación. Ha sido una eliminación brutal y sin argumentos. La única justificación que nos han dado es que no había recursos económicos”, explica Carlos Laredo, director de la compañía de teatro para bebés La Casa Incierta, que ha sido residente del Fernán Gómez durante 13 años y encargado de programar Rompiendo el Cascarón. “Pedimos que nos dejaran buscar financiación y patrocinadores, pero lo único que nos propusieron es estar un mes en la sala dos. Me pareció una falta de respeto”, añade.

Más allá de las cifras, lo importante es lo que supone perder estos dos ciclos escénicos. Rompiendo el Cascarón se había convertido en sus ochos años de vida en un referente mundial del teatro para bebés, ya que era el primer ciclo con una programación estable durante toda la temporada de artes escénicas para niños de 0 a 3 años. Nació en 2005 siendo pionero en España y Europa.Durante todo el año se representaban funciones para bebés, que se reforzaban en primavera con el ciclo Rompiendo el Cascarón.

Mora Apedra, la anterior directora del Fernán Gómez -a quien ha sustituido Miguel Munárriz-, en su despedida destacó la importancia del festival y aseguró que había acordado con Grueso su continuidad en 2012 puesto que el ciclo estaba cerrado y con un presupuesto de 90.000 euros.

Laredo, en este sentido, recalca la peculiaridad y magnitud de la programación para bebés que tenía Madrid. “Hay muchos festivales de teatro infantiles, pero ninguna programación permanente. Eso era lo importante. Se estaba normalizando el teatro para bebés”, añade. Y si bien reconoce que no era rentable (las entradas rondaban los tres euros), agrega que “tampoco era caro. Además, para eso están las instituciones públicas. Y en Madrid, de repente, los bebés y sus padres pasan a ser un público que se deja de atender y no entiendo por qué un ciudadano de dos años no tiene los mismos derechos que uno de 40. Se les discrimina culturalmente frente al resto de la ciudadanía”. “A un niño es muy fácil robarle el bocadillo. Hasta que los padres digan: 'Basta, a mis hijos no les robas el bocadillo de la cultura”, añade.

De la misma opinión es Omar Meza, director de la reputada y premiada Da.Te Danza, compañía que ha actuado en varias ediciones de Rompiendo el Cascarón. “Es una gran pérdida. Han matado un proyecto que se ha consolidado en estos ochos años con una gran programación, extensa y de calidad. No es correcto, y más en estos tiempos, prescindir de los espacios para la metáfora, la poesía y el sueño”, analiza Meza. Y matiza que a pesar de que “el teatro para bebés siempre se ha considerado un genero pequeño y sin importancia, no hay que perder de vista el valor que tiene para los ciudadanos. Es generador de un nuevo público y un actividad cultural que moviliza y lleva a los teatros a niños y adultos”.

El mismo patrón ha seguido la supresión de Danza en la Villa, un ciclo que nació en el Fernán Gómez como uno de los pocos espacios con una programación regular de danza en Madrid. Y consiguió, además de conquistar al público, sacar la danza del teatro y acercarla de forma masiva al público con representaciones en la plaza de Colón.

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